Capitulo 19

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Caímos en la cama, yo encima de él. Sabía exactamente en donde terminaríamos. Su respiración pasó por mi cuello, me alejé de él y me senté a horcajadas sobre su abdomen. Me miró fijamente a los ojos.

- Sabes que no podemos hacer esto – Le dije agitada. Se sentó y me acomodó mejor sobre él.

- Ya no hay vuelta atrás, preciosa. Ya no puedo detenerme – Admitió sonriente, mientras sus manos desabrochaban mis pantalones - Ya probé tus labios. Ahora quiero probar tu cuerpo, tu vitalidad, tu fuerza. Quiero estar unido a ti.

Mordí mis labios levemente y tomé su rostro con mis manos, para mirarlo fijo a los ojos. No, no había nada de malo en esto.

- Después de esto, tú habrás ganado el pacto – Le dije sin dejar de acariciar su rostro.

Bajó sus manos por mis caderas, para llevarse con ellas mis pantalones. Me moví un poco para que pudiera sacarlos. Los arrojó con fuerza hacia un costado. Me volvió a acomodar sobre él. Relamí mis labios y lo miré con locura.

- ¿Por qué? – Me preguntó.

- Haremos el amor, y el amor es algo bueno – Sonreí.

Besó dulcemente mis labios, lo empujé levemente hacia atrás para que se acostara, acaricié su fuerte pecho, me incliné hacia sus labios y lo besé, gimió levemente, encendiendo el fuego en mí.

Él aún tenía puesto los pantalones. El contacto del pantalón con mi piel me estaba matando.

Necesitaba sentirlo, ya.
Sus fuertes manos, se movían por mis piernas. Metí mi lengua en su boca, para saborearlo más, comencé a bajar mis labios por su mandíbula, seguí bajando por su cuello, hasta su pecho. Baje más hasta su abdomen.

Él respiraba pesadamente, su mano acaricia mi cabello, toda su piel se erizó. Mordí cada firme músculo de su abdomen, robándole más de un gemido, me volví a sentar para mirarlo.

Bajé mis manos a la cremallera de sus pantalones y lentamente bajé el cierre, para luego desabrochar el botón. De un solo tirón me deshice de ellos.
Sonreí de manera pervertida al posar mis manos sobre sus boxers.

- Que extraño señor Diablo, ¿usted con boxers? – Le dije. Él solo rió por lo bajo.

- Tú me los compraste, por mi yo andaría desnudo – Sonrió mordiendo su labio.

Tenía que quitárselos, tenía que arrancárselos. Se volvió a sentar y me tomó de la cintura para acercarme más a él, comenzó a besarme.

Gemí levemente cuando una de sus manos desabrochó mi sujetador.

- Te deseo tanto, tanto – Susurró contra mis labios.

Arrojó mi sujetador lejos, se alejó de mi boca y bajó la cabeza para tomar uno de ellos con la misma. Gemí exaltada, mordió levemente uno de mis pezones, mientras que mis manos se perdían entre su largo cabello.

Subió su lengua por mi cuello, hasta mi oreja. De nuevo comenzó a murmurarme cosas que yo no entendía. Todo mi cuerpo se derritió de placer ante su extraño y excitante lenguaje. Su voz era tan profunda.

- Chris... – Murmuré agitada.

- ¿Qué? – Me preguntó. Bajó su mano hasta mis bragas y comenzó a quitarlas.

- ¿Qué es lo que me dices al oído? – Pregunté.

- ¿Quieres saberlo?

- Si – Dije sin dejar mirarlo a los ojos.

- Barbaridades, preciosa – Sonrió.

- ¿Y porque no me las dices para que las entienda?

- Porque me gusta decírtelas en mi idioma natal – Me dijo y comenzó a besar mi cuello.

- Es muy excitante – Dije y acaricié su espalda.

Se deshizo por completo de mis pantaletas. Gemí levemente al sentirlo más íntimo. Al sentir su sexo palpitar debajo de la maldita tela de algodón de su boxer.

- Así es como Dios me trajo al mundo – Le dije sonriente.

- Ha hecho un excelente trabajo – Dijo y besó mis labios.

Se recostó conmigo encima, su caliente mano pasaba por mi desnuda espalda. ¡Oh, Dios! Por donde pasa él, pasa el fuego.

Me alejé un poco para deslizarme hacia abajo por su cuerpo, quería darle lo desconocido para él, lo ajeno. Quería darle ese placer que él había creado, pero que no había podido disfrutar.

Me senté sobre casi el final de sus piernas y lo miré, levantó la cabeza para mirarme. Subí mi mano por su entrepierna y pasé mi palma por su elevada erección sobre el boxer.
Gruñó por lo bajo, subí mis dedos hasta el borde de ellos y comencé a bajarlos.

En ningún momento quite mis ojos de él.

- Me siento tan poderosa contigo – Le dije mordiendo mi labio.

- ¿Por qué?

- Porque tengo a un virginal Diablo, entre mis manos.

FIRE - Christopher Vélez -Donde viven las historias. Descúbrelo ahora