Un pasaje de vuelta hacia atrás que me lleve a pasear donde niño

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Desperté exhaltado y miré el reloj en la pared; ya era mediodía. Corrí al baño para después vestirme.

—Tn___, Tn___.
—Hmm — Rezongó.
—Despierta Tn___, nos quedamos dormidos; son las doce.
—Maldición.

Abrió los ojos de golpe, se los restregó y se destapó. Se puso las pantuflas y tras tomar lo primero que pilló se encerró en el baño. Partí a la cocina a preparar café y algo que no fuese tan pesado.

—Tn___, ¿Sabes dónde quedaron los termos? — Pregunté revisando puerta por puerta.
—Están abajo en la tercera puerta — Dijo con un elástico en la boca recogiéndose el pelo en una coleta.
—Gracias — Dije vertiendo el café en cada termo — ¿Nos vamos?
—Vamos.

Bajamos las escaleras hasta llegar a la entrada del edificio, una vez abajo salimos a tomar un autobús que nos dejara en la estación y una vez allí tomamos el metro que por suerte no iba tan lleno como de costumbre. Cuatro estaciones más allá nos bajamos, Tn___ fue al baño; avanzando las semanas más era la presión en su vejiga y por lo tanto no podía retener la orina como cualquier persona común y corriente. Caminamos unas seis cuadras y finalmente llegamos a mi viejo hogar.

—Está cerrado con candado — Dijo Tn___. Lo llamé por teléfono, nada — Quizás debas llamarlo tú mismo — aclaré mi garganta.
—¡Aló! — Nada aún — Tendrá que ser como en los viejos tiempos — Advertí — Necesito que te muevas un poco de ahí.

Retrocedí una distancia considerable y corrí hasta saltar la reja, me sentí de nuevo como un adolescente.

—Debe estar por aquí — Dije buscando entre los arbustos — Sage nunca lo ha encontrado.
—¿Qué cosa?
—Aquí está.

Finalmente encontré el martillo y tras un certero golpe rompí el candado abriendo el portón.

—Tu padre te convertirá en sapo cuando sepa que le rompiste el candado — Dijo Tn___ con cierto tono de asombro y advertencia. Me encogí de hombros.
—Ese viejo loco ya está acostumbrado; hasta se hizo un presupuesto para candados — Respondí entre risas golpeando la puerta, aún nada.
—Tal vez creyó que no vendríamos y salió.
—Lo dudo — Negué — ¡Papá!
—A lo mejor salió Manigoldo, deja de gritar.
—¡Sage!
—Podemos esper...
—¡Viejo loco! — El mismo coscacho que en mi sueño me saludó.
—¡¿Cómo que viejo loco?! — Gritó indignado.
—Te dije que no gritaras — Dijo Tn___ tras un suspiro.

Tras esa entrada no triunfal padre e hijo se abrazaron, conocí una nueva faceta de Sage la cual me sorprendió y entró en contradicción con la imagen del padre severo que tenía sobre él. Tras saludarme animado y cariñoso nos invitó a pasar, parecía que el tiempo se hubiese detenido en aquel living, ambos se dirigieron a la cocina a preparar el almuerzo mientras recién me percataba de las fotografías esparcidas en las paredes; allí estaba Manigoldo jugando en el patio de niño, otra foto con él posando con una guitarra acústica; no sabía que tocaba, otra con Sage creo que durante su pubertad o adolescencia, más a la derecha una de su graduación; sonriente vestía el uniforme de su colegio portando su certificado de licenciatura junto a Sage de terno y corbata, una foto con unos jóvenes de pelo azul, amarillo medio pálido y celeste en lo que parecía ser una fiesta de gala; seguro eran amigos de él. Me pareció raro el no ver foto alguna de él durante sus primeros años y aún me daba vueltas el hecho de que Manigoldo haya roto el candado. Algo no me calzaba.

—Está listo el almuerzo — Avisó Manigoldo secándose las manos con un paño mientras Sage llevaba los platos al comedor — ¿Te sientes bien?
—Sí, sólo que no me había dado cuenta de las fotos en la pared — Dije mirándolas una vez más. Él rió.
—Esas son las fotos más decentes que tengo, cuando veas el álbum no podrás de la risa.

El almuerzo transcurrió de manera normal, juntos habían hecho un puré mediterráneo con pollo escabechado como plato principal, de entrada se notaba la mano y presentación de Manigoldo; era una ensalada de mariscos con zanahoria picada en delgados cuadritos y lechuga escarola, junto a las típicas torrejas de limón a un costado. El postre me confesó Manigoldo que lo había preparado Sage; era un mousse de moka con nueces. Una vez retirada y lavada la loza Sage envió a Manigoldo a comprar unas cosas para comer más tarde.

—Manigoldo me dijo que esperan a una niña — Asentí — Ojalá no sea tan inquieta como lo era él — Ambos reímos, se puso de pie — Aquí tengo el álbum del que te hablaba antes.

En las fotos se veía a Manigoldo corriendo con comida en la boca, jugando con bolitas en una plaza con quienes lo acompañaban en la foto de su gala y también varias con dicho muchacho de cabellos rubios y una niña de cabellos color ámbar notoriamente mucho menor que ellos.

—Ellos son sus primos; Shion y Yuzuriha. Son los hijos de Hakurei, a quien conocieron en el hospital — Aclaró Sage apuntándolos — A menudo Manigoldo iba a la panadería a robarse el pan dulce cuando era un niño; le encanta el anís que lleva y bueno... — Tras darle la vuelta a la hoja revelaba una foto dándole un coscacho — Como padre debía tomar cartas en el asunto — Dijo cerrando el álbum, me hacía mucho ruido el hecho de que no hubiesen fotos de él en su temprana infancia.
—A veces noto mucha melancolía por parte de Manigoldo y la verdad es que prefiero preguntarle a usted sobre eso ya que intuyo lo conoce mejor que nadie — Tal parece lo había tomado por sorpresa — También me dí cuenta de que a pesar de ser hijo único no conserve fotografías de sus primeros momentos y mucho menos de su madre — Resopló con la misma melancolía que él.
—Te contaré la verdad Tn___.

Trátame SuavementeDonde viven las historias. Descúbrelo ahora