Subo a mi habitación y pienso en ponerme algún short más presentable que el descolorido que traigo puesto, hasta que mi atención cae en un vestido que Miranda me regaló hace unas semanas atrás. Aun no lo he usado, a pesar de que es muy sencillo y de colores apagados que no me hacer parecer un arcoíris. Me debato unos segundos y finalmente me lo termino poniendo junto a un par de ojotas.Frente al espejo puedo ver que Miranda tenía razón, me sienta bastante bien, pero eso no cambia nada. Voy a seguir siendo la chica de las camisas a cuadros y los shorts, esa soy yo y no voy a dejar que un simple vestido bonito me cambie, así como tampoco lo hará ningún chico. Promesa de una Ortega.
Una vez conocí a una chica en el pueblo, que cambió completamente su forma de ser y de vestir, solo por un chico. El resultado fue que finalmente logró conquistarlo, aunque solo fue de una ilusión; lo malo fue que perdió a varios de sus amigos por sus comportamientos, convirtiéndose en la que todos esquivan en la calle. Después de ver eso, me prometí no intentar cambiar por nadie, si no te gusta como soy, bien, puedes seguir tu camino y dejar de estorbar en el mío, pero no voy a cambiar. Con Dante tuve que encontrarme frente a frente con el riesgo de perder a alguien y aunque podría haber intentado empezar a actuar mejor para caerle mejor a su madre, no lo hice. No porque no lo quiera, tampoco por mi orgullo, sino que me convertiría en un cascaron que no me pertenece y eso es lo que no quiero.
Me amarro el cabello en una coleta desordenada, para apartarlos de mi cuello y en el preciso instante que voy a tomar mi móvil, escucho como alguien toca la puerta.
Miranda.
-Hola... ¿Es real lo que ven mis ojos? ¿Acaso Romina Ortega está usando el vestido que yo le regalé y que juró jamás usar?- dice con exagerado dramatismo y yo ruedo los ojos.
-Estas logrando que me arrepienta de usarlo, un comentario mas como ese y subo a cambiarme por el short más descolorido que encuentre y la camisa que me quede más grande- amenazo y ella niega repetidas veces.
Miranda también lleva puesto un vestido, solo que el suyo es demasiado delicado para mi gusto, con demasiados volados y encaje, pero que en ella no queda mal. Además de un sombrero y sandalias. Muchas veces me pregunto cuál fue la razón por la que aun nos llevamos bien. Ambas somos como el agua y el aceite en muchos sentidos. Ella es muy “femenina” por decirlo de alguna manera, y yo soy lo mas descuidada que hay con respecto a la vestimenta. Creo que sería una amiga excelente para Leticia.
-Creo que mejor vamos a la heladería- dice mientras me toma del brazo y empieza a arrastrarme lejos de la casa. Por suerte había acabado de cerrar la puerta.
Cuando llegamos a la esquina, empezamos a caminar con pasos más lentos, mientras nos sumergimos en una conversación sin sentido.
-¿Estas pensando en conquistar a alguien que ahora decidiste vestirte diferente?-
La pregunta de Miranda me hace dedicarle una mala mirada.
-O quizás no- dice mientras levanta las manos en señal de paz.
Respiro hondo y cambio mi mirada al frente. A pocos metros ya se puede ver la heladería.
-Que me vista diferente, no significa que quiera conquistar a alguien. Puedo hacerlo simplemente porque me pintó hacerlo, o porque quise sentirme diferente por un día, pero nada más- me defiendo y Miranda solo ríe -¿Qué fue lo que paso con tu ultimo ex novio?- en cuanto suelta esas palabras, la pelirroja deja de reír como si acabaran de desactivarla. Hace casi dos meses que me vengo haciendo la misma pregunta y aun no me la responde. Por la forma en que siempre esquiva la explicación, sé que es algo delicado, pero la curiosidad me puede.
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Tu pasado, mi tormento|✔
ActionUna nueva vida, en la gran ciudad. Un cambio de aires que todos necesitamos alguna vez. Y un destino que nadie puede adivinar. Siempre creí que la monotonía era aburrida y que la acción valía la pena vivirla. Pero todo cambió cuando lo conocí a él. ...