Capítulo 5.

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Estaba desayunando sola ya que aparentemente todos estaban ocupados por un supuesto ataque en la frontera sur del país, ni siquiera la pequeña Lily estaba aquí ya que estaba en sus clases de ballet.

No había visto a Harry en todo el día, pero no es que me de vergüenza o algo, nunca he sido una chica así, jamás me avergüenzo de nada y eso es un punto a mi favor.

De todas formas no creo que lo recuerde, estaba muy borracho.

- Dios mío Katy, acá estas, te he estado buscando toda la mañana.- Dijo Ali al entrar en el comedor, colocándose una mano en el pecho tratando de reducir su respiración agitada.

- Bien acá me tienes, buenos días a ti también.- Dijo con humor, y ella rió un poco nerviosa.

- Pensaba que te habías escapado o algo, Dios el Presidente me hubiera matado si te perdíamos.- Dijo mientras anotaba algunas cosas en la carpeta que siempre llevaba. -Quiere hablar contigo por cierto.- Dijo subiendo la vista hacia mi unos segundos y luego devolviéndola a su carpeta.

- ¿Cuándo?- Pregunté sorbiendo lo último que quedaba de mi jugo de naranja.

- Bueno su cronograma dice que en 5 minutos, así que será mejor que vayas yendo.- Dijo tomándome de la mano apresurándose hacia el ascensor y marcando el piso 2, donde se encontraba la Oficina Oval. - ¿Nerviosa?-Preguntó Ali distraídamente enrollandose se un mechón pelirrojo de su hermoso cabello.

Yo reí.

- El nervioso debería ser él.- Dije justo cuando las puertas del ascensor se abrieron, salí con una sonrisa descarada y moví mis caderas lo más sexy posible recibiendo miradas tentativas de los trabajadores allí presentes, deteniendome finalmente en la puerta de la oficina donde dí una mirada coqueta a cada guardia, quienes intercambiaron miradas y la abrieron de par en par dejándome pasar con el mismo caminar de antes.

Habían al menos 20 personas en ese lugar y en cuanto me acerqué a la silla al frente del escritorio de Harry, le hice una seña amable al hombre de allí para que se moviera y me senté cruzando mis piernas como reina.
Harry estaba inmerso en unos papeles, se veía muy cansado a pesar de que eran las 10 AM, estaba usando lentes de fórmula y tenía la corbata deshecha.

Todos estaban esperando a que dijera algo.

- Pensé que el Presidente debía al menos tener la corbata bien hecha.- Dije sonriendo, porque al oír mi voz se tensó, pero luego subió su vista verde hacia mí y me regaló una sonrisa cansina.

- Por favor, déjenme un momento a solas con la señorita Carter.- Dijo tranquilo dándoles una mirada a todos allí.

Salieron prácticamente volando de la oficina, incluso los dos guardias que estaban adentro.
Harry se volteó y sirvió un poco de whisky en un vaso con hielo y agua.

- No me complace saber del todo que viva con un alcohólico, Señor Presidente.- Dije seria, nunca me tomaría algo así en broma.

Sus ojos estaban en los míos mientras tomaba un largo trago de su bebida.

- Lamento decirle que eso no es su problema, Señorita Carter.- Dijo en el mismo tono que yo había usado antes.

- Lo es cuando a las 2 AM usted trata de llevarme a la cama mientras llora con un bebé.- Dije despreocupada mirando mis uñas y luego volviendo mis ojos a los suyos, que ahora estaban más oscuros que antes.

Él lo recordaba.

Se paró de golpe tomándome de la muñeca parándome con él, su agarre era fuerte al igual que su mirada, e hizo que diera la vuelta para colocarme sentada en el escritorio con él entre mis piernas.

Señor PresidenteDonde viven las historias. Descúbrelo ahora