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Mark nunca fue del tipo de persona a la que se le da bien socializar. No tenía amigos de su misma edad, nunca los tuvo. Pero hoy en día, no era algo que le molestara.

Desde que tiene memoria, Yoonoh ha estado siempre para él. Lo que había comenzado con un simple favor que Jae hacía a la madre del menor al cuidarlo por las tardes mientras ella trabajaba ( luego de que los padres de Mark se divorciaran y su madre lo llevara de vuelta a Corea con ella), terminó convirtiéndose en una fuerte amistad que perduraría hasta el presente. Destino lo llamaba el de hoyuelos. Para el menor más bien era casualidad.

Pero a pesar de tener a Yoonoh con él durante las tardes, el menor estaba solo en la escuela. No tenía nadie con quién jugar o compartir banco en clase, o algún grupo de trabajo y siempre terminaba con quienes les faltaba una persona. Terminó por acostumbrarse al hecho de estar todo ese tiempo solo.

Afortunadamente, esto duró tan solo hasta la secundaria, cuando Jae le dio la maravillosa idea de cambiarse a su escuela. Fue ahí cuando conoció a los otros chicos, y aunque la situación respecto a sus compañeros de clase seguía igual que en su otra escuela, se sentía un poco menos solo.

Por eso mismo, haber podido establecer una conversación con un fantasma, había sido algo así como la situación más extraña que había vivido en sus diecinueve años de edad. Una parte de él, más allá de estar asustado, estaba fascinado.

Esa madrugada de domingo, ambos "hablaron" durante horas. Donghyuck era un tipo interesante; preguntaba mucho pero respondía poco (cuando se suponía que debía ser al revés), él parecía no querer contar mucho sobre su vida, por lo que Mark sólo sabía unas pocas cosas importantes, como que tenía dieciséis cuando falleció, que esa era su casa, y luego un montón de cosas triviales, como su color favorito, la música que le gustaba y que amaba tomar sol en las tardes de verano, entre otras.

En cierta forma, que el chico fantasma hablara tanto facilitaba mucho las cosas, ya que a Mark le costaba sacar conversación, así que se limitaba a responder y preguntar un simple ¿y tú? cuando la situación lo ameritaba, aunque el chico no siempre respondiera de forma directa.

Definitivamente, Donghyuck era un tipo agradable y parecía feliz a pesar de su condición. Mark suponía que lo había sido en su anterior vida y tal parece que su esencia no cambió después de muerto. O tal vez sí.

Lo que Mark sí tenía claro, era que con cada palabra que el chico decía, él tenía aún más curiosidad sobre cómo había muerto. Pero prefirió no volver a preguntar.

Cuando el mayor empezó a tener sueño, Donghyuck no tuvo ningún problema con dejarlo ir, pero le hizo prometer que al día siguiente volverían a hablar. Mark aceptó sin problema, pues para él no lucía como una amenaza. Más bien, parecía un niño que sólo quería volver a jugar, y eso enterneció su corazón.

Luego de terminar la sesión y ordenar todo cuidadosamente para no hacer ruido, Minhyung calló en los brazos de morfeo y no despertó hasta el mediodía, con una llamada pérdida de su mamá, y una nota de esta misma acotando que no volvería hasta la noche, que disfrute de su último día de vacaciones y que había comida en el congelador que podía sacar cuando tuviera hambre. Y la sensación de que alguien lo observaba.

유령; ghost • markhyuckDonde viven las historias. Descúbrelo ahora