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  Apartó las manos de Taehyung de su cintura sin cuidado alguno y lastimándolo sin darse cuenta.

  Miró a su novio frente a él, acompañado por extrañamente alguien.

—J-Jimin... Yo-

  Se cubrió los labios, con culpabilidad y arrepentimiento de haber besado a Taehyung.

  —Yo siempre creí que me amabas... Nunca paso por mi mente algo como esto.–Lo miró con frialdad y odio y tras unos segundos, se fue del lugar a paso rápido con la persona de la que iba acompañado.

Un nudo se formó en la garganta de Jungkook.

No podía dejarlo ir así.

Después de todo, lo amaba.

  Se puso de pie y corrió detrás suyo, pero se detuvo tras unos pasos al recordar a Taehyung.

"Soy un idiota".–Se reprochó de haberse olvidado.

Giró para verlo.

  Se encontraba dandole una mirada triste. Una mirada que pensó nunca vería en Taehyung.

  Sin más, continuó corriendo, dejando atrás a  Taehyung.

  Sintió a los pocos segundos una lágrima recorrer su rostro y la limpió, mordiéndose el labio inferior para tratar de apaciguar el dolor profundo en su pecho.

  Era esto lo que se merecía por enamorarse de quién no debía.

  Por haber resultado atraído de aquel chico que observaba secretamente cada viernes entrar a la joyería a anhelar un brazalete de edición limitada tras un aparador giratorio.

  Por creer que podría ser suyo por lo menos de una manera insignificante y superficial, manteniéndolo a su lado por el medio del dinero.

  Por haber deseado hacerlo suyo a pesar de saber que tenía un novio del que estaba enamorado y no dejaría.

  Jungkook no lo dejaría a pesar de lo que él sabía que hacia aquel chico todos los fines de semana en las tardes.

  Seguro lo perdonaría y volverían a estar juntos.

Sintió su cuerpo temblar levemente.

Entonces, ¿por que lo había besado?

No podía estar más herido.

  Sabía que esto pasaría tarde o temprano, pero ¿por que justamente ahora que quería una segunda oportunidad de ganárselo?

  Suspiró y miró el helado de fresa derramado en el suelo.

  Sin más, se puso de pie y sacó su celular del bolsillo delantero de su pantalón para marcar un número que sabía ya de memoria.

  —Estoy en el parque frente a la heladería, esperare en la esquina.–Habló en cuanto contestaron y colgó sin esperar respuesta, comenzando a caminar en dirección a la esquina del parque.

Sintió un agarre en su muñeca.

Giró, llevándose una enorme decepción.

  —¿Eres Kim Taehyung, verdad? ¿Podría tomarme una foto contigo?.–Preguntó una chica de cabellos rubios.

  —Lo siento, ahora no.–Respondió con molestia y continuó su camino, dejando a la chica decepcionada atrás.

  Odiaba ser el centro de atención a dónde fuera que iba. Todo por ser él CEO de la empresa que dirige la franquicia de Joyerías más grande del mundo.

  En cuanto llegó a la esquina mencionada, un BMW ya se encontraba ahí.

  Abrió la puerta y entró al auto, recargando su espalda y cabeza en el respaldo sin ganas.

El auto comenzó a moverse.

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Cuándo el auto se detuvo, salió y miró la enorme mansión que poseía como propiedad, mayormente construida con mármol y diversos tipos de materiales finos y caros. La casa tenia ventanales enormes y vitrales de colores que contrastaban en sintonía con los colores de los muros y techos.

—¿Me permite su abrigo?.–Preguntó su mayordomo al salir del auto.

A lo que Taehyung asintió y se quitó aquella prenda.

Caminó por todo el frondoso pasto verde que cubría el suelo del patio delantero y le abrieron las puertas al encontrarse centímetros cerca de estas.

Respiró un suave olor a aromatizante de frutas en cuanto entró.

Las sirvientas y mayordomos le dieron la bienvenida formados en fila, con una pequeña reverencia que él le devolvió a cada uno de ellos y subió por las amplias escaleras principales que llevaban hasta un pasillo extenso de habitaciones que dirigían a puertas hacia otras habitaciones y habitaciones grandes que inclusive estaban vacías.

Abrió la primera puerta y la cerró detrás suyo.

Miró la innecesariamente amplia habitación que podría inclusive ser una casa.

Caminó hasta la gigantesca cama con cortinas rojas y olanes dorados cubriendo los alrededores de está.

Se recostó en las sabanas de terciopelo dorado y se cubrió el rostro con el brazo.

La sonrisa que más amaba en el mundo apareció en su mente.

Jungkook...–Pronunció, casi esperando que con pronunciar su nombre apareciese entre sus brazos y regresase mágicamente a su lado para no volverse a ir.

Esto no era para él.

Esto nunca fue la vida que él deseo.

Desde que su padre falleció nada fue igual. Su madre nunca fue igual y cuando ella también falleció no supo que hacer con todo.

Nada de lo que lo rodeaba lo podía tener solo. Él necesitaba compartirlo.

Creyó que Jungkook era la persona con la que lo compartiría y volvería a llenar de vida la mansión careciente de ruido y risas.

Pero no pudo ser así.

Ahora se encontraba solo, tras habiendo ya perdido lo único que tenía y lo más importante de su vida.

No podía soportarlo más. Continuar con una vida que no quería era peor que morir.

Había un insondable agujeró de dolor en su interior.

El ruido de su celular resonó en la sombría habitación.

—¿Hola?

Hola, queríamos confirmar su asistencia a la junta de mañana en Nueva York.

Diamont Sugar ✧ Vkook/TaekookDonde viven las historias. Descúbrelo ahora