CAPITULO 20

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—Pero que te dijeron? — pregunte casi desesperada.

—Conozco un vecino que tiene un hijo pandillero, según la descripción que le di, él y su grupo vieron a un hombre alto de gorra salir de un carro idéntico al de Daniel y el otro chico que salió era un joven de más o menos 18 años con pelo negro un poco largo, piel blanca que se veía aun en la oscuridad y con una chaqueta azul oscura...— no lo deje terminar de la conmoción.

—La que Daniel usaba la última noche que nos vimos— estaba temblando sin parar, Daniel!!!!!!!! Gritaba su nombre en mi cabeza una y otra vez.

—Que más te dijeron Austin? — decía con voz temblorosa.

—Solamente eso, los dos individuos partieron al bosque y luego llego la policía, los demás tuvieron que ocultarse y al momento de salir ya habían desaparecido— todos se veían preocupados ¿con quien estaría a esas horas?.

—Estudiantes de primer semestre— anunciaba la directora antes de sonar el timbre —El profesor Frank no pudo asistir hoy a la institución, por lo tanto pueden estar afuera— los demás se despidieron de mi porque les tocaban diferentes clases, mientras que yo me puse a pensar.

—No, el profesor Frank no pudo haber hecho esto, No! — en ese momento recordé que Jake no había aparecido ese día.

—Los casetes! — me dije, fui rápidamente a mi casillero y al ver mi mochila estaban todos allí adentro, me la coloque en la espalda y fui hacia los pasillos de arriba, ya que el profesor Frank no estaba podía entrar sin ningún cuidado.

—Jake? — pregunte pero nadie contesto —Jake? — volví a preguntar, sabía que él no podía hablar pero al menos se pudo haber salido de su escondite, lo primero que hice fue sacar los casetes y ponerlos en su lugar de origen, luego de eso me deje caer al suelo y empecé a llorar en silencio.

—Daniel... Daniel— con la cabeza puesta entre las piernas me puse a pensar donde podría estar.

—En el hospital? — pensé, el hospital!!! Pero, donde está Jake? Con ellos?.

—Debo salir y buscar a Daniel— baje las escaleras y de inmediato sonó el timbre de receso, no vi a mis amigos pensando donde puede estar ese hospital.

—Hola Lucrecia donde esta Daniel? — cerré el casillero y detrás de la puerta estaba la profesora Oriana.

—Profesora!!! Necesito que me haga un gran favor— la lleve hasta el salón de clases y le pregunte la ubicación del lugar.

—El día del incendio— me decía la chica muy atenta —la escuela fue derribada para hacer un hospital pero este no duro mucho: unos meses después hubo otro incendio pero no se demolió, quedo abandonado hasta ahora— me impresiono mucho la historia.

—Donde lo encuentro? — le pregunte más de cerca.

—No está en el centro de la ciudad, se encuentra al fondo del bosque, siguiendo la izquierda de la carretera que va a la salida del pueblo, allí lo encontraras— deje que terminara el día y fui en el autobús a la casa, no estaban ninguno de mis tíos y eso en parte me calmo un poco, ya que así no me preguntarían a donde voy.

No vi ninguna carta y rápidamente subí a mi habitación, tome un bolso donde llevaba mi celular, tome de la cocina varios tenedores y los afile, saque de los cajones varios cuchillos y los coloque en diferentes partes de mi cuerpo que me permitieran realizar cualquier movimiento sin lastimarme y que fuera fácil para sacarlos cuando los necesite. Llevaba también algunos panes por si a caso, no sabía si Daniel había comido y pensando en el lleve varios medicamentos como cicatrizantes, alcohol, pastillas y vendas.

—Estoy lista...— deje uno de los cajones abiertos y vi el rodillo del tío Lui, eso me podría servir de algo y lo llevaba en la mano. Antes de salir observe que un pedazo de papel estaba pegado a la parte trasera de la puerta.

"Querida Lu, todos estamos fuera de la ciudad por motivos de acompañar a Leonard en algunas conferencias, no dejes la puerta abierta y come la cena que te preparamos

Te amamos Tus Tíos"

Con lágrimas en los ojos escribí tal vez lo que sería el último mensaje que le pudiera dar a mis tíos.

"Yo también los amo"

Así salí corriendo de mi casa y camine hasta llegar al gran letrero que nos daba la despedida de allí.

—Como estas preciosa? — rápidamente voltee y vi que era una pandilla, tome el rodillo con fuerza y me atreví a preguntar.

—Alguno de ustedes conoce a Austin? — el mismo que pregunto me contesto.

—Así es, somos vecinos, que es lo que quieres? — todos me estaban rodeando.

—Quiero que me des una respuesta a esto: Anoche ustedes observaron que dos hombres iban en una dirección cual fue? — tomaba el rodillo en mi mano mas y mas fuerte.

—Que me darás a cambio de eso?— me pregunto ¿Qué esperaba que le diera? No llevaba dinero, pero de inmediato se me ocurrió una idea.

—Mi silencio...— los demás se empezaron a reír y cada vez más se acercaban a mí, yo tenía el rodillo listo para golpear.

—Y de que nos sirve eso? — pregunto curioso.

—Pues, yo soy una persona reconocida aquí, puedo decirles a la policía su ubicación y si llegan a esconderse hablo con Austin para que me de la dirección de la casa de tu padre— de inmediato todos borraron sus sonrisas y no me agradaba su semblante.

—No lo harás...— rápido y más fuerte lo interrumpí.

—Lo hare... si no me dices a donde se fueron esos dos que vieron— todos murmuraron pero al final se rindieron.

—Se fueron por allá...— me señalo la parte más oscura y espesa del bosque, yo voltee a verlos y luego me encamine, pero antes algo me detuvo.

—No te lo recomendaría...— voltee lentamente solo mi cabeza.

—Qué? — pregunte.

—Hay monstruos en ese bosque...

LucreciaWhere stories live. Discover now