No recuerdo el día, pero si el mes, fue en septiembre, cuando el ambiente era propicio para interactuar con el mundo y conocer gente nueva. Estaba en un tranquilo valle situado en Suiza, había pensado detenerme ahí durante un corto tiempo y luego viajar más adelante, pero en ese altiplano soplaba un viento tan fresco y agradable que sentí que nunca debería alejarme del lugar. Pues necesitaba un lugar donde olvidar mis pesares y brotes de tristeza.
En un principio disfrute de la soledad. Nadie me molestaba, nadie se mostraba curioso o comprensivo por mi estado. Estaba sola y libre como un pájaro en el aire. Me había situado en un hotel cerca del valle, al que había decidido quedarme por un largo tiempo o para siempre, según yo. Pero ya después de dos semanas, volví a sentir el dolor por el cual me había alejado con insólita intensidad.
Una noche fría estaba sentada en mi pequeño cuarto tapándome las piernas, con mi manta, extenuando y dando rienda a necios pensamientos: ¿por qué no puedo vivir sin ella? ¿Por qué me siento tan vacía lejos de ella?, no podía resignarme a perderla, pero, ¿por qué se aparto de mi? ¿Eso era el amor en realidad? ¡Cuando fácilmente me dices adiós, cuando te rindes sin intentarlo, cuando detienes la paz de mi mente y me dejas sola, no regresaras más! Grite... Te fuiste sin voltear a verme, no me llevaste, ¿cómo le hago para separar el sueño de la realidad?
Esa noche, y no lo hacía ya hace tiempo, lloré. Lagrimas de enojo a causa de ella, por la vida y el amor, pero también lágrimas secretas por mí misma, como si transitara en otra estrella que no comprendiera la vida, que anhelara el amor, pero que lo temiera...
Entonces me levanté y saque de mi maleta una botella de vodka y me perdí en el alcohol, pues no estaba sola, me acompañaba...mi dolor...
Más tarde, me incorporé y noté que ya había amanecido, salí del cuarto y bajé en busca de un saloncillo donde se servía el café.
Realmente me dolía la cabeza y me encontraba muy enfadada conmigo, por haber recurrido al alcohol en momentos así, no quería seguir los pasos de mi madre.
Abajo, en el saloncillo, encontré en la entrada a un anciano de blancos cabellos que le llegaba a los cincuenta años. Por lo general, siempre me saludaba e intercambiábamos algunas palabras, pero hoy no tenía ganas de hablarle, y menos de mirarlo, él, al notar tal actitud se acerco a mí y me dijo:
- Señorita Luiza ¿se encuentra bien?
-¿Por qué lo dice?- le pregunte, aunque sabía que era obvio mi aspecto.
-Se ve fatal, bebió ¿verdad?
-Si- le dije con mucha vergüenza.
-Ven, vamos a platicar
-Pero yo ya me iba...
Me tomó del brazo y me llevo a una mesa cerca de ahí, nos sentamos en unos bancos y me dijo:
-Entiendo que no seamos amigos aún, pero, sí necesitas desahogarte o platicar con alguien no dudes en acudir conmigo, a todo esto, no creo que el alcohol sea una buena salida.
-Lo sé, es que a veces uno pierde la cabeza... me quedé en silencio por 5 segundos y continué:
-¿Sabe? , por culpa de nuestros errores y malas decisiones pierdes a la persona que más amas en la vida y no se imagina como pesa esta culpa....
Me sorprendí de haber dicho esto, pero sabía que ya era hora de hablarlo con alguien.
Me miro fijamente y dijo:
-Sé a qué te refieres; alguna vez yo también me enamore y a consecuencia de ello sufrí por culpa de mis malas decisiones. Después de todo, por mi parte no cambiaria los días más tristes de mi vida por los más felices de mi existencia.
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¡FLUYE AMOR!
Romance"Fueron hermosas las horas que me compartiste de tu vida. De corazón, gracias por dejarme conocerte, belleza encarnada en el ser más perfecto que existe en la tierra. ¡Desde hoy, mi vida, ha cambiado, Gracias a ti!" Me motive en escribirlo leyendo m...