友だち (a m i g o) pt. 2

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友だち (a m i g o) pt.2

Cuando mencionas que hube salido en busca de un chulo o un alcahuete, probablemente cargues en tus labios una verdad a medias. Quiero decir, la gente dedicada al arte suele poseer la piel de mariposa, más frágil y sensible que el común del pueblo; por ello, el poeta se detiene a observar el rocío sobre la telaraña, la pequeña mancha en el papel. Probablemente no lo comprendas tú, Hajime, que eres un artesano, pero los sentidos representan un imperio completo, siempre dispuesto a ser explorado. Aquello que busco y deseo con fervor es un amante tan sensible como yo, que enferme ante una obra sublime solo por la experiencia de presenciarla. Anhelo conocer aquel mundo, compartir cuerpo y alma con personas superiores a mí; un hombre que me muestre no solo técnicas en la tinta y el papel, sino recovecos en mi cuerpo nunca tocados... una boca que con su calor los despierte.

En este pueblo es imposible hallar gente así, todos parecen muy inmersos en las apariencias, en el trabajo forzado. Las calles de este lugar yacen empolvadas, todos nos conocemos. Yo gozo de juventud, y estoy dispuesto a abandonarme ante los placeres pasajeros si con ellos consigo un arte superior, la emoción acompañada del artificio. Reconocimiento, honor y goce... ¿no es eso por lo que vive todo hombre? Por supuesto, Hajime, debes considerar que nunca he mencionado el enamoramiento, asunto por demás engañoso. ¿Te has percatado de ello?

Y he ahí que este viaje fuese mi primer intento por introducirme al mundo de lo sublime.

Matsumoto-sensei supo comprender la urgencia de los eventos suscitados durante aquella velada bajo la luna ebria. Resultó entonces menester mi permanencia en su casona hasta que una cena ya planeada con anterioridad se llevase a cabo; la celebración a causa del último escrito publicado por el maestro. Él sabía que mi último día de visita sería el viernes, pero con los recientes sucesos precipitándose en forma de brisa, mi estadía durante el evento sería clave para la consumación de esta primavera otoñal.

De inmediato, me hizo sentar ante la mesa de la biblioteca y dictó con decorosas palabras una invitación dirigida profesamente a Nakamura Manabu. En ella agradecía sus finas atenciones durante el más reciente evento, y comunicaba con motivos amistosos su disposición a recibirle en el convite que se llevaría a cabo el día XX de octubre en su morada. En forma de comentario adicional, refería la presencia de su nuevo discípulo, quien yacía tan entusiasmado con su visita como él. Firmaba Matsumoto Ryohei... pero aquella caligrafía distinta y sugerente fungía como una pista velada, provocativa, de la compañía presente en la casona. El artista procedió con artimaña.

Habiendo sellado la carta, llamó a uno de sus sirvientes y la hizo mandar con presteza. Deberás imaginar lo mucho que me esforcé durante la transcripción de aquellas palabras, el cómo mi corazón latía cuando le vi partir en manos ajenas.

A estas alturas de mi relato deberás preguntarte si en este mundo es posible semejante nivel de alcahuetería desinteresada. Pues... debo confesarte que no. Todo lo bueno en la vida conlleva un precio, Hajime, incluso la amabilidad, la complicidad, el amor... nadie brinda su mano sin esperar nada a cambio. Al menos una sonrisa, el agradecimiento, o un beso reclama el que obsequia un trozo de su tiempo al otro. Es debido a estas reflexiones que yo, de alguna forma, comprendo a Matsumoto-sensei y no lo censuro ni le reprocho absolutamente nada. Estoy de acuerdo con la paga que exige.

Verás, todo esto ocurrió durante el día, porque caída la tarde mi cómplice comenzó a angustiarse debido a los últimos detalles en la organización de la cena. Entonces, sentados cara a cara a eso del medio día, me explicó que contaba con mi apoyo para el resguardo de ciertos escritos valiosísimos, obras shunga prohibidas por su contenido altamente obsceno. Y ahora resulta que no solo guardo un baúl lleno de material ilegal, sino que en mis manos yace la labor de transcribir algunos manuscritos demandados en el mercado negro... ¿Por qué me miras así? ¡Yo estoy muerto de risa! Es que, verás, para mí es un acto de gran nobleza el contribuir a la resistencia en contra de la censura. Además, he visto ya las obras, y creo que son maravillosas. Es un honor para mí resguardarlas.

ManjusakaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora