El corazón está al borde de escapar corriendo de mi pecho ¡¿Hay alguien en la casa?!
Clavo mi mirada en la puerta y sin dejar de mirar ese punto, tanteo los cajones de la mesada, hasta que encuentro el de los cubiertos y saco un cuchillo. No estoy segura de poderle hacer daño a alguien, pero más vale ir prevenida. Registro la cocina y la sala, pero dejando de lado la limpieza, no encuentro nada extraño. Quizás solo estoy haciendo de un grano de arena un mundo y tal vez fue la abuela la que mandó a llenar la heladera sabiendo que vendría. Sí, seguro fue eso.
Una vez registrada la planta baja, sé que toca la de arriba, pero la verdad es que aun tengo miedo, temo no haberme equivocado y que realmente haya alguien en la casa. Por un momento pienso llamar a la policía, pero ¿Qué les diría? ¿Qué sospecho que alguien ingresó a la casa? ¿Qué pruebas tengo de eso? Deben tener demasiadas cosas realmente importantes como para que yo los llame por algo tan en el aire, sin embargo dejo el número en marcación rápida, nunca se sabe su eso que ahora está “en el aire” puede pasar a algo material.
Subo el primer escalón y me doy cuenta de que estoy temblando completa. Segundo escalón y el móvil empieza a humedecerse con el sudor de mi mano izquierda y el cuchillo en mi derecha. Tercero y los latidos de mi corazón se me disparan. Los demás son una combinación de los tres primeros. Cuando pongo los dos pies en el pasillo, la oscuridad me resulta aterradora. Busco la llave que encienda la luz y cuando la encuentro, suspiro de alivio.
La luz amarilla ilumina cuatro puertas y todas cerradas.
Doy los primeros pasos, aunque dudosos y me acerco hasta abrir la primera puerta. Por suerte la llave de la luz se encuentra junto a la puerta. Es una habitación común, con una cama en el centro, una mesa de luz, el armario y una silla nada más. La dejo abierta y con l luz prendida, al igual que todas las que prendí con anterioridad. No pienso apagar ninguna hasta que no esté completamente segura de que soy la única persona en esta casa.
Camino hasta la segunda puerta y el interior es una réplica del anterior solo que esta vez es matrimonial. Hago lo mismo que con la anterior y entonces camino hasta la tercera, pero cuando la abro, me encuentro con una situación completamente diferente. Esta habitación está repleta de cajas, rollos de papeles y muebles desordenados. Es una especie de sótano, solo que en la planta superior. Registro el lugar con la mirada y aunque no me convence demasiado, decido pasar a la cuarta y última. Sin embargo, cuando giro sobre mis talones, una caja cae al suelo y casi puedo jurar que oigo una maldición en alguna parte. Mis latidos se sienten en todo el cuerpo y los nervios se me disparan, haciendo que me aleje un paso de esa puerta, pero sin dejar de mirar el interior de la habitación. Hay alguien en el lugar.
Con la mano temblorosa, enciendo el móvil y me seco el pulgar contra el pantalón antes de deslizarlo por la pantalla y llamar a la policía. Esto ya no es al en el aire, esto es real.
Lo llevo hasta mi oreja y el sonido de espera inunda mi oído una única vez antes de que todo pase tan rápido que ni siquiera tengo tiempo para reaccionar.
El móvil desaparece de mi mano junto con el cuchillo, a la vez que un niño de risos rubios asoma de entre las cajas y corre hacia mí, luego una mano aparece por mi costado para lanzar mi móvil y que el niño lo atrape en el aire. Intento gritar o salir corriendo, pero una mano grande cubre mi boca y un brazo fuerte se envuelve en mi cintura, dejándome inmovilizada. Entonces veo como el niño se pega el móvil a la oreja.
-¿Sí? ¿Con la policía?...Llamaba para agradecer el servicio que le ofrecen a la comunidad…ocho años, señor…no, no están…, está bien, perdón por la molestia…, entiendo, adiós- corta la llamada y luego clava sus ojos claros en la persona que se encuentra detrás de mi -¿Lo hice bien?- pregunta con emoción.
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Tu pasado, mi tormento|✔
AzioneUna nueva vida, en la gran ciudad. Un cambio de aires que todos necesitamos alguna vez. Y un destino que nadie puede adivinar. Siempre creí que la monotonía era aburrida y que la acción valía la pena vivirla. Pero todo cambió cuando lo conocí a él. ...