Domingo 2 de octubre del 2016
¡Desperté!... No sé cómo lo hice pero desperté.
Agitado, con el pecho subiendo y bajando descontroladamente, sudando y con un ligero temblor en todo mi cuerpo. Pero desperté.
Los débiles rayos del sol se colaban por la ventana aún con la persiana puesta. Sther tenía razón en una cosa: solo había una forma de salir de allí... Y era despertando.
Sentado en la cama estrujé mi cara con mis manos, hasta que sentí una punzada fuerte en mi cabeza y mi sentido del tacto percibió una venda que rodeaba la zona. El dolor fue monumental y de pronto comenzaron a arderme muchas partes el cuerpo.
Creo que no volví a la normalidad por completo
Observé bien lo que me rodeaba, porque creo que aún estoy un poco aturdido y efectivamente no estoy en mi habitación. Tengo puesta una vía en el brazo derecho y estoy en alguna habitacion de hospital. Revisé las áreas dónde sentía ese ardor y encontré algunas cortadas y pequeñas heridas. En medio de mi confusión una voz me terminó de traer al mundo real.
—Hola Alex—
A un lado de mi cama, sentado en un mueble acolchado está mi padre, observandome con cierto cansancio. Lleva puesta una chaqueta negra y está sentado de brazos cruzados, lo que no es buena señal y aunque no parece molesto, tampoco se ve feliz.
—Hola pa... ¿Dónde estamos?— pregunto sin sentido.
—¿Dónde crees tú?—
Pregunta equivocada Alex
—Pues en el hospital pero... ¿Qué paso...? ¿Por qué estamos aquí?—
Se levanta del sillón rascando una de sus cejas y acercándose a mi.
—¿Dónde estabas anoche?— pregunta demandando una respuesta con seriedad.
—Yo...— iba a contestar esa pregunta pero de pronto no recordé nada, miente se encontraba en blanco.
Estaba divagando entre imágenes de Mariana y yo caminando y luego... Nada.
—Yo estaba con Mariana...— respondo intentando recordar algo más.
—¿Y que pasó después?—
Frunso el ceño intentando recordarlo pero no puedo, mi mente divaga entre el celular, el mensaje a mi hermano, el cielo nocturno, Mariana, risas... Y esas risas transformándose en carcajadas. Hasta que recordé el ardor de las heridas producidas por el vidrio rompiéndose a causa de mi cuerpo cayendo sobre el.
—Papa, aquí está tu desayuno— Mi hermano llega a la habitación con una bolsita desechable en la mano. Me vio y luego soltó un suspiro —¡Ah!— expresó aliviado —¿Como estás Xand?—
Marcus observa bien la situación y al darse cuenta de la cara de pocos amigos de mi padre el ambiente toma un aire de incomodidad. Así que intenta escapar de la situación.
—Voy a poner esto aquí y mejor...— canturrea colocando la comida en una pequeña mesa y moviendo su cuerpo hacia la salida.
—Tu no te vas Marco— expresa mi padre con firmeza.
Definitivamente esta enojado
Marco se vuelve hacía nosotros nuevamente, con los labios apretados en un gesto de resignación.
—Quiero que ambos me expliquen por qué Alexander no llegó a casa ayer y hoy nos encontramos todos en el hospital—
Marco y yo nos miramos las caras y luego el tomó la palabra.
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El Juego De Los Elementos
FantasíaAlexander Vilent está a punto de cumplir 14 años y desde los 10 ha estado enamorado platónicamente de Mariana Delevine. El inicio de este año escolar no le hace mucha ilusión, pues Mariana lleva un tiempo saliendo con Daniel Benavente, un chico que...