Capitulo 36

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-Vaya, al fin te veo vestida como una chica y no como una extraña y retorcida versión de un obrero-

Ruedo los ojos cuando identifico la voz como la de Sebastián.

Acabo de salir de la heladería, luego de pasar una hora conversando de cosas sin sentido con Miranda, evitando por completo los temas "Novios" y "Padres". Después de que ella se confesara, me sentí culpable y no quise volver a meter la pata.

Al salir del lugar, la pelirroja tomó un camino distinto al mío y esa es la razón por la que ahora me encuentro caminando sola, a pocas cuadras de llegar a mi casa. O al menos así era hasta que llegó Sebastián.

Detengo mis pasos y volteo a verlo. Lleva la misma camisa que hace unas horas, cuando me abrazaron en la casa, aunque ahora va cargando dos bolsas con el logo del supermercado

-No me sorprende que lo notes, ya que me estuviste vigilando en la plaza- suelto con veneno y el frunce el ceño, como si estuviese confundido y no tuviese la menor idea de lo que hablo. Ni en sueños le voy a creer ese papel, a otro perro con ese hueso.

-¿Por qué dices que te estuve siguiendo?-

Lo miro con una ceja alzada.

-Hablo en serio, Sebastián, vi tu auto estacionado cerca de la plaza en la que estaba con Miranda y solo para que lo sepas, ella también te vio y estoy segura que te reconoció aunque me haya dicho lo contrario- el rubio me mira con sorpresa -No me interesa si se conocen, la verdad es que no soportaría mas información de la que recibí hoy, así que solo me gustaría que te alejes y me dejes en paz. Lo único que quiero es llegar a casa y bañarme. Mañana entro temprano a trabajar- me giro con intenciones de dejarlo atrás, pero una mano sobre mi codo me detiene antes de dar el primer paso. Cuando miro sobre mi hombro, me encuentro con Sebastián bastante cerca.

-¿Dices que viste mi auto en la plaza y que Miranda lo miró como si lo conociera?- asiento algo confundida y él me suelta para batirse el cabello con nerviosismo. Las bolsas que cargaba, ahora yacen en el suelo, uno metros más atrás. Escucho como murmura un <Idiota> acompañado de un <Nicolás> entre dientes y después suspira con frustración.

-¿Estás bien?- pregunto sin querer acercarme demasiado.

Últimamente no se qué le pasa a todos que están actuando tan raro.

Asiente mientras vuelve a tomar las bolsas y regresa a mí.

-Retomando al tema principal ¿Estas en plan de conquistar a alguien que ahora te vistes así?-

Ruedo los ojos ante su comentario. Ignorando su pregunta, retomo mi camino, pero soy claramente consciente de que me sigue.

-No intento llamar la atención de nadie- digo sin dejar de caminar.

Los últimos rayos de sol iluminan la ciudad en una tonalidad anaranjada que le da un aspecto reconfortante. Son pocos los autos que pasan por la calle y el silencio no es sepulcral, pero si hay una calma placentera en el aire.

-¿De verdad que no hay nadie que te interese?- la pregunta repentina de Sebastián me remonta de manera automática a algunas semanas atrás, cuando aun las cosas entre Dante y yo, estaban bien. Es increíble que su madre piense que no estoy a su altura, aunque por un lado, me alegra que las cosas hayan ocurrido así, de otra forma jamás me habría dado cuenta que lo que siento por el rubio no es tan fuerte como para temer perderlo. Lo consideré un buen amigo, sí, incluso llegué a visualizarnos juntos cuando ni siquiera tenía intenciones de tener una pareja, pero todo fue efímero, producto de la vorágine del momento. Lo quería y lo sigo queriendo, no hay por qué negarlo, pero mi mundo no comienza ni termina en él.

Tu pasado, mi tormento|✔Donde viven las historias. Descúbrelo ahora