Tim

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Tim

¿Cómo es que la situación se le había ido tanto de las manos?

Sus padres estaban furiosos con él pues, pese a lo increíblemente desobligados que ambos eran, sabían que era culpa suya que Damián dejara la mansión para irse a vivir con Helena. Durante los primeros meses intento convencerse a sí mismo que ello no le importaba, que ser la causa de que su, ya de por si abandonado, hermano se alejara aún más de la familia no le afectaba en lo más mínimo...aun cuando por supuesto era mentira.

Steph también estaba molesta con él por eso y ahora incluso Conner le odiaba, bueno no es que en realidad le odiara, pero le había pedido tiempo a solas argumentando que esa guerra que insistía en mantener con el menor finalmente le había colmado la paciencia.

"No eres el mismo del que me enamore." - había argumentado el Kent, y algo dentro de él se había roto tanto que aún se sorprendía de no haberse puesto a llorar allí mismo como deseaba.

Timothy siempre pensó que mientras tuviera a Conner a su lado nada más importaría, pero ahora que era mayor se sabía perdido y solo, pues por sí mismo se encargó con sus actitudes infantiles y groseras de alejar a todos los que alguna vez se preocuparon por él; a Damián ni siquiera le dio la oportunidad de aprender a quererle.

Desde que el menor naciera Tim se sintió un poco celoso y desplazado, un sentimiento perfectamente normal en cualquier hermano mayor y que sin duda Dick había experimentado con la llegada de Jasón y este con la suya propia. Sin embargo pese a eso Tim le tenía cariño al pequeño, cuando pequeños disfrutaba de apretujar las en ese entonces regordetas mejillas del bebe, y lo que más le gustaba de él eran sus ojos gigantes y expresivos, herencia especial de su madre. Si lo pensaba con cuidado, de no ser por sus propias decisiones egoístas, la relación entre ambos podría haber sido completamente diferente, pues incluso a él le resultaba imposible negar que, pese a lo difícil que resultaba a veces, no querer a Damián una vez que le conocías era imposible.

Tim siempre supo que era diferente a sus hermanos, no por nada se le consideraba el más inteligente de los cuatro. A temprana edad se dio cuenta que el cariño que albergaba por su mejor amigo distaban mucho del de una simple amistad. Lo más importante es que sabía sus sentimientos eran correspondidos, las miradas, las sonrisas y los discretos roces eran la manera que ambos tenían desde la tierna infancia para demostrarse esos sentimientos que les superaban.

Por supuesto el tercero de los hermanos también fue lo suficientemente inteligente para admitir que al estar concentrado en sí mismo durante los primeros años de vida de Damián, fue lo que les alejo en primer lugar. Tim pasaba todo su tiempo conversando con Conner e intentando esconderse a sí mismo del escrutinio de sus padres, los cuales creía, a veces le observaban como si fuera alguna clase especie de espécimen raro y novedoso.

Su infantil necesidad de ignorar la presencia ajena y el carácter orgulloso del menor provoco que los infantiles intentos de Damián por acercarse a su hermano mayor menguaran tras apenas unas cuantas negativas del mismo.

Sin embargo la verdadera bomba en su relación estallo en el verano de sus ocho años, cuando finalmente y con mucha vergüenza se atrevió a besar a Kon durante uno de los campamentos que sus padres organizaban. La felicidad desbordante que sintió cuando el otro le correspondió se vio rápidamente opacada por temor y enojo al descubrir un par de ojos verdes, idénticos a los de su madre y que ni siquiera Jasón había heredado por completo, observándoles escrutadoramente y en silencio.

Damián solo tenía seis años en ese entonces pero su carácter taciturno e irascible ya se encontraba perfectamente definido, les observo por segundos que a Tim le parecieron horas y sin decir una palabra se marchó de allí.

No pudo evitar que una oleada de terror le inundara por completo al saberse descubierto por un miembro de su familia, especialmente por el único de ellos al que no tenía idea de cómo manipular a voluntad, por breves instantes se imaginó al mocoso contándole todo a sus padres y a estos enviándolo lejos por la vergüenza que les causaba tener un hijo con semejantes actitudes.

Sin embargo ninguna de estas cosas sucedió, Damián no dijo una palabra, ni a él ni a nadie; lo cual en lugar de tranquilizarle solo le hacía sentir más aterrado. En su mente el menor no decía nada porque estaba esperando el momento adecuado para usar esa información en su contra. E incluso aunque Conner confiaba en que Damián no hablaría si creía que con ello podía herirles, Tim por desgracia no lo conocía lo suficiente para estar seguro de ello.

Sin embargo en lugar de hablar con Damián directamente, se dejó consumir por la paranoia dejando que esta poco a poco se transformara lentamente en un desprecio irracional. Llegado al punto en que de manera inmadura y sin razón, Tim decidiera hacer la vida de su hermano tan imposible como sentía que era la propia.

Fue así como su guerra interna comenzó. Decidido a ignorarle por completo Tim actuaba como si Damián no existiera, y ni siquiera su estadía en el internado pudo unirlos, pese a que ambos se sentían solos y excluidos entre sus propios compañeros. Por supuesto que Timothy también se dio cuenta de lo sobreprotectores que sus hermanos mayores se volvieron con el menor y en cierto modo él estaba feliz de que el foco de atención le abandonara, por lo que decidió continuar con su actitud desagradable hasta el punto de que incluso Jasón se cansó de intentar acercarse a él nuevamente.

Pero si tenía que ser sincero, ya estaba cansado de todo eso. Su actitud inmadura le había convertido en un paría dentro de su ya disfuncional familia y poco a poco había alejado a los que consideraba sus mejores amigos, incluso Conner, quien aseguro que aún le amaba perdidamente, se había cansado de ello. Probablemente el Kent también sentía que Tim se avergonzaba de él y por eso se negaba a presentarlo como su pareja, lo cual no podía estar más lejos de la realidad.

La única razón por la que Timothy no le contaba la verdad a sus padres, era porque temía que estos se avergonzaran de él y le odiaran por algo tan ridículo como la clase de compañía que le gustaba en la cama; lo cual rebasaba los niveles de la estupidez si se ponía a pensar demasiado en el hecho de que la única persona en la misma y en su corazón siempre ha sido únicamente Kon.

Finalmente había llegado el momento de contarle la verdad a su familia, sin embargo para ello primero necesitaba disculparse con Damián y satisfacer su vena histérica averiguando porque el menor jamás dijo una palabra al respecto.

Por eso es que estaba allí, soportando la mirada furibunda que Helena le regalaba y esperando con el corazón en la mano que esta le dejara entrar a su departamento.

- ¿Qué es lo que necesitas Timothy? - No Tim, no hermano, Timothy.

- Deseo hablar con Damián. - Se sinceró, pues de nada serbia mentirle a su media hermana.

- ¿Con que propósito? - Interrogo la mujer y él estuvo a punto de confesarle todas sus penas allí mismo, sobrecogido y asustado por la imponente presencia de la mujer, la cual obviamente había heredado de su padre, hasta que una voz a sus espaldas le interrumpió.

- Déjalo pasar Helena. - era Damián quien hablo. Llevaba en brazos a su gato y le observaba exactamente de la misma manera que hiciera once años atrás, con las esmeraldas que tenía por ojos brillando en superioridad.

Con todo el valor que fue capaz de reunir se adentró en el hogar suplicando que ese fuese el inicio del fin para su autoimpuesta agonía.

Gotham Academy - A Damian Wayne's StoryDonde viven las historias. Descúbrelo ahora