Capítulo Catorce

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  Los días que transcurrieron fueron algunos de los cuales casi no recordaba nada. Abandonamos el Templo de Gnillaf sin despedidas pues a pesar de que intente encontrar a Naomi me indicaron que los Cazadores se encontraban entrenando en algún lugar del pueblo. Ese mismo día note que Maximus, Darían y Kaila portaban los collares que había cargado Nathaniel. El mío aún colgaba de mi cuello. No fui capaz de ver al chico a los ojos durante días. El viaje a casa fue uno mucho más largo debido a las constantes paradas para que Darían pudiera descansar.

  Cuando al fin encontramos a los árboles que rodeaban a Danlgib la herida en mi brazo había sanado por completo. Tres largas cicatrices tomando el lugar de las suturas. A pesar de que era noche, no nos detuvimos anhelando el regresar. Más que nada anhelando una buena cena y nuestra cama. Una vez en el Templo decidimos no molestarnos con cualquier otra cosa. Todos nos dirigimos a nuestras habitaciones.

  Eran altas horas de la noche cuando alguien tocando mi puerta causó que despertara. Fui a esta prácticamente arrastrando los pies mientras me colocaba una bata. Una vez mis ojos lograron encontrar a la otra persona entre la oscuridad el cansancio abandono mi cuerpo. Mis ojos se abrieron de par en par. Era la primera vez que veía a Davies en semanas. No diría que lo extrañe porque sería una mentira.

Con tan solo verlo era evidente que no había dormido en toda la noche.

- "Disculpa la hora, Amira." Me dijo mientras yo continuaba observándolo congelada. "Cámbiate, te espero en mi oficina. Por favor, date prisa." Con eso se giró y desapareció por el corredor.

  Lo obedecí. Dirigiéndome al baño para cambiarme de ropa. Gracias al agua que golpeó mi rostro me encontraba aún más alerta mientras caminaba por los corredores. Era obvio que todos dormían. ¿De qué se trataría? ¿Qué podía ser tan urgente? Minutos después llegue a su oficina. Me detuve frente a la puerta. Contemplando que hacer. Si en ese momento hubiera tenido alguna idea de lo que me esperaría tras esa puerta, jamás la abría abierto. Habría huido en la otra dirección pues hacerlo me abría evitado mucho dolor.

Me habría evitado descubrir una verdad que quizás mi corazón no estaba preparado para soportar.

  Encontré a Davies sentado junto a la ventana con una copa en manos. El contenido de esta era obviamente vino. Nunca lo había visto tan nervioso durante todo el tiempo en que lo había conocido. Con un gesto de la cabeza me indicó que tomará asiento en la silla situada al lado opuesto de la ventana.

- "¿Ya tienes dieciocho años, cierto?" Dijo una vez tome asiento.

Solo asentí como respuesta. Davies soltó un suspiro y tomo un largo trago.

- "Necesito que escuches cada una de mis palabras con atención."

- "¿Señor, está bien?"

- "¡Amira!" Su mano choco contra la pared causando que saltara por la sorpresa.

- "Lo haré."

- "Muy bien. Yo...¿Por dónde debería comenzar?" Froto su rostro con su mano libre. "Yo conocí a tu madre."

- "¿Eso que tiene de importancia?"

- "Solo, escúchame. Por favor." La frustración era evidente en su tono por lo que decidí, mantendría silencio. "Por desgracia, aún lo recuerdo todo."

Flashback

  Las heladas gotas de lluvia que caían del oscuro cielo golpeaban el cuerpo de Henry Davies tal como si se tratara de dagas. Su ropa no hacía nada para mantener el frío afuera. Sus manos, que sostenían las riendas del caballo, se encontraban entumecidas. Temía que una vez tuviera que detener su apresurado galope, no sería capaz de moverlas. El cansancio que lo había invadido en la noche era un lejano recuerdo. El anciano cabalgaba al frente. Parecía que en cualquier momento el viento lo arrancaría del caballo. Se trataba del mismo hombre que había llegado corriendo al Templo. Solo sostenía una fina sabana para protegerse de la tormenta mientras había comenzado a golpear las puertas. Repitiendo una y otra vez que su hija estaba dando a luz. Qué su hija traería a este mundo un nuevo Cazador.

Un Cruel DestinoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora