Capítulo Diez

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Los Vampiros tardaron varios segundos en notarnos pues cuando al fin los vimos se encontraban ocupados. Antes lo que mis ojos encontraron pude sentir como mi estómago se contraía y la rabia me invadía. Era una escena difícil de procesar. Se encontraban en una gran cámara de la cueva, agrupados, a pesar de que era obvio que él área era mucho más grande. ¿La razón? La cena.

Pude contar, cinco antes de que nos notarán. Cinco hombres y mujeres siendo asesinados. El más cercano se encontraba tumbado en el suelo, decidiendo que luchar ya no valía la pena. Uno de los Vampiros se encontraba sobre el. Sus colmillos profundamente insertados en su garganta mientras otros dos sostenían sus brazos y mordían sus muñecas. La palabra "enfermizo" no alcanzaba a describirlo. Entonces el Vampiro que se encontraba sobre el hombre levanto la cabeza. De su boca chorreaba la sangre mientras se ponía en pie. Olvidando por completo al hombre que había asesinado mientras sus ojos se posaban en nosotros.

- "¿Acaso se trata del postre?" Dijo llamando la atención del resto.

Uno a uno, abandonaron lo que hacían para ponerse en pie. Miller, no había mentido. Se trataba de cientos.

- "¿Creen que sea cierto lo que dicen? E escuchado que la sangre de cazador...tiene cierta, dulzura."

Mi mano se cerró con fuerza sobre el mango de Vitae mientras que extraía una daga con la otra.

- "Es una pena que nunca lo sabrás." Conteste.

Entonces todo comenzó. Corrimos hacia ellos y estos hacia nosotros. Todo se convirtió en un mar de colmillos y garras. Esquivaba y lanzaba golpes con toda la velocidad que podía alcanzar. El primer Vampiro, callo cuando Vitae le atravesó el pecho. Me giré e incline justo a tiempo para evitar las garras de uno de ellos. Mi daga separo la muñeca de su brazo justo mientras Vitae se enterraba en su estómago. Entonces uno en realidad logró tocarme.

El primer golpe me lanzo con fuerza hacia una de las paredes de la cámara. El aire abandono mis pulmones ante el golpe. No me permití tomar un respiro. Tres más cayeron cuando el que me golpeó comenzó a acercarse. Me sonría maliciosamente. La sangre aún cubría su boca pues se trataba del mismo que nos había notado.

- "No puedo esperar a probarte." Me dijo.

Entonces empecé a lanzar golpes. Nos mantuvimos esquivando de parte y parte por varios segundos. Entonces mi bota chocó contra su pecho, desconcertándolo lo suficiente para que mi daga hiciera un profundo corte en su mejilla. Inmediatamente supe que no lograría moverme suficientemente rápido. Justo cuando alejaba mi brazo su mano se levanto. Sentí como las afiladas garras que originalmente habían sido simples uñas, destrozaban el material para alcanzar la piel en mi antebrazo. El dolor cegador me alcanzo cuando estas se introdujeron en mi brazo. Lo suficiente para alcanzar el hueso. Entonces se movió a lo largo antes de que pudiera alejarme. Un grito escapó mis labios. Sabía que la sangre debía estar fluyendo por varios cortes profundos y largos.

Casi logró que mi mano soltara la daga pero la imagen del hombre al que había asesinado hacia solo minutos llego a mi mente. No le permitiría ganar. Apreté los dientes con fuerza para evitar gritar mientras la sostenía. En medio de los golpes, habíamos invertido nuestras posiciones así que la pared, ahora se encontraba a su espalda. Use eso para mí ventaja.

Justo cuando el levantaba sus dedos, cubiertos en mi sangre, hacia su boca me lancé. Debió a ver pensado que el dolor que me había infligido le ganaría tiempo por lo que lo tome de sorpresa. La daga atravesó la piel de su mano y la piedra a su espalda, clavándolo a esta. Una miraba de sorpresa pasó ante sus ojos antes de que mi espada se enterara en su garganta. Desde ese momento en adelante la batalla avanzó con demasiada rapidez ante mis ojos, dejándome con poca recolección. En parte por todos los Vampiros que asesine pero mayormente por el dolor proveniente de mi brazo izquierdo. Solo lo resistí por ser una Cazadora, una humana normal habría perdido la conciencia en medio de la batalla gracias a la pérdida de sangre.

Cuando el ultimo cuerpo chocó contra el suelo el cansancio me invadía. Mi corazón palpitaba con velocidad mientras intentaba recuperar mi aliento. El dolor en mi brazo se había convertido en un palpitar lejano. A penas me sostenía en mis dos piernas. Mis ojos recorrieron la cámara en busca de mis compañeros. Un suspiro escapó mis labios al notar que todos se encontraban en pie. El primero en acercarse fue Nathaniel. Sus labios se movían mientras hablaba pero mi mente se encontraba en un tipo de trance. Solo regrese a mí cuando levantó mi brazo.

- "Te agarro bien." Me dijo.

Con su mano abrió mis dedos para que soltara la daga que aún sostenía con fuerza. A tal punto que los huesos en mis dedos habían comenzado a doler. El mango de la daga se encontraba cubierto en mi sangre cuando al fin la deje caer. La punta de Vitae se encontraba contra el suelo pues la estaba utilizando como soporte.

- "Se podría decir lo mismo de ti." Le dijo mientras empujaba su cabello con gentileza para revelar el gran corte en su frente. Algo de sangre fluía por este. Estaba segura de que en medio de la batalla debió haberle dificultado la vista en algún momento. El mover mi brazo herido causó que una mueca llegara a mi rostro.

Justo cuando el chico comenzó a atar el pedazo de tela que había cortado sobre las heridas en mi brazo me percaté de que algo andaba mal. Darían permanecía en silencio. El que se mantuviera callado, normalmente, era algo imposible. Siempre solía ser el primero en festejar. Coloque a Vitae en su lugar en mi cinturón antes de apartar a Nathaniel. No espere a que terminara de atar la tela. Me forcé a avanzar hacia Darían quien se encontraba al otro lado de la cámara.

- "Max, podrías..." Empecé a decirle al otro chico pues se encontraba más cerca que yo pero no llegue a terminar.

Darían se tambaleó una vez antes de desplomarse en el suelo. Una vez junto a él note lo pálido que se encontraba.

- "Nate, trae a los caballos." Le dije mientras intentaba localizar que sucedía.

Su piel se encontraba ardiendo. Al notar ese detalle empecé a sospechar la razón.

- "Demonios." Dije cuando la idea llego a mi mente.

Entonces note los agujeros en la tela de su camisa justo entre su cuello y hombro. Sin detenerme a pensar, deshice los nudos que ataban su armadura para exponer la tela de su camisa, la cual corte con una de mis dagas. Las marcas de dientes en su piel eran profundas, aunque no más que las de los evidentes colmillos. Todo se volvió un caos en que intentaríamos llegar al Templo antes de que el tiempo se acabara.

Los Vampiros eran excelentes depredadores. Que una persona sobreviviera un ataque era algo que no pasaba nunca pues estos se aseguraban de además de tomar su sangre, llevarse su vida con ellos. Aún así, tenían un...método para ocasiones en que las cosas no solían pasar de acuerdo a su plan. Una vez los colmillos de un Vampiro se enterraban en tu piel, aseguraban tu muerte. Estos vertían una sustancia que le arrebataba la vida a la víctima en uno o dos minutos. Lo primero que causaba era parálisis, luego llegaba la fiebre quién era la que lanzaba el último golpe.

El ser Cazadores significaba que teníamos más resistencia a esta que un humano. Mientras que ellos solo podían resistirla por alrededor de dos minutos un Cazador podía aguantar media hora aproximadamente. Esa era la cantidad de tiempo que teníamos para regresar al pueblo, alcanzar el Templo y orar que la vida de nuestro compañero no se encontrará fuera de alcance.

Un Cruel DestinoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora