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Era lunes por la mañana y Donghyuck se sentía aún más cansado que el viernes al llegar de la escuela. El corte en su mejilla derecha parecía estar sanando y sus moretones, aún visibles, dolían un poco menos. Los raspones de sus nudillos seguían iguales y sus ojos, un poco hinchados por estar llorando la noche anterior.

Con cuidado se levantó y vistió, acomodó sus libros dentro de su mochila y bajó a desayunar. Se sentó en la mesa del comedor, frente a él estaba su padre leyendo el periódico. Desde ahí se podía escuchar a su madre preparando el desayuno en la cocina.

-Te llevaré con tu tío el miércoles. Hablé con él ayer por la noche y dijo que tenía un lugar libre en sus clases de taekwondo, por lo tanto no habrá ningún problema. Las cosas no pueden seguir así.- la intensa mirada que daba el señor Lee por encima de sus lentes de lectura pesaba sobre los hombros del pequeño de cabellos rojizos. Se sentía tan intimidado por la mirada de su padre que se obligó a si mismo a agachar la cabeza y hacerse pequeño en su asiento.

En ese momento llegó su madre con una bandeja con waffles, miel, tostadas, mermelada, jugó y café. Luego de depositar todo sobre la mesa, saludó a su hijo con un beso sobre la coronilla de su cabeza, luego desordenó su cabello con la mano y le regaló una cálida sonrisa la cuál su hijo le devolvió. La mujer se mantuvo callada durante unos minutos mientras examinaba las cortadas y raspones que llevaba su hijo. El chico comía animadamente.

-Hay que desinfectarlas...- habló de forma calmada, pero su voz denotaba preocupación. Hyuck se tensó.

-Ya debo irme a la escuela.-  limpió su boca con una servilleta de tela blanca y se levantó. Saludó a su padre con una reverencia y su madre con un abrazo. -Ten cuidado- susurró esta en su oído. Él tomó su mochila y fue directo a la parada de autobús donde esperó por unos minutos hasta que llegó su mejor amigo, Renjun.

Éste se veía peor o tan mal cómo él. Llevaba el labio inferior roto en el lado derecho y varios cortes en su mejilla izquierda y un parche en el tabique de su nariz, lo que indicada un severo corte en esa parte. Tenía un raspón que iba desde la parte derecha de su mandíbula hasta el mentón. Donghyuck se compadeció de su pobre y flacucho amigo, y pensó que si así estaba su cara, sin duda tendría el cuerpo hecho pedazos. Rogó porque a esos iljins no se les ocurriera golpearlos hoy otra vez. Aún no se habían recuperado de lo sucedido el viernes, y si volvía a pasar, teniendo en cuenta todos los golpes que ya poseían, lo más probable era que terminaran en el hospital. (Otra vez.)

-¿Cómo se encuentran tus heridas, Haechan?- preguntó el chino, usando ese apodo con el que solía llamar a su dongsaeng.

-No tardarán mucho en sanar. ¿Tú cómo estás?- Hyuck acomodó su mochila sobre su hombro mientras comenzaban a caminar.

-Me duele respirar- contestó, riendo de forma amarga.

El pelirrojo miró hacia delante, con la cabeza en alto, respirando el aire frío de la mañana y dejando que los primeros rayos de sol que se asomaban por el este chocaran contra su piel, haciéndolo sentir vivo. -¿Hasta cuando seguirá todo esto?.

El mayor lo miró. -No lo sé, tal vez hasta que terminemos la escuela, o más. Quién sabe.

Hyuck se paró en seco. -Quiero irme de aquí, hyung.

-¿Hablas de la escuela? Porque si es así, fuiste tú quien hace unos meses le dijo a sus padres que no lo cambiaran de institución- y eso era cierto, pues se negaba a dejar a Renjun solo en un nido de víboras como era ese lugar.

-No...- El cielo naranja hacía que la piel del joven se vea aún más dorada. Se acercaban los días cálidos, eso lo hacía feliz.

Su amigo lo miró curioso. -¿Acaso quieres volver a Jeju?- hizo una rabieta. -¡No te lo permito! No me dejes aquí sólo.

유령; ghost • markhyuckDonde viven las historias. Descúbrelo ahora