-Y acá marca cuántas vidas me quedan- explica Matías a la vez que señala un tres en la parte superior de la pantalla de la tablet.Ambos estamos sentados en el piso de la recamara, con la espalda apoyada en la cama de Matías, de frente a la de Nicolás.
Al parecer los hermanos duermen en la misma habitación.
Luego de que Nicolás dejara salir esas palabras cargadas de burla, Matías apareció por detrás de él y en cuanto el rizado me vio, no dudó ni un segundo en correr a mis brazos. Después Sebastián tuvo la maravillosa idea de separarnos al castaño y a mí en habitaciones separadas. Sabía que si pasaba un segundo más, corría riesgo de que lo vuelva de piedra con la mirada.
Así fue que yo terminé con Matías en una habitación y él con Nicolás en la otra.
-¿Y eso que marca?- señalo un circulo con una línea en su interior que corre como las agujas del reloj, solo que de modo continuo. Por los puntos brillantes que se mueven, creo tener una idea de que se trata, pero quiero darle la oportunidad de explicarme. Parece muy emocionado cuando lo hace.
-Eso es…-
-¿Quieres quedarte a almorzar con nosotros?- Sebastián se encuentra de pie en el umbral de la puerta. Aunque tiene las manos enterradas en los bolsillos de su pantalón, en una pose descuidada, puedo distinguir su nerviosismo.
-¿Por qué no me dijiste que estaba él?- pregunto con tono de reproche. Él rubio se rasca la nuca en un gesto de incomodidad y culpa.
-Yo en ningún momento dije eso, lo has asumido tu sola- se defiende.
-Dijiste que Nicolás se había ido-
-¡Pero solo por unos días!-
Suelto un suspiro de rendición. Él tiene razón, en ningún momento dijo que Nicolás no estaba en el departamento.
-Bien, tienes razón- me levanto de mi lugar y Matías lo hace conmigo –Adiós, rizado, fue lindo volver a verte- deposito un beso en la frente del niño que tanto extrañé.
-¿No te quedaras a almorzar?- miro a Sebastián con una ceja alzada. No puedo creer que espere una respuesta afirmativa a esa absurda pregunta.
-¿Y tú qué crees?-
Salgo de la habitación, no sin antes despedirme de los dos rubios y camino rumbo a la salida. En el camino tengo la suerte de no cruzarme con el castaño en ningún momento, sin embargo, cuando al fin llego a la puerta y tiro del pomo, me encuentro con que está cerrada.
-¡Sebastián! ¡Trae ya mismo esas piernas kilométricas hacia aquí y ábreme la puerta!- grito a todo pulmón, sin importar que me puedan escuchar los vecinos.
-¡La llave está en la puerta!- escucho su grito amortiguado por las paredes y ruedo los ojos ¿Acaso me cree idiota?
-¡No, no está!-
-¿Buscabas esto?- la voz de Nicolás es acompañada por el tintinear de una llaves y casi puedo adivinar de cuales se trata.
Cuando giro a verlo, lo encuentro igual que hace unos minutos atrás, vestido solamente con sus pantalones, que van más debajo de lo común, dejando a la vista el borde superior de su ropa interior.
-¿Por qué siento que esta situación ya la vivimos?- digo con frustración mientras miro el techo blanco.
-No lo sé-
Me acomodo un mechón detrás de la oreja, y vuelvo a mirarlo.
-¿Me darías las llaves, por favor? Se me hace tarde para algo importante- pido con la mayor paciencia posible, pero el solo agranda su sonrisa. En realidad no llego tarde a ningún lado más que a mi casa para dormir, pero eso el no tiene porqué saberlo.
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Tu pasado, mi tormento|✔
AzioneUna nueva vida, en la gran ciudad. Un cambio de aires que todos necesitamos alguna vez. Y un destino que nadie puede adivinar. Siempre creí que la monotonía era aburrida y que la acción valía la pena vivirla. Pero todo cambió cuando lo conocí a él. ...