⚠Capítulo con lenguaje explícito y escenas sexuales⚠
Al terminar las clases, Anh se quedó en la entrada, esperando a su hermano. No había visto a Jeno en todo el día, supuso que había estado con alguna chica o haciendo amigos para pasar desapercibido.
Tomó su celular y suspiró al ver la hora. HaeChan debería haber llegado hace unos minutos.
—Hola— una voz la hizo dar un salto del susto, miró hacia atrás y sus mejillas enrojecieron al ver a Jaemin sonreírle. —Te debo un helado, ¿recuerdas?— ladeó su rostro, viéndose emocionado.
—Ouh, si. Mi hermano...—
—¡Anh! ¡Querida, hola!— saludó su hermano, la menor pudo sentir que se desmayaría de la vergüenza. —Soy Donghyuk, hermano mayor de Anh, ¿tú quién eres?— preguntó bruscamente, sin perder su sonrisa de bastardo.
—Soy Na Jaemin, un gusto. Tu hermana me ayudó a encontrar mi salón —explicó, mirando fijamente al chico. Anh sintió un escalofrío recorrer su espalda.
Reconocía ese sentimiento. Jeno estaba cerca.
—¡Hola! ¿Nos vamos?— dijo el pelinegro llegando junto a los hermanos Lee. Jeno también parecía a la defensiva de Jaemin, pero... ¿Por qué?
—¡Sip! ¡Adiós, Jaime!— se despidió, tomando a su hermana de la mano y arrastrándola junto a Jeno, Anh sólo alcanzó a murmurar un adiós.
—Soy Jaemin...— susurró en su cabeza. Anh parpadeó confundida. ¿Cómo pudo hablar en su cabeza? Cuando volteó, él ya había desaparecido.
Demonios, demonios, demonios. No.
Llegando a su casa sólo atinó con mandar a HaeChan y a Jeno a la punta de la China. Subió a su habitación y gruñó cuando recordó la vergüenza que había pasado. Se quitó el uniforme con violencia y se colocó ropa normal. Se acostó en su cama y miró el techo.
—Parece que no tuviste un buen día —susurraron en su oído, chilló asustada cuando vio a JaeHyun acostado a su lado.
¿¡Qué demonios!?
—Dejamos algo pendiente el día de ayer...— susurró de nuevo, moviendo su mano hacia su estómago plano. Anh se removió y trató de alejarse pero lo único que logró fue que el lívido del espíritu sexual subiera.
—JaeHyun... — susurró asustada, él sonrió y se acercó para besarla. Sus labios calientes y deliciosos fundiéndose con los suyos.
Una excitación anormal la recorrió completamente, su cuerpo arqueándose de placer, sus pupilas dilatándose tan mal.
—Mis besos, pequeña Anh, hacen que las hormonas en tu cuerpo hagan ebullición. Te sientes tan caliente que incluso deseas que te toque y calme tu ansia viva de mi— susurró con su aliento sensual golpeando en su oído y colándose hasta su cerebro para que la corriente eléctrica volara hasta su entrepierna, obligándola a cerrar sus piernas.
—Y-Yo... N-oooo— gimió cuando él posó sus manos en ambos pechos, sus pezones endureciéndose ante el sólo tacto.
—Es muy difícil que te resistas, cuando comience a besarte me rogarás que no me detenga —dijo con burla. Los ojos de la chica se desorbitaron y sintió su cuerpo pesado, su alma parecía querer desprenderse de su cuerpo, mirándolos hacer aquel acto tan sucio. —Ahora mismo te tocaré y te gustará —susurró.