Capitulo 15

1.8K 124 8
                                    

Terminé de colocarme rímel. Dentro de cinco minutos Yoandri llegaría y yo aún no estaba lista. Corrí deprisa a mi habitación a buscarme un tapado. La temperatura había cambiado bastante. Hacía frío, me miré por última vez al espejo y el timbre sonó. Corrí a atenderlo.

- ¿Quién es? – Pregunté.

- Soy Yoandri – Me dijo.

- Ya bajo – Dije y colgué.

Tomé mi cartera, mis llaves y salí del departamento. Sophie había decido irse a vivir con Cameron. A eso había venido ayer a casa. Dijo que habían hablado mucho que ya era hora de la convivencia. Jamás pensé que mi pelirroja amiga llegaría a tanto. Pero me alegro por ella. Pasamos una linda tarde de amigas juntas ayer. Ella siempre me hace sentir mejor. Es una gran persona.

- ¡Hola! – Saludó cuando abrí la puerta. Sonreí levemente, y me acerqué a él para saludarlo – Luces hermosa.

- Gracias – Agradecí divertida – Tú no te quedas atrás.

- ¿Vamos? – Preguntó.

- Claro – Asentí y tomé su brazo.

Pronto estuvimos en un lindo restaurante. Se acercó a mí y me ayudó a quitarme el abrigo y a sentarme. Sonreí levemente y le agradecí. Él se sentó frente a mí, segundos después vino un mozo y nos entregó el menú.

- ¿Qué quieres comer? – Dijo.

- Mm, no lo sé – Respondí sin dejar de mirar las cosas.

Una punzada comenzó a formarse en mi estómago. Era un dolor terrible. Solté la cartilla y me tomé la panza con una mano. Yoandri me miró. Yo también lo hice. Se veía algo borroso.

- ¿Caitlin? ¿Estás bien? – Me preguntó frunciendo el ceño.

Asentí levemente. Algo se movía con fuerza dentro de mi panza y estaba haciendo estragos conmigo, o al menos eso era lo que sentía. Sin pensarlo mucho me puse de pie.

- Voy al baño – Le dije sintiendo algo más que mareo.

- ¿Quieres que te acompañe? – Me preguntó.

- No, no – Le dije rápidamente – Solo pide por mí.

Más que apresurada me dirigí al baño. Para mi suerte no había nadie allí. Me acerqué a uno de los retretes y me agaché para vomitar. Abrí mi boca, porque la sensación de hacerlo me estaba matando, pero nada salió.
Me puse de pie y me pare frente al espejo. Abrí la canilla y lavé mi cara con agua fría.

Otra vez las ganas de vomitar vinieron a mí, pero ya no podía girarme al retrete. Bajé mi cabeza hacia el lava manos. Una mancha se formó en el espejo. Como si eso hubiera salido de mí propio reflejo. Pronto tomó forma.

- ¿Se puede saber qué mierda haces aquí? – Me preguntó. Intenté mirarlo bien.

- ¿Christopher? – Pregunté sin poder creerlo.

Estaba del otro lado del espejo. Lo miré detenidamente. Sus ojos no estaban en su color natural, sino que eran rojos. Rojos como el fuego. Miré su cuerpo. Estaba lastimado, golpeado, herido. Volví mi mirada a sus ojos.

- ¿Qué... que te sucedió? – Le pregunté aterrada.

- Tranquila, solo jugaba con mis hermanos – Sonrió.

- ¿A eso le llamas jugar? ¿Dónde estás?

- En mi casa – Respondió con obviedad.

- ¿Qué haces aquí?

- ¡Me voy por dos días! ¡Solo dos días! ¡Y ya sales con ese imbécil! – Gritó enojado.

- ¡Tú te fuiste! ¡Y ahora me vienes a... a hacer una escena de celos! ¿Detrás de un espejo? ¿Qué es lo que quieres de mí? – Le pregunté con nerviosismo.

Me miró fijo a los ojos. Su respiración estaba agitada. Al parecer estaba enojado por algo más. Miré su piel, estaba más roja de la normal. Parecía arder. Volví a sus ojos. Eran tan raros.

- ¿Por qué tienes los ojos rojos? – Le pregunté.

- Cuando juego con mis hermanos, mis poderes se salen de control. Alterando el color de mis ojos y haciendo que mi piel queme – Respondió alzando los hombros.

- ¿Y tú pacto con Dios? – Pregunté al recordar aquello.

- Al Diablo con ello, no tengo nada de bueno dentro – Alzó los hombros. Lo miré espantada.

- ¿Qué significa eso? ¿Tendrás que vivir por siempre y para siempre en el infierno?

- Así es, preciosa –Dijo indiferente. Negué con la cabeza efusivamente.

- No, no por favor – Supliqué desesperada. Me miró bien.

- ¿Por qué? –Preguntó alzando una ceja.

- No, no puedes – Dije mientras otra vez mis ojos se humedecían por él.

- ¿Por qué no puedo? ¿A quién mierda le puede importar el Diablo? – Cuestionó lleno de resentimiento.

- A mí –Le dije rápidamente, con todo el dolor en el centro de mi pecho – A mí me importas y mucho.

FIRE - Christopher Vélez -Donde viven las historias. Descúbrelo ahora