Capitulo 10.

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Caitlin.

Comencé a moverme lentamente. Apreté los ojos al sentir la claridad de la luz sobre ellos. Mi cuerpo aún estaba dormido.

Sin abrir aún los ojos moví mis piernas y lo que sentí me dejo inmóvil. Alguien estaba en la cama conmigo. Lentamente comencé a girar, para encontrarme a un ángel a mi lado. O eso parecía. Dormía, dormía profundamente.
Lo miré bien. Cada poro de su rostro parecía estar descansado, sus cabellos estaban levemente desordenados. Sentí un impulso por acomodarlos.

Y cuando al fin todo mi cuerpo despertó, recordé que anoche estaba bailando con él y ahora estaba aquí, durmiendo con él. Lentamente me puse de pie, no quería despertarlo se veía tan lindo así.
Con cuidado salí de la habitación. Me duché, rápido y salí. Volví a entrar a la habitación y él seguía durmiendo. Ahora ocupaba casi toda la cama. Lo miré por algunos segundos.
Había algo distinto en él hoy, no sé muy bien qué.
Tomé mi ropa y salí de ahí para cambiarme. Cuando termine comencé a hacer el desayuno. Desde lejos escuche el sonido de las llaves y ella entró.

- ¡Buen día! – Gritó haciendo que el grito se escuchara hasta en el más mínimo rincón.

- ¡Shh! – Le dije desde la cocina. Ella entró y me miró.

- ¡Hola! ¿Qué tal? Hace como dos o tres días que no te veo – Dijo sonriente. Se acercó a mí y me saludo.

- ¡Baja la voz! – Le reté en voz baja. Me miró alzando una ceja - ¿Cómo has estado?

- Ay, ni te imaginas. Nunca he estado mejor en mi vida – Dijo y ambas salimos de la cocina para sentarnos en la sala.

- Ya me imagino, como debe haber quedado el pobre de Cameron – Comenté divertida. Ella rió por lo bajo.

- Creo que por una semana no podrá moverse.

- ¡Sophie! – Dije divertida y ambas reímos.

Chris salió de la habitación. Ambas nos volteamos a verlo. La mandíbula de Sophie cayó al suelo al verlo, parado allí. Él me miro por unos segundos y luego miro a mi amiga. Solo traía puestos unos boxers y una musculosa blanca que se apretaba bien a su cuerpo.

- Hola – Saludó con voz rasposa, supuse que se acababa de despertar.

- Ho... hola – Le dijo Sophie. Él me miro a mí.

- Preciosa, ¿Puedes venir un segundo? – Preguntó.

- Claro – Dije y me puse de pie.

Caminé hasta la habitación y entramos. Cerré la puerta y me giré a verlo. Cuando lo hice sentí que algo se rompía dentro de mí. Como dije antes, mientras él dormía se veía distinto. Y sí que lo estaba. Sus ojos eran más claros, mucho más claros. Asombrosamente llamativos. Miré el color de su pelo y era también ligeramente más claro del que recordaba. Y ahora que lo miraba mejor, no tenía esa apariencia siniestra de siempre.

- ¿Qué... qué sucede? – Pregunté con cierto temor.

- Hice un trato con Dios – Soltó de repente. Lo miré extrañada.

- ¿Qué cosa?.

- ¿Me ves distinto? – Me preguntó.

- Un poco – Asentí.

- Tengo cinco días para probarle que hay algo bueno en mí – Dijo y caminó hacia la ventana – Por ahora él tiene la mitad de mis poderes, por eso he dormido. Casi nunca duermo, ya que no es necesario.

- ¿Y? – Cuestioné intrigada.

- Si no logro demostrarle que hay algo bueno en mí, bueno - Alzó los hombros - Nunca más podré salir del infierno. A lo que me refiero es que viviré allí abajo...por siempre.

Lo miré aterrada. ¡Eso no podía ser así! Algo debíamos de hacer. Él no podía quedarse allí para el resto de la eternidad. ¿Qué haría yo?

Mi cuerpo se congelo al escuchar mis pensamientos. ¿Qué pasa conmigo? ¿Por qué me preocupa tanto que no pueda salir nunca más?

- Tranquilo, encontraremos algo bueno en ti – Dije sonriente.

- ¿Vas a ayudarme? – Cuestionó.

- Claro que si – Le dije y sonreí levemente. Él también lo hizo – Ahora, cámbiate que está Sophie ahí afuera.

- No puedo cambiarme – Me dijo y me giré a verlo.

- ¿Por qué? – Le pregunté.

- Él ...se llevó algunos de mis poderes, y algo se relacionaba con lo de poder vestirme chasqueando mis dedos - Hizo una mueca.

- ¿Me estas queriendo decir que no tienes otra ropa de la que tienes puesta? – Cuestioné sin poder creerlo. Chris asintió – Esto no podía ser peor.

- Lo sé – Dijo divertido.

- Bueno, quédate aquí. Salgo, despacho a Sophie y vemos que hacemos – le dije y salí de la habitación.

Mi pelirroja amiga se acercó a mí rápidamente, me tomo del brazo y me jaló hasta la cocina. La miré extrañada, estaba realmente perturbada.

- Juro que casi entro a buscarte, pensé que estabas teniendo sexo con él. Pero luego dije que no era posible, porque no se escuchaba nada – Me dijo nerviosa. Reí de forma divertida.

- Ya te dije que no pasó nada con él – Dije sin quitar la diversión. Me miró extrañada.

- ¡Claro, Caitlin! ¡Y yo soy Elizabeth Olsen! – Dijo con ironía. Caminé hasta la sala, con ella siguiéndome el paso.

- Juro que te estoy diciendo la verdad – Le dije. Me miró sin poder creerlo.

- Pero... pero él estaba en boxers – Dijo y miró hacía la puerta – Además te llamó preciosa.

- Que hayamos dormido en la misma cama, no significa que hayamos tenido sexo, amiga – Me senté en el sillón – Y que me diga así, tampoco.

- Caitlin, ¿Qué pasa contigo? ¿Acaso estás ciega o qué? Ese hombre está que arde y tú ¿no le has tocado un pelo? – Se exaltó un poco.

- No, no es eso – Admití. Ella me miro bien – No te asustes, pero...

- Pero, ¿Qué? – Cuestionó algo ansiosa.

- Yo...

- ¿Tú, que? – Dijo más nerviosa que antes.

- No lo quiero solo para una noche – Le dije lo más bajo que pude para que el que estaba en la habitación no escuchara. Mi amiga abrió la boca.

- ¿Estas enamorada?

- No... no lo sé, Sophie. Pero con él es distinto que con los demás – Dije y me puse de pie. Ella también lo hizo.

- Ya era hora. – Me dijo con emoción y me abrazó. Le respondí el gesto.

Pero mientras descubría ese sentimiento dentro de mí me di cuenta de algo. Estoy enamorada de alguien que ni siquiera es humano. Alguien que nunca sintió amor en su vida, alguien que es vil y no perdona el alma de nadie. Estoy enamorada del Diablo, perdidamente enamorada de él.

FIRE - Christopher Vélez -Donde viven las historias. Descúbrelo ahora