Polos Opuestos

Polos Opuestos (Continuación 28)

Estuvimos toda la mañana y toda la tarde en la playa. Mientras tanto estuve reflexionando. ¿Y si realmente me estaba afectando la calor?, ¿y si estaba tan obsesionada que ya lo veía en todos lados?. Sea como sea, cada vez que lo vuelva a ver no diré nada e intentaré que no se note. Definitivamente me estoy volviendo loca.

Antes de anochecer volvimos al hotel. Por el camino, iba en mi mundo. Me sigue extrañando haber visto tanto a Luke. Cuando íbamos camino al coche me lo encontré de nuevo y esta vez hasta me sonrió pero no le di importancia. Tampoco se lo dije a nadie, no quería que me tomaran como una loca. Solo podía comentarlo con las chicas y ya me habían tomado por loca por lo que era mejor no empeorarlo. Bajé del coche y me fui como ausente, con la mente en otro sitio, hacia mi habitación. Ni me di cuenta que no había cogido el ascensor. El tema de Luke me está afectando y mucho. Llegué a nuestro pasillo, saqué la llave de la habitación para introducirla en la cerradura y entré. Una vez dentro suspiré, solté todo lo que había llevado a la playa y me asomé al balcón de la habitación. Desde él se veía el anochecer. ¿Qué me pasaba?, esta no soy yo. Yo soy más alegre, bueno, en realidad no lo soy, pero al menos lo disimulo frente a los demás. Creo que el enterarme de que le habían dado el alta a Luke justo el día antes de venir me ha hecho tener estas alucinaciones, porque son alucinaciones, ¿verdad?. Si, claro que si.

Noté unas manos rodeándome la cintura mientras apoyaban la cabeza en mi hombro derecho. Al ver las manos del intruso apoyé mi cabeza en su hombro izquierdo.

Niall: ¿Qué te ocurre? Estás muy rara desde la playa.

Anabel: Nada.- le sonreí. Acto seguido me besó.

Niall: ¿Estás segura?.- asentí.

Anabel: Segurísima.- lo abracé y entré a darme una ducha.

Mientras me duchaba seguía pensando en lo mismo. ¿Cómo un grano de arena puede convertirse en una montaña? Estoy volviéndome loca por culpa de un loco, ¿quién lo diría? ¿Y si...?, no, no creo que sea muy lógico. Aunque puede que... Si, será lo que la próxima vez haga.

Salgo del baño peinándome con las manos hacia el pequeño sillón para tres personas de color blanco que hay en frente de una de esas pequeñas antiguas televisiones. Aquellas que parecen una caja de cartón. Si, esas. Como aquella que tenía de pequeña en mi habitación antes de tirarla por un arrebato. Sonrío al recordar aquel momento tan feliz. Y pensar que todo fue porque no me compraron aquella cámara. Observo la silueta que ocupa un lugar del sillón y me doy cuenta de que es el rubio con ojos cielo. Mi rubio. Me acerco poco a poco por detrás sin hacer ruido y dejando los pensamientos de Luke sumergidos en alguna parte de mi bulbo raquídeo. Una vez que estoy detrás de él me inclino pudiendo oler la frescura en sus pelos. ¿Cuándo se ha duchado?. ¿Tanto tiempo estuve sumergida en mis pensamientos en aquel balcón?. Mi conciencia, sentada en una butaca, aparta las hojas de periódico y baja sus gafas de media luna para poder observarme mejor. Asiente mientras menciona un “bastante tiempo, señorita” que me irrita tanto que sacudo la cabeza disimuladamente para hacerla desaparecer. Lo miro de nuevo. Su espalda, su melena, sus orejas, todo, todo me atrae de él y por una vez en mucho tiempo doy gracias por poder tener a este chico junto a mi. Me acerco a su cuello y le deposito un beso húmedo en el cuello que, según su reacción, podría concluir que le ha hecho cosquillas. Me levanto de nuevo y ando hacia su lado en el sillón mientras me sigue con su cristalina y brillante mirada azul. Pero de repente esa sonrisa que se había creado fruto de las cosquillas desaparece y me mira de una manera intimidante. ¿Qué?. Frunzo el ceño y me siento a su lado mientras Niall continúa mirándome de la misma forma. ¿Tengo algo en la cara?. Me paso la mano por la mejilla y, después de unos largos minutos, veo que mueve la boca con intenciones de hablar, creo.