Capítulo 45

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Mientras esperamos la ambulancia, ya que la primera fue ocupada por dos policías muy mal heridos, Dante descansa sobre mis rodillas y acaricio su cabello. Él entrecierra los ojos, disfrutando el contacto y yo mantengo la mirada cada tanto en su herida, para comprobar que ya apenas sangra.

Creo que él fue el más afortunado entre los cinco heridos que llegue a ver.

Luego de que llegara la policía y se desatara el caos, finalmente terminaron arrestando a Iván, luego de dispararle en la rodilla. Los gritos de dolor que emitía, fueron espantosos, al igual que todo el panorama en general. Incluso me pareció escuchar de alguien decir que posiblemente no volverá a caminar.

No soy tan cruel como para desearle algo así, la verdad es que solo espero que esté en prisión por varios años, cumpliendo realmente la condena por los daños que cometió. Mató a Miranda, quizás sin intención, porque realmente parecía no querer hacerlo y cuando lo estaban trasladando, no dejó ni un minuto de gritar su nombre y pedir disculpas, aun en medio del llanto.

En cuanto a Nicolás, él permanece sentado en una de las sillas, sosteniendo su brazo, como si tuviese alguna herida menor y sin mirar a nadie en especial. Solo de vez en cuanto dirige sus ojos grises hacia donde estamos Dante y yo, pero en cuanto nota que lo observo, me retira la mirada.

En este momento no sé qué pensar. Escucharlo decir que yo no le importaba, fue como un disparo al corazón, pero a comparación de todo lo que acaba de pasar, un problema de amor es un grano de arena en un desierto. Algo insignificante.

El cuerpo de Miranda aun permanece en el mismo lugar, solo que ahora lo han cubierto, pero sigue ahí. Ese bulto negro es Miranda. Eso todos lo sabemos y no puedo dejar de sentir una opresión en el pecho cada vez que lo veo.

Ella dio la vida en un intento de defenderme. Mantuvo la promesa que me hizo aquel día, cuando dijo que no me fallaría. Tal vez nuestra relación empezó siendo una mentira, pero sé que terminó convirtiéndose en algo real, algo solido y verdadero. Y eso es lo que cuenta. Quizás estuve mal al no dejarla explicarse cuando aun tuvo la oportunidad, pero ya no puedo volver el tiempo. Miranda ya forma parte de nuestro pasado, aunque se haya llevado con ella un trozo de mí.

De repente veo como dos personas se abren paso en medio de todos, gritando por mi nombre, el de Dante y el de Nicolás. Solo hace falta eso para reconocerlos: son Lucas y Sebastián.

En cuanto el castaño repasa el lugar con la mirada y nos encuentra a mí, con la espalda apoyada en el mostrador y a Dante, descansando en mis piernas, corre hacia nosotros, mientras Sebastián hace lo mismo, pero con Nicolás.

En cuanto Lucas llega a nuestro lado y clava la mirada en la camiseta ensangrentada de Dante y luego nuestras manos manchadas con la sangre seca y agrietada, parece palidecer algunos tonos y por un momento temo que tengamos que espera otra ambulancia, porque Lucas pareciera que va a necesitar la que viene en camino. Rápidamente desvía la mirada, pero no es de mucha ayuda ya que su atención termina cayendo en las manchas de sangre que pintan gran parte de las baldosas y en el cuerpo cubierto de Miranda.

-No me digan que eso es… eso es…-

-Sí, Luc, es un cadáver- digo con mi mejor cara de póker, para no asustarlo aun más, pero no parece ser de mucha ayuda, porque amenaza con tambalearse, como si estuviese al borde del desmayo.

-Oh por dios- empieza a revolver su cabello con impaciencia y clava la mirada en la estantería a nuestras espaldas –Oh por dios ¡Un cadáver!- grita de repente y luego nos mira a Dante y a mi -¿Acaso ustedes…?-

-¿Dónde quedo el Lucas rudo e invencible? ¿Eh? Y no, nosotros no matamos a nadie, deja de imaginar cosas raras- digo con seriedad, pero él no parece más calmado ni en lo más mínimo.

Tu pasado, mi tormento|✔Donde viven las historias. Descúbrelo ahora