Capítulo treinta y cuatro

2K 78 27
                                    

Estamos en Barajas, acabamos de llegar a Madrid.

Fuimos eliminados de la Guinness Cup, por lo cual, volvimos antes de lo previsto. Anoche perdimos contra el Manchester United. Los días en Estados Unidos han sido muy relajantes. Marco, Nico, Marcel y Robin nos persiguieron por el país hasta que esta mañana nos tuvimos que despedir. Una vez más. Esto se hace difícil. Ellos han ido directos a Dortmund, porque Marco sigue mañana con su recuperación y no quiero que se salte ninguna para que juegue cuanto antes. En un principio quería venir conmigo aquí, pero se lo impedí. Con ayuda de Marcel y Robin, claro, el rubiales es un cabezota. Hablé con el equipo anoche durante la cena sobre mi relación con Marco. Han prometido no contar nada sobre ello. También se ha enterado Elizabeth, aunque aún no sé si puedo fiarme de ella. Otra más que sabe nuestro querido secreto, que ya tiene poco de secreto puesto que lo sabe medio Club. Qué lío de relación. Hablando de líos y relaciones, mi hermano me ha llamado. Va a visitarme la semana que viene. Ric aquí de nuevo, tengo tantas cosas que hablar con él. Eso era respecto a relaciones, respecto a líos… Esta mañana he vomitado. No sé casi nada sobre embarazos, pero vomitar es uno de los síntomas. Y tengo miedo. Era una de esas náuseas matutinas, estoy segura. Además de que ya es tres de agosto y en nada debe venirme la regla. Doy de plazo hasta la semana que viene, o iré al ginecólogo. No me voy a hacer un test de embarazo porque no me fío de esos cacharros. Ésta es una de las cosas que me gustaría hablar con Ric, pero no quiero contárselo a nadie antes de estar totalmente segura. En fin, mi vida se ha puesto patas arriba en… ¿cuánto? ¿Menos de un mes? Esto debe de ser un récord. Oh, no. No llevo ni un mes con Marco y puede que tenga un hijo suyo. Estuve años con Brian y ni tan siquiera se nos pasó por la cabeza la posibilidad de ser padres. Bueno, también éramos más jóvenes.

—Señorita, el pasaporte —una aguda voz femenina me saca de mis pensamientos.

Alzo la cabeza y me encuentro con una mujer rubia de cara antipática que aparenta más años de los que tiene por la excesiva cantidad de maquillaje que lleva. Saco el papeleo de mi mochila de mano y lo entrego por debajo del cristal. Consigo salir, al fin. Nos recuerdan que mañana estemos en Valdebebas para almorzar y cada uno toma su camino. Yo doy un rodeo hasta la puerta principal, donde me espera Melissa.

—Eres una guarra por irte a Estados Unidos sin mí y te odio por ello, ya sabes —me río y la abrazo antes de guardar el equipaje.

—Yo también te he echado de menos —respondo sarcástica.

—¿Qué es eso que tenías que contarme? —pregunta estando cerca de mi casa.

Le mandé un mensaje con la hora de llegada y avisándole de que traía noticias, pero no quise decirle nada por teléfono.

—Pues que Marco vino de sorpresa hasta América para pasar unos días conmigo —cuento una vez aparca.

Se lleva las manos a la boca y exclama un grito ahogado. Encojo los hombros, abro la puerta y salgo del coche. Después voy al maletero para coger mis cosas. Mel sale dando saltitos.

—¡Eso es perfecto! No puede quererte más —suspira—. A mí, Tyler no me hace esas cosas. Es bastante aburrido para mi gusto, al principio era mejor. Creo que voy a cortar con él.

Y yo creía que era el definitivo para largo tiempo. No le duele admitir que quiere terminar con él, así que no le amaría tanto. En fin, ella sabrá.

—Si no le quieres, adelante. Sabes que tienes mi apoyo en todas tus decisiones —asiente, haciendo una mueca con los labios.

Subimos y me ayuda a guardar la ropa y clasificar los regalos. El suyo es el primero que saco, claro está. Un vestido rosa pastel exclusivo de allí. Le queda un pelín ancho por la cintura, pero lo arreglamos rápido con un cinturón.

Echte Liebe (Marco Reus)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora