La mujer del vestido rojo mueve sus caderas al ritmo de sus pasos mientras deja los platos de comida al frente del chico castaño y del señor de edad que se encuentran en la mesa.
-Tenemos que encontrarla.- habla en voz alta el chico, notablemente frustrado.- si no la encontramos de aquí al sábado en trato se va a la mierda.
-Hey.-lo reprende la mujer.- nada de palabrotas en la mesa.
-Déjalo déjalo.- el señor posa su mano sobre el muslo de su esposa.- además tiene razón, no podemos desperdiciar una oportunidad así por que a la mocosa se le ocurrió huir de casa.
Desde que ella se fue, las cosas en su casa habían empeorado.
-Mamá.- la llama el joven.- imagínate, tu en esa playa privada de la que tanto hablas, bronceandote, junto a una copa del vino más delicioso y caro que hay.
-Suena tentador.- dijo tocando su labio con el tenedor
-Bastante, pero nada de eso pasara si la estúpida no está aquí.- la mujer hace un puchero, pensando en donde se pudo ir aquella chica que tanto le desagrada desde que se casó con José.
Cuando se dieron cuenta de que ella ya no estaba, dieron vuelta la habitación buscando alguna pista de donde podría haber ido, sin embargo lo único que encontraron a parte de su ropa, un viejo diario de vida.
-Es el típico diario en donde las chicas de su edad escriben sus penas, no debe haber nada importante ahí que no sea como sufre desde que su mamá murió.- dijo aquel día su madre.
Jack estuvo mucho tiempo observando aquel diaro cerrado por un pequeño candado, el era inteligente y sobretodo, calculador, siempre tuvo a la chica en la palma de su mano, a su antojo, sin que ella pudiera hacer nada, por que el chico también suele ser prepotente, y ella ya no quería más cicatrices de su parte, no más de las que ya tenía. Pero el no podía hacer nada más, no podía lograr lo que realmente quería, por que siempre había alguien, que para la suerte de ella, los interrumpía.
Se levantó de la mesa, desenadole buenas noches a su madre y al que se convirtió en su padrastro hace años.
Camino por el pasillo luego de subir las escaleras, pero se paro en seco cuando su mano toco la manilla de la puerta de su cuarto.
Se giró, donde estaba la habitación de su hermanastra, entró en ella y lo primero que se podía ver, era todas las cosas revueltas, la poca ropa que había dejado, esparcida por el suelo, los colchones de su cama puestos de pie en la pared rosa pastel, papeles revueltos por todas partes, con cartas que sus pocas amigas le hacían.
Se sentó en medio de la habitación observando todo, las personas decían entenderlo, pero estaban equivocados, nadie lo hacia, hasta para el mismo era complicado.
No era normal que su corazón se acelerara por alguien que debía desagradarle, el sólo la quería para el, pero ella no lo entendía, claro que no.
Cuando Jack tuvo sus primeros arranques de ira, se arrepentia en silencio por los daños físicos que le causaba a la pequeña Brook, pero con el paso del tiempo no les tomo importancia, diciéndose a si mismo que se los merecía, cuando ella lo único que hacía era decir que no.
Soltó un suspiro pesado, y sonrió triste, Jack la extrañaba, por muy raro que sonara, lo hacia, una parte de el se sentía culpable porque ella se haya ido, pero lo único que el le daba paso, era al enojo.
Enojo por el trato, le pagarían mucho a su familia por venderla a un viejo verde al sur del país, pero el no lo permitiria, no podría.
Tomo el diario entre sus manos, y como pudo, quito el candado, leyó página por página hasta llegar al final. Sin duda su madre tenía razón, la mayoría de las páginas hablaban de lo mal que lo pasaba en la casa y lo mucho que extrañaba a su mamá.
Jack no creció con su papá, sin embargo nunca le hizo falta, su madre se había casado muchas veces y siempre, de alguna forma u otra, ya sea por la edad o por una enfermedad ellos morían, es por eso que tenían tanto dinero, el seguro de vida que los respaldaba era mucho como para vivir tranquilos, pero su mamá se sentía sola, es por eso que siempre se terminaba casando de nuevo.
Iba a tirar el diario pero una palabra subrayanda en amarillo, le llamó la atencio.
Aaron
Jack sabía que ese nombre le pertenecía a su primo, y estuvo presente cuando José lo llamo, y cuando dijo que no tenía idea de donde podía estar, y que no la veía hace mucho.
El sabía algo, y tendría que decírselo, quizás José no se haya dado cuenta, pero Jack si, notó el tono de voz de aque chico y supo al instante que algo ocultaba.
Pero no le dijo nada a su padrastro, no lo hizo por una razón, el debía encontrarla primero, encontrarla y llevársela lejos.
-Si yo no te tengo mi Brook.- dijo poniéndose de pie y caminado fuera de la habitación.- ten por seguro que nadie lo hará y ni un estúpido trato por mucho dinero te separará de mi lado.
Con una sonrisa en los labios entró en su cuarto, tirando el diario a una papelera que había junto a la puerta.
N/A
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Los quiero, Bye
~Doble S
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Eres Mia #M1 [En Edición]
Teen FictionAaron se va hacia una mesa donde hay tres chicos, unos rubio de ojos cafés, otro pelinegro de ojos azules, y por último, un chico de pelo marrón con ojos grisáceo, el chico con el que choque dos veces. -No lo mires.- Jess interrumpio mis pensamiento...