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Gritar, tirar todo o enojarse con su madre no le iba a servir de mucho. Sólo le llevaría a nada.

Las luces de la ciudad le empezaban a cegar y cuando el auto se detuvo en su empresa bajó a paso rapido y algo torpe para subir al elevador. Ni siquiera se había dado el tiempo para saludar a un sonriente Hoseok que en un principio de "Hola" le había cortado sabiendo que el mayor no le iba a contestar. Simplemente los segundos le parecían una pequeña tortura y cuando el elevador se detiene en su respectiva planta hace resonar sus pisadas en el costoso piso del amplio pasillo que se abría frente a su campo de visión.

Iba a cruzar la quinta puerta pero la figura de un castaño acomodando su camisa le hizo reaccionar. Cuando Taehyung le vé no puede evitar fruncir el ceño con notable confusión.

—¿Qué haces aquí? Creí que tu jornada terminaba hace.. —dicho esto mira su reloj y luego vuelve la vista hacia el pelinegro que golpeteaba su pie derecho en el suelo con insistencia—.. una hora y media ¿Qué ocurre, hermanito?

Jungkook se cruza de brazos y Taehyung reconocía muy bien aquél gesto. Aveces podía ser interpretado como ira, enojo repentino, nervios, cansancio, cuando intentaba poner autoridad o simplemente cuando quería algo. Sí, sabía que el mayor era un muy buen jefe pero eran muy escasas las veces en donde extendía sus horas de trabajo, se esforzaba; claro que lo hacía, pero no le gustaba mucho la idea de sobreexigirse sabiendo que corriendo cierta cantidad de horas estaba dando todo de lo suyo.

—¿Tú le diste el papel con la dirección de Jimin a mamá? —pregunta atropelladamente haciendo que su hermano menor haga una mueca. No había sido una buena idea dejar la puerta de aquella oficina sin llave, Jungkook iba a colgarlo del techo si se enteraba.

—No.. —niega mirandolo fijamente a los ojos.

Algo que había adquirido en sus días de ayudar a las mujeres que cocinaban en el orfanato. Cuando mentía o hacía alguna travesura típica de niño sólo negaba mientras miraba fijamente y sin desistir a su victima. Las mujeres le creían y solía salir ileso de algún castigo en aquel sombrío lugar.

Simplemente esto no se trataba de una travesura, ahora había dejado, practicamente, aquél papel con una valiosa información servido en bandeja de oro dirigida a su madre. Alguien que en una única vez les había escuchado hablar sobre la busqueda de un pequeño rubio les bombardeó con preguntas no precisamente buenas a ambos. Desde allí ninguno hablaba mucho sobre el tema en frente de sus progenitores y Jungkook solía mantener bajo llave la fuente más importante de información en aquella casa.

Si Jungkook se enteraba de aquello iba a molestarse a niveles monumentales por haber cometido esa estupidez.

Jungkook estaba a punto de explotar.

—Le dije que no debía entrometerse en mis asuntos, debo poner en una caja fuerte toda la información de mi Jimin —afirma desordenando sus cabellos oscuros con frustración—. Tal vez era lo único que me quedaba para encontrarlo y ahora...

—No todo está perdido, Jeongguk —musita el menor mirandolo—, tengo una copia de su dirección en mi teléfono.

La contestación del menor de cabellos más claros hace que los ojos de Jungkook tomen un brillo de esperanza por unos cortos segundos, Taehyung lo nota.

—¿Qué esperas entonces? Sáca tu teléfono, Taehyung —pide en tono no tan amable el pelinegro.

Simplemente empezaba a cansarse.

—El teléfono está en casa, Jungkook.

.✧

Jimin mira como las calles eran devoradas por el paisaje, apoya su cabeza en el vidrio y se mantiene en silencio.

—Con que Park Taemin ¿eh? —inquiere el pelinegro que estaba a su derecha llevando su mirada al pequeño puchero del rubio.

Y sí, había tenido que hacerlo.

—No se me ocurrió nada más —un pesado suspiro abandona sus labios y el vaho produce una pequeña nube en su ventana—, te lo dije, hyung, él ya ni siquiera me reconció. Ya tiene a alguien en su vida, llegué muy tarde.

Jimin no solía ponerse sensible a menudo pero este era un caso particular. A pesar de que todo el día se le había pasado haciendo trabajo por aquí y por allá la mueca triste lastimosamente no se borraba de su rostro. Yoongi había tratado de animarle, incluso le había llevado chocolate caliente antes de ir a casa a descansar pero el menor no parecía ceder ante aquellos actos. Simplemente aún no podía creer que tuvo a  Jeon Jungkook, el único en la tierra que había movido su mundo entero, frente a frente y él ni siquiera le reconoció. No estaba tan diferente, aquellos cuatro años no le afectaron mucho.

Simplemente no lo entendía, él le había reconocido al instante. Sus penetrantes ojos oscuros seguían siendo igual de intimidantes que la primera vez que le había conocido, aquellos labios rosados que solía admirar ahora le resultaban algo atrayentes, su cabello seguía siendo oscuro como la noche y el claro desarrollo de anatomía era muy notable. No tenía la gran ciencia, vió al mismo chico que le llevó a una descuidada enfermería en un olvidado orfanato. Simplemente que él no lo seguía viendo como ántes...

—...¿Jimin? —el menor escucha la voz rasposa de su mayor y la sensación de la pequeña lagrima rodando sin permiso por su mejilla le hace reaccionar—. ¿Estás bien?

Jimin saca la gotita de agua salada como si fuera que no había pasado nada.

—Eh... claro, estoy bien gracias —un intento de sonrisa se asoma en sus labios y Yoongi detiene el auto en un semáforo en rojo.

—Estás llorando —dice con un suspiro y Jimin sonríe a medias— ¿Estabas pensando en aquél idiota?

Idiota, sí tal vez él era un idiota por haberse resignado a ir.

—No es un idiota y no, no estaba pensando en él... —dice simplemente.

Yoongi le conocía perfectamente y sabía que mentía rotundamente.

—No creas que soy idiota, no sonreiste en todo el maldito día y ahora quieres que me trage el "estoy bien" de siempre ¿No es así? —vocifera el pelinegro olvidando por completo que se encontraban con el pase libre para seguir, Jimin se encoge en su lugar mientras baja la mirada más que apenado y un leve asentimiento provoca que Yoongi se haga a un lado de la calle y mire al frente con el ceño fruncido.

—No mereces esto —niega mirandolo de reojo. La reacción no se puede esperar y tan pronto como la frase muere en sus labios Jimin solloza.

Por decimo novena vez desde que había salido de aquella empresa.

—No debí haberte forzado, yo no-...

—Tú no tienes la culpa —contesta el rubio negando y reincorporandose en su asiento, sus lagrimas son sacadas con torpeza y le recuerda a la primera vez que había llorado por sus padres—, tal vez deba dejar a Jungkook como un recuerdo del pasado.

All for You 《kookmin》 2T.So BadDonde viven las historias. Descúbrelo ahora