Capítulo siete

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Me tiro en el colchón con los brazos abiertos, exhausta. Siento un ligero cosquilleo en la barriga que se va calmando poco a poco. Me concentro en el techo blanco. Nota mental: Necesita una mano de pintura. Bueno, toda la casa la necesita.

Marco… ¿Tal vez…? No, no creo. ¿Y eso que he sentido cuando me ha tocado? ¿Lo habrá sentido él también? Parecía muy seguro, y alegre. Tiene que dejar de guiñarme el ojo, me pone nerviosa. Y esa sonrisa de medio lado, me corta la respiración. Lanzo un suspiro, tengo que quitármelo de la cabeza. No volveré a verle, qué más da. Bueno, eso es lo que pensé la primera vez y no ha tardado ni una semana en encontrarme.

Me cuesta dormirme, le estoy dando muchas vueltas al tema de Reus. Es un futbolista famoso mundialmente, o al menos eso creo. No es que sea un Cristiano o un Messi, pero lo conoce mucha gente. Simplemente, no.

Melissa llega a la cafetería agitando su lisa melena rubia, mirando a un atractivo camarero. Esta chica no puede parar de coquetear ni un segundo. Seguro que cuando nació ya tonteaba con el médico. Me río al imaginármela.

—¡Hola! —me abraza antes de sentarse en el asiento vacío.

—Hola —digo sin muchas ganas.

Debe de haberse fijado en mis ojeras y mi poco ánimo, porque pregunta:

—¿Has dormido bien? ¿Te ocurre algo?

Vacilo si contarle lo que ocurre con Marco, pero lo hago. Empiezo con el viaje a Alemania y termino con mis pensamientos de anoche. Me vendrán bien unas palabras de amiga.

—¿Es guapo? —pongo los ojos en blanco.

Saco mi teléfono y busco su nombre en Google, le enseño unas fotos de él vestido con la equipación del Borussia y la alemana de varios años, vestido con ropa normal y traje, e incluso una en bañador, no está nada mal. Siempre sale con su perfecto peinado, ni un solo pelo fuera de su sitio.

—Mmm… Es guapo, delgado para mi gusto —enarco las cejas. Le estoy hablando de Marco, no de un ligue para ella—. Ya, ya, no es para mí. Odio el fútbol, ¿lo recuerdas?

—Cómo no —momento del silencio incómodo—. Dime algo, joder.

—No sé, parece que le tiras, pero no sé si para una relación seria. Los famosos son muy impredecibles, y los futbolistas más. Intenta darle una oportunidad, tal vez te guste más.

—No me gusta —niego rotundamente.

—Claro, lo que tú digas. Además, ¿cuántas posibilidades hay de que volváis a veros? No es como si te hubiese pedido una cita.

—Es verdad —sonrío para quitarle importancia—, gracias por tu ayuda.

—Para algo están las amigas, aparte de para invitar a la merienda.

Me ha vuelto a liar, e invito yo.

—¿Te acuerdas del vecino del marica ese que me utilizó? —suelta de repente. Asiento—. Pues me dio su teléfono y he quedado con él esta noche.

Me quedo boquiabierta. Recuerdo cómo se conocieron y me parece increíble que el chico quiera salir con ella. La felicito por su pesca.

Vuelvo a casa escuchando música en el móvil cuando me llama Marcelo.

—¿Dónde está mi fotógrafa favorita? —pregunta con su agradable voz.

—No sé, pero tengo celos de ella —lo escucho reírse al otro lado de la línea—. ¿Qué pasa?

—¿Te apetece venir a cenar a casa con Clarice, Enzo y conmigo?

—Claro, no tengo nada que hacer.

Echte Liebe (Marco Reus)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora