–Adiós...
[...]
Estoy nadando en recuerdos, huellas del pasado; las cuales no tengo en mi mente. No entendía nada de aquellos recuerdos que vinieron repentinamente a mí. Horas, minutos, segundos, fueron los que tomé para unir las piezas y poder estar consciente de mi "pasado". Uno del cual no recuerdo; ni siquiera un poco. Me siento perdida mientras nado recordando todo, aquella niña que estaba perdida, que no sabía que hacer, la que se encontraba traumada por la noticia que le había gritado su padre al tener un estrés demasiado grande, esa niña ¿soy yo? Pero... yo no lo recuerdo, no recuerdo eso. Sí, sé que a partir de mis 8 años todo cambio repentinamente en mi día a día. Nueva casa, nueva escuela, nuevos amigos, ¿nuevos padres? No lo sabía, no sabía nada de lo que sucedía. Mis padres cambiaron su comportamiento, ahora me vigilaban más, debían saber todo lo que realizaba tanto con mi amigos y conmigo misma.
Todo fue diferente para mí, todo tomó otro camino, un camino del cual no solía recordar, un camino del cual pensé que era el mismo de antes, aunque al parecer no.
[...]
–¿TN? –habló aquella mujer desde la otra línea.
–Hola, mamá...
–¡Hola pequeña! Mañana entrarás a clases, ¿ya estás lista?
–Mamá...
–¿Qué te pasó mi niña?
–Mamá, estoy en un hospital –dice la chica, sus ojos se llenaron de gotas frías, agua cristalizada empezó a caer a través de sus ojos. Esos ojos que demostraban siempre felicidad, que no se dejaban golpear por nadie y eran fuertes.
–¡¿Qué te pasó TN?
–Me desmayé mamá.
–¿Ya estás bien?
–Sí.
–¿Enserio?
–Sí, mamá.
–¿Irás a la universidad?
–No faltare a mi primer día, como sea saldré de aquí.
–De acuerdo, mi amor. Estoy ocupada con el trabajo, debo irme.
[...]
Ya no sé que sucedía. Como sea saldría de este hospital, hacía doler mi cabeza, necesitaba irme. Hice todo lo que pude y al conseguirlo salí, tomé un taxi, en medio de esa calle completamente sola, junto con una brisa helada que no era para nada acogedora. Escasas personas caminando, probablemente yendo a sus casa luego de un duro día de trabajo. Y luego estaba yo, sola, sin nadie que me acompañara. Se sentía bien, por fin; la soledad. Luego de miles de años vigilados por guardaespaldas y por mis padres, hoy pude vivir ese momento de tranquilidad, en el cual no me importaba las condiciones, solo me fijaba en la tranquilidad a sentía, esa de la cual no recuerdo haber tenido.
Ese instante, en el cual nada te importa, pero estás solo, y lo sabes. Pero no te importa en lo absoluto, porque te sientes a gusto y relajado, momentos escasos en los que los individuos viven eso.
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Tarde, pero aquí está.
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votos: próximo capítulo.
los amo mucho, cuídense.
s a r a n g h a e...
