Rachel

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Raven

- Bueno petirrojo, recuerda que pasare por ti apenas termine la práctica. - dijo Maya al despedirse de Damián antes de entrar a su práctica de Judo como todas las tardes después de la escuela y sin esperar respuesta del joven.

Maya les había pedido tanto a él como a Colín que la acompañaran a buscar un vestido para el baile pero el pelirrojo debía volver temprano a casa por petición de su tía y apenas terminara con las actividades del club de jardinería saldría corriendo de la academia.

Por su parte Damián no pudo negarse pues precisamente ese día no tenía práctica de esgrima ni taller de arte, actividades entre las que dividía su tiempo después de clases. Él no pensaba poner un pie en ese baile ni muerto, pero no por ello arruinaría la nube de felicidad en la que Maya flotaba desde que había sido invitada al mismo por Duke Thomas de segundo año.

La joven le había prohibido ir al salón de arte pues sabía que una vez allí sería imposible sacarlo antes del anochecer y Damián previniendo causar la ira de su amiga había aceptado esperarla en la biblioteca.

Aprovecharía su estancia ahí para buscar algo de inspiración que mucha falta le hacía, en solo una semana las clases terminarían para dar paso a las vacaciones de verano y con ello solo le quedaba un mes más para poder enviar los dos sketch de muestra con los que sería evaluado para calificar como participante del concurso al que el profesor Rayner le había aconsejado entrar.

Si era seleccionado se le asignaría un tema para trabajar y contaría con otros seis meses para completar un total de diez cuadros que serían evaluados por un jurado experto en el área, lo que implicaba que estaría bajo mucha presión al compaginar sus estudios con las fechas de entrega, algo que suponía era parte de la prueba.

Sin embargo el concurso era demasiado importante para Damián como para echarse atrás; en caso de resultar elegido en Central City, sus obras pasarían a la selección nacional donde si lograba quedar entre los tres finalistas obtendría una beca completa en la escuela de arte que deseara y además sus obras recorrerían el mundo como parte de la exposición de la famosa escultora Shayera Holl.

Sus padres podían pagar cualquier escuela que él quisiera y lo sabía, pero esto era algo que necesitaba obtener por sí mismo. Si ganaba esa beca con nada más que su esfuerzo y talento entonces finalmente sería libre de las cadenas invisibles que el legado de su familia arrojaba sobre él.

Incluso las pinturas y los lienzos habían sido un regalo de Helena y Jasón que tras enterarse de sus intenciones insistieron que no usara ni un solo centavo del dinero de sus padres para lograrlo.

A estas alturas Damián tenía preparadas más de dos muestras listas para ser enviadas que a pesar de lo bien realizadas aun no le convencían del todo, incluso el profesor Rayner le había dicho que aunque la técnica era perfecta carecían de pasión, lo cual, aunque molesto, era completamente cierto pues últimamente se sentía bloqueado emocionalmente.

Mientras recorría los pasillos de aquella biblioteca buscando "pasión" se encontró con quien menos esperaba y a quien tenía meses intentando encontrar, la dueña de aquel diario que tanto le había impresionado.

Ella al verlo pareció reconocerlo de inmediato pero no hizo amago de acercarse pues no lograba saber que reacción esperar del muchacho.

Decidiendo que debía ser él quien iniciara el contacto, Damián camino hasta la joven que se encontraba sentada sobre una de las escaleras que permitían acceder a las repisas más altas de los libreros, tenía un par de libros en sus manos y lo observaba fijamente con curiosidad pero sin expresión alguna.

- Mi nombre es Damián Wayne. - se presentó el joven. - Hace unos meses nos encontramos en el pasillo principal de la academia. Para ser más exactos me arrollaste.

Ante esto último la joven se sonrojo de manera apenas visible y decidió bajar de la escalera para presentarse correctamente.

- Soy Rachel Roth. - dijo ella extendiendo la mano hacia el en forma de saludo. - Lamento mucho lo de aquella ocasión, no era mi intensión herirte.

- No lo hiciste. - contesto él seco. - Pero olvidaste algo y te he buscado para devolverlo.

Esta confesión provoco un verdadero sonrojo en el rostro de la chica junto a una expresión de comprensión, dejando claro que sabía a qué se refería.

- El diario. - dijo ella.

- Así es. - contesto Damián disfrutando un poco de la consternación de la muchacha, era obvio que le avergonzaba saber que alguien tenía entre sus manos aquel objeto, pero no entendía la razón de ello, su poesía era buena, bastante buena en realidad, debía sentirse orgullosa, no apenada.

- ¿Lo tienes contigo? - pregunto ella superando de a poco la vergüenza con la esperanza brillando en la mirada.

- No. - contesto él. - Mañana por la tarde.

- ¿Qué? - pregunto confundida ante tal respuesta.

- Te lo entregare mañana por la tarde. - continuo él. - Búscame en el salón de arte.

Y dicho esto se marchó de allí con una interesante idea bullendo en su mente la cual finalmente tomo forma al escuchar la forma tan extraña que tenía Maya de llamarle.

- ¡Petirrojo! - grito la chica lanzándose a la espalda de su amigo. - Es hora de irnos, las tiendas nos esperan.

Damián chasqueo la lengua con fastidio pero su amiga apenas y se inmuto, solo Maya era capaz de ignorarlo olímpicamente sin que él se sintiese ofendido.

Sin embargo en el fondo el chico se sentía mejor de lo que aparentaba, finalmente tenía la idea perfecta para sus muestras y todo era, de alguna extraña manera, gracias a Rachel Roth.

o-o-o-o-o-o

Lo se, no tengo perdón, de nuevo tardando horrores, me sorprende que aun existan personas leyendo esto, es solo que con el trabajo no tengo tiempo de corregir mis historias como antes, tengo mas de diez borradores que no han sido revisados y por tanto no he publicado. u.u

Gotham Academy - A Damian Wayne's StoryDonde viven las historias. Descúbrelo ahora