Capitulo 14

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—Nicolás—

Los golpes en la puerta principal, me hicieron saltar en mi lugar. Me incorpore con lentitud y mire con miedo la puerta de la habitación, ¿Había vuelto?

Nuevos golpes en la puerta, me hicieron salir de mi trance. Solté un suspiro de alivio y baje la cama con cuidado. Mis piernas temblaban y mi espalda ardía.

Camine con pasos lentos hacia el baño, una vez ahí, me mire al espejo, llevando mi mano a la mejilla lastimada.

—¡Ngh...! —ahogué un quejido al pasar mis yemas por ella. Estaba ligeramente inflamada.

Apretando mis labios, me quite la polera que llevaba, volteándome un poco. No eran muy marcadas las heridas, pero si estaban inflamadas y ligeramente rojas.

Me sumergí en los recuerdos. Matías no era así, estaba seguro de ello, pero no sabía que es lo que estaba pasando.

Los golpes de la puerta volvieron. Me volví a colocar la polera y camine hacia la puerta principal.

¿Quién podría ser?

Abrí la puerta, sorprendiéndome de la presencia de la vecina frente a mí.

—¿Vecina? —pregunte confundido.

—Mi niño... —la preocupación se notaba en su semblante—. ¿Está todo bien?

Sentí un ligero temblor en mi cuerpo.

—Ah... —comencé a hiperventilar.

Si Matías se enteraba que alguien había venido por el alboroto, se molestara más.

—Si... —logre musitar.

—Pequeño —ahogué un quejido cuando la mano de la señora se poso en mi mejilla lastimada—. Estas herido.

—No... —me aleje con temor—. Estoy bien.

La expresión de ella, me decía que no creía lo que estaba diciendo. No la culpo, ni yo mismo me creo.

—Pero tu mejilla...

— ¡Me golpeé! —hable apresuradamente—. Con la puerta...

La señora guardo silencio unos segundos. Silencio tan incomodo que no pude evitar removerme en mi sitio.

—¿Y Matías? —su pregunta me hizo entrar en pánico.

Esto se me estaba saliendo de las manos.

—Ah... —balbuceé, estaba nervioso y mi cuerpo me delataba fácilmente—. Él...

—¿Tiene algo que ver con tu mejilla? —insistía.

Di un corto paso hacia atrás.

Sé que debía buscar ayuda y terminar todo esto. Pero decirlo era más fácil que hacerlo.

Tenía miedo.

—Nicolás —la voz de la señora me hizo salir de mi trance, ¿Por qué seguía aquí?—. Acaso... ¿Él te golpeo?

—No... él...

Por favor... váyase.

—¿Señora Flores?

Sentí como mi corazón y respiración se detenían de golpe. La voz de Matías había llegado a mis oídos.

Alce la mirada. Ahí en el umbral de la entrada estaba Matías, al lado de la vecina del piso de abajo. Cargaba una bolsa plástica, y gracias al cielo, su ceño estaba relajado.

—¿Paso algo? —preguntó.

—Si —respondió la señora—. Escuche un alboroto y Nicolás esta lastimado.

—Ya sabe como son de torpe las personas —sonrió mi novio, palmeando la cabeza de la baja señora—. No se preocupe.

—Pero...

—Mire —alzo la bolsa de plástico, apuntándola con su mano libre—. Vengo de la farmacia, ahora mismo curare esa herida.

La vecina miro unos segundos a Matías, de manera desconfiada. Finalmente clavo sus cansados ojos a mí.

—Con permiso —y sin más, se marcho.

Retrocedí casi por inercia, cuando el alto cuerpo de Matías entro al departamento y cerró la puerta tras de él.

—Veamos... —pronuncio de manera lenta.

Sentí como el miedo volvía a invadir mi cuerpo.

Esto parecía una pesadilla sin fin.

Golpes de Amor [B-L/Gay]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora