No soy como esa vecina conversadora que siempre tiene un tema para hablar cuando te cruza por la calle, tampoco soy como ese vecino ermitaño que nunca sale de su casa o que cuando lo hace, no te dice ni un mísero <Hola>. No soy alguien reconocida, pero tampoco soy la invisible. Soy simplemente yo: Romina Ortega. Una chica que tiene la costumbre de saludar como la vecina hiperactiva, pero que también tiene una cierta frialdad del ermitaño. Sí, soy dos personas en una ¡Toda una maravilla!...o un desastre.
No voy a contar toda mi vida pasada, solo se puede decir que es algo complicada. Pero como dicen por ahí: "Pasado, pisado", aunque es más un lema que sirve para crearme una ilusión de humo. Ellos jamás podrán quedar en el pasado.
El tema en este momento, es que ya no quiero seguir quedándome en el pueblo. Llevo años viviendo en un lugar en el que hasta ver un avión surcar el cielo ya resulta interesante y terminan siendo incontrolables las ganas de hacer algo diferente, de romper con el esquema de "Terminar los estudios, encontrar una pareja, formar una familia y pasar el resto de nuestras vidas en una monotonía aplastante" porque esa es la vida ideal para una chica de pueblo, según los mayores, claro. Para mí eso más que una vida, es una condena.
Dinero, justo lo que no tengo, y alrededor de lo que gira el mundo, es lo que se necesita para escapar de este lugar.
Miles de veces me desperté con la idea de dejar todo atrás y tomar el primer colectivo para emprender una aventura a lo desconocido, pero le tengo mucho amor a mi vida, por mas asquerosa que pueda llegar a ser algunas veces, y no pienso arriesgarla de esa forma.
Sin embargo hoy me desperté diferente. Hoy es mi cumpleaños número diecinueve. Y eso me hizo recapitular.
Diecinueve años de mi vida que ya no tiene retorno, que ya no hay forma de volver a vivirlos y en los que no he hecho absolutamente nada admirable, nada digno de recordar. Diecinueve años de mi vida que ya están perdidos ¿Qué estuve haciendo todo este tiempo? La vida es corta, dicen. Cuánta razón tienen. La vida es corta, efímera. El tiempo tirano. Los años pasan en un abrir y cerrar de ojos. En un momento estás quejándote de todo el año que te espera por delante y luego pestañeas para quejarte de lo rápido que pasó. El tiempo pasa, la vida pasa, mientras nosotros permanecemos atascados, esperando que algo cambie cuando no hacemos nada para que eso ocurra. Nos quedamos esperando algo que se debe salir a buscar.
Los años pasan rápido y con ellos la vida.
Diecinueve años en los que estuve atascada, esperando algo que nunca ocurrió ¿Y cuando lleguen los veinte? ¿Me despertaré en esta misma cama, pensando en que esta vez son veinte los años que perdí? Eso es algo inaceptable.
Diecinueve años ¿Quién lo diría?
Me levanto de un salto y recorro la habitación con la mirada. Los muebles descoloridos por el paso del tiempo, las paredes blancas y sin ningún cuadro, la cama desecha. Un claro reflejo de mi interior. Deteriorada, vacía, desecha.
Me visto con lo primero que encuentro, lo cual consiste en un jeans rasgado, una camisa a cuadros y mis zapatillas desgastas. Desconecto en móvil del cargador y camino hasta la cocina. Vivo sola. Con mis familiares a pocas cuadras, pero sola en la casa.
Preparo un té para luego servirlo en una tasa de "Feliz cumple" que me obsequiaron mis amigas el año pasado, y lo tomo junto a un paquete de galletitas.
La radio suena de fondo con alguna canción de Luis Fonsi, aunque no le estoy prestando demasiada atención. Solo está para llenar el espacio y que la casa no me resulte tan solitaria.
"Hoy llueve por dentro, en mi, en mi..."
La soledad es devastadora. Tengo mis tíos a una cuadra y mis abuelos a dos, pero la soledad va mucho más allá del espacio físico. Es algo más interior. Algo en mi pecho.
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Tu pasado, mi tormento|✔
AksiUna nueva vida, en la gran ciudad. Un cambio de aires que todos necesitamos alguna vez. Y un destino que nadie puede adivinar. Siempre creí que la monotonía era aburrida y que la acción valía la pena vivirla. Pero todo cambió cuando lo conocí a él. ...