Rachel

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Rachel

Observar a Damián trabajar, pese a que no intercambiaban palabra alguna en el proceso, era una de las cosas que la joven más disfrutaba de su noviazgo con el Wayne.

Pese a lo que la mayoría pensaba, su relación no había sido sencilla. Ninguno de los dos tenía idea de cómo ser una pareja y los ejemplos ambos sobre ello eran prácticamente nulos. Discutían todo el tiempo por cosas que carecían de sentido y en más de una ocasión los celos les pasaron factura a ambos. Lo único que salvo su relación del fracaso total fue que antes de convertirse en novios habían sido buenos amigos y esa amistad les impulsaba a dejar de lago el orgullo y pedir disculpas cuando era necesario.

Para su sorpresa fue Kori, la actual novia de Dick, quien les hizo entender a ambos que para que su relación funcionase esta debía ser solo suya, sin importar si eso significaba que era diferente a lo que el resto esperaba de ellos.

Una vez que entendieron ello las cosas avanzaron de forma sencilla, Rachel dejo de preocuparse por la frialdad de su novio aprendiendo a ver que el amor de Damián se manifestaba en la forma en que este escuchaba con atención a todo lo que ella decía en lugar de atosigarle con flores y regalos vanos que en realidad no le impresionaban. A su vez acepto que para hacer a su novio feliz bastaba con acompañarle en silencio en lugar de los incordiantes mimos que Gar tanto había insistido todos los hombres disfrutaban y a Damián fastidiaban.

Poco a poco se establecieron en su relación y juntos descubrieron lo bien que se sentían al respecto, eran una pareja de ancianos como Colín les llamaba, pero así eran felices.

- ¿Qué opinas? - le pregunto Damián obligándole a despegar los ojos de su lectura para centrarlos en la pintura que hasta hace unos segundos aun acaparaba la total atención de su novio.

Rachel le observo anonadada, sus ojos completamente abiertos parecían no creer lo que observaba frente a sí. El óleo estaba fresco y aún faltaban ciertos detalles, sin embargo a simple vista el cuadro era hermoso.

Allí sobre el lienzo se encontraban plasmados Helena y Víctor sonriéndose mutuamente con sinceridad como si no tuviesen los ojos vendados y el otro pudiese observarle sin impedimento alguno, sus frentes unidas reflejaban una intimidad que le hacía querer llorar y la carencia de prenda que les cubriese solo confirmaba la confianza mutua que la imagen reflejaba; todo en ellos gritaba "Te amo y confió plenamente en ti" y Rachel no pudo menos que llevarse las manos al corazón en un intento de que este dejase de latir con fuerza y anhelo.

- Son maravillosos. - exclamo cuando por fin las palabras se vieron capaces de encontrar camino fuera su garganta.

- Si te he causado esa impresión entonces creo que logre reflejar la forma en que veo su relación. - comento Damián con una sonrisa que se acercaba peligrosamente a la definición de seductora.

Rachel intento concentrarse en el hecho de que su novio le agradecía una opinión tan buena sobre su trabajo, después de todo ella se había convertido en la principal crítica de su arte. Aun cuando de los diez cuadros que debía entregar antes de que iniciara el verano ella solo había visto tres y debía admitir que moría de curiosidad por los otros.

Sin embargo para su desgracia Damián parecía tener otros planes en mente pues se acercó hasta ella y sin permitirle reaccionar le beso con intensidad, explorando con curiosidad y deseo cada rincón de su boca, causando que ella enredara sus dedos en el cabello de su pareja intentando profundizar el contacto y dejándose derretir ante las caricias del mismo.

Pronto el contacto se volvió insuficiente, ambos deseaban ir mas allá y aunque no era la primera vez que sucedía en esta ocasión las cosas eran un tanto diferentes pues se encontraban en el estudio de Damián en la mansión y no en la intimad de su habitación; lo que menos deseaba era que alguien los encontrara en una situación tan vergonzosa.

- No hay nadie en casa. - dijo el muchacho como si leyera sus pensamientos. - Y he puesto llave a la puerta. - añadió con una sonrisa cínica.

- ¿Ni siquiera Alfred? - pregunto ella consciente de que el muchacho lo había planeado todo desde el principio.

- Ni siquiera Alfred. - contesto el Wayne, conocedor de que había ganado esa batalla.

Rachel no dijo nada más, simplemente le beso de nuevo y dejo que la situación siguiera su curso permitiendo que Damián le hiciera el amor entre lienzos y pintura.

Gotham Academy - A Damian Wayne's StoryDonde viven las historias. Descúbrelo ahora