-Ciento seis y cuatro, ciento diez, más cuarenta, ciento cincuenta- le entrego el dinero a la señora y yo suspiro de alivio. La ultima clienta de la jornada. Termino de acomodar todo, me despido de mi jefa y salgo. Generalmente suelo salir a las ocho, pero entre una cosa y otra, ya son las ocho y media. Al parecer la última clienta tardó más de lo pensado. Siempre tomo el mismo autobús todos los días, que me deja a una cuadra, pero hoy parece que lo perdí. La tienda no queda muy lejos de mi casa, pero no me agrada andar sola de noche por las calles desiertas y menos cuando el mensaje que recibí días atrás hace eco en mi mente.Luego de que le pidiera a Nicolás que se fuera, él aceptó, pero antes me pidió un favor. Quiso que yo cuidara a Matías, solo una semana más. Estuve indecisa, porque la idea es no volver a tener ningún tipo de relación con él, pero mi corazón de abuelita fue más fuerte y terminé aceptando. Hoy hace cinco días desde ese momento y no lo he tenido que lamentar.
-Eh, guapa ¿Necesitas ayuda para regresar?- cuando me giro a ver, me encuentro con Lucas montado en su auto rojo brillante. Me encojo de hombros.
-Oh, bendito seas, castaño, no quisiera tener que regresar caminando-
Me monto a su auto y avanza. En el camino conversamos de cosas sin sentido, aunque no faltan sus comentarios burlones para molestarme. Empiezo a creer que ese es su pasatiempo favorito.
Luego de que lo lleváramos a su casa, semiinconsciente, nuestra relación se volvió más estrecha. Nos convertimos en algo así como “mejores amigos”, todo lo contrario de lo que ocurre con Dante. Después de ese día, su cercanía me resulta incomoda, aunque no en el mal sentido sino que me hace poner nerviosa, inquieta. Él parece igual, pero ambos nos esforzamos por disimularlo lo mejor posible.
Mis sentimientos hacia el rubio, siguen siendo confusos, aunque no puedo negar que siento algo por él. Sus gestos caballerosos, su amabilidad, su facilidad para sacarme una sonrisa, su atención y preocupación hacia mí, hicieron que algo empiece a crecer en mi interior. Aun no puedo definir qué.
-El sábado voy a ir al club ¿Quieres venir?- yo niego con seguridad ante la pregunta de Lucas.
-Ni loca, no quiero volver a hacer de niñera, olvídalo-
Escucho como suelta otra risa y entonces recuerdo el video. Saco mi móvil y lo desbloqueo para buscarlo. Dante me lo pasó al otro día, pero aun no había encontrado el momento para habérselo enseñado.
-Mira-
En cuanto sus cantos desafinados inundan el habitáculo, las mejillas de Lucas se encienden.
<Sí, sabes que ya llevo un rato mirándote…muéstrame el camino que yo voy…>
-Dios, quita eso-
<…firmar las paredes de tu laberinto…>
-¿Por qué? Quiero que veas la razón de mi respuesta- digo en tono burlón y subo el volumen al máximo.
<Déjame sobrepasar tus zonas de peligro…>
-Hasta provocar tus gritos y que olvides tú apellido…despacito- eso último lo dice mirándome fijamente y es mi turno de enrojecer.
-Los ojos al frente- digo, buscando esquivar tu mirada y él obedece, aunque puedo ver claramente la sonrisa burlona que se dibuja en sus labios. Nunca podré acostumbrarme a ese tipo de comentarios.
-Pero si tú fuiste la que…-
-Pues cambié de opinión-
Cuando finalmente estaciona en mi casa, el reloj ya marca las nueve menos diez.
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Tu pasado, mi tormento|✔
AçãoUna nueva vida, en la gran ciudad. Un cambio de aires que todos necesitamos alguna vez. Y un destino que nadie puede adivinar. Siempre creí que la monotonía era aburrida y que la acción valía la pena vivirla. Pero todo cambió cuando lo conocí a él. ...