Es real...
Todo lo que habíamos soñado es real...
¡Todo lo que dijo Sther es real!
Y yo la hice pasar por loca...
La chica de agua que tengo en frente sigue riendo -¡JAJAJAJA! ¡Tienes que ver la expresión de tu cara!-
Sus palabras son lentamente analizadas por mi cerebro y al entender la situación a plenitud me enojo. Me levanto rápidamente y encuentro que estaba muy cerca de la pared cuando el ser extrañamente afeminado me acorrala en ella. Sacó una daga de su bota y la colocó de forma amenazante sobre l piel de mi garganta. Mi ira se rebaja un poco al encontrarme en tal desventaja.
No puedo creer que se haya movido tan rápido, ni siquiera me dio tiempo de pensar.
-¿Quien eres?- le pregunté.
Mi voz no flaqueaba, pues debía mostrar carácter. Ella rió.
-¿Qué no me ves? Seré quien tu quieras Alex- su apariencia fue cambiando nuevamente a la de Mariana.
Estupefactado por su gran parecido con la Mariana real, quedé congelado.
-Dijiste que no eras Mariana, ya no puedes fingir serlo-
-¿Ah no?- inquiere presionandome más contra la pared -Puedo ser ella...- estaba tan cerca que su aliento rosaba mi piel, era un aliento frio y nada agradable -O alguien más... si tu quieres-
Su apariencia cambio a ser como Sther pero eso no duró mucho, volvió a la imagen de Mariana y cada palabra la decía con ese tono de debilidad que daba en un punto sensible. Lo ignoré, intenté ignorarlo, pero mis labios se entre abrieron un poco y al percibirlo ella río a carcajadas otra vez. Sabía que la imagen de Mariana me afectaba y tenía ventaja sobre eso. Odio que tengan tanto parecido y que además logre causar ese efecto en mi. Sus risas me hacían volver a la realidad del asunto, me recordaban que ella realmente no era Mariana y torturaban por desear que la verdadera Mariana sintiera algo por mi.
-¿De qué clase de estúpida estás enamorado Alex?- preguntó de repente, como si la persona a quien se refiere fuera salida de otro planeta ¿Irónico no?
Fruncí el ceño y le dediqué una mirada llena de ira y ella hizo un acercamiento hacía mi rostro de forma fisgona, tomando mi rostro con una de sus manos. Emití un pequeño gruñido ante su contacto y sentí un pequeño raspón en el cuello.
-Eres muy guapo, hasta cuándo te enojas- menciono como si fuera de lo más normal.
Ella sigue viéndose como Mariana, y yo sigo odiando que sea así...
-¿Sabes? estoy empezando a creer que nos vas a matarme- le digo sin preocupación. Asumiendo mis propias palabras como un hecho.
Pensé que podía empujarla y safárme de ella, pero su rostro se vio disgustado por mi comentario y sus acciones fueron rápidas y precisas: Bajó la daga que amenazaba mi cuello y la clavó en mi muslo izquierdo. Nunca fui más conciente de el dolor que podía producir un filo como en ese momento.
Solté un quejido que rápidamente fue ahogado por sus labios ¡Me estaba besando! Bueno, al menos eso pensé hasta que sus dedos me taparon las fosas nasales y bloquearon cualquier entrada de oxígeno a mi cuerpo. Me movía bruscamente al no poder respirar. Sus labios no eran como los de un humano normal: Eran agua. Cómo meter la cabeza en una piscina e intentar conseguir oxigeno dentro de ella.
-¡¡¡MARAE!!!-
La incómoda y a la vez asfixiante situación llegó a su fin gracias a un ser de agua que estaba a unos pocos metros de nosotros. Al escuchar al elemento recién llegado, la que se llama "Marae" despega sus labios y más pulmones al fin consiguen un poco de aire para respirar.
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El Juego De Los Elementos
FantasyAlexander Vilent está a punto de cumplir 14 años y desde los 10 ha estado enamorado platónicamente de Mariana Delevine. El inicio de este año escolar no le hace mucha ilusión, pues Mariana lleva un tiempo saliendo con Daniel Benavente, un chico que...