Capítulo 27

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El sonido de la alarma me sobresalta y rápidamente estiro el brazo para apagarla. Me estiro completa, sacando la punta de mis pies y brazos fuera de las sabanas y me quedo en esa posición por unos segundos. Cuando me doy cuenta que estoy a punto de volverme a dormir, abro los ojos y pestañeo repetidas veces hasta acostumbrarme a la escasa luz que ingresa por la ventana del amanecer. Ya estamos a mediados del verano y amanece bastante temprano, el reloj apenas marca las cinco y media.

Camino hasta el baño, aun descalza, y me mojo la cara con el agua fría, necesito despabilarme, y camino nuevamente hacia la habitación. Con una completa pereza, me quito la camiseta descolorida y el short que utilizo para dormir y los remplazo por otros más presentables. Miro hacia el rincón donde se encuentra el bolso que preparé durante la tarde de ayer y lo cuelgo el uno de mis hombros, para finalmente bajar las escaleras y dejarlo junto a la puerta.

Me preparo un desayuno liviano, la verdad es que los viajes no suelen sentarle demasiado bien a mi estomago y quiero evitar inconvenientes. Me gusta viajar, pero mi estomago no parece compartir el mismo sentimiento.

Mientras espero que el agua se caliente, busco mi móvil y le marco a Lucas, algo me dice que el castaño aun está en el quinto sueño.

Un tono, dos, tres, cinco y me manda al buzón. Suelto un bufido y vuelvo a intentarlo, esta vez me atiende al tercer tono.

-¿Si?- su voz se escucha ronca y es más que obvio que aun dormía.

-Me quiero imaginar que ya estarás levantado y perfectamente arreglado ¿No? Porque te aviso que el colectivo sale dentro de media hora- digo en tono sereno, intentando hacer uso de toda mi paciencia.

-¿Colectivo?- pasan unos segundos y entonces escucho como suelta un insulto, seguido de un golpe, algo que se cae y finalmente un quejido. Lo escucho maldecir a las sabanas y no puedo evitar divertirme con la situación –Lo habías olvidado ¿Cierto?- pregunto, aunque ya es obvia la respuesta.

-¿Qué?- algo vuelve a caer y se oye otro insulto -Por supuesto que… ¡Mierda, estúpidos pantalones!- otro estruendo. No sé porque, pero por un momento se me viene a la mente Ralf, el demoledor, los sonidos que se oyen a través de la línea dan a entender que está destruyendo media casa.

De repente se hace el silencio.

-¿Luc…?-

-Estoy bien, estoy bien- repite, aunque suena como un demente.

Escucho el sonido del agua ya hirviendo en mi cocina.

-Bien, entonces dejo que termines con...lo que sea que estés haciendo, y recuerda que el colectivo sale dentro de media hora, no te entretengas que aun tenemos que llegar a la parada- aviso y escucho como murmura algo a lo lejos. Creo que tiene el móvil en altavoz.

Cuando termino de desayunar, reviso nuevamente el bolso y cuando estoy segura de que cargué todo, lo cuelgo en mi hombro. Justo en ese momento, se oyen golpes en la puerta y antes de abrir, ya sé que se trata de Lucas. Me aseguro de que todo este desenchufado, reviso las ventanas y luego voy apagando todas las luces a medida que me acerco a la puerta principal.

-Wow, parece que madrugar no te sienta muy bien- digo con tono burlón en cuanto veo al castaño del otro lado de la puerta. Lucas carga con una mochila en uno de sus hombros y los ojos aun los tiene hinchados debido al sueño, haciendo que se vean como dos mínimas rendijas que le lagrimean con el aire matutino. Su cabello va mas revuelto de lo normal y da la apariencia de recién salido de las sabanas, aunque hace menos de quince minutos que lo hizo, así que técnicamente es la realidas.

-Cuidado, habló la que parece Miss Universo- habla con sarcasmo y es cuando recuerdo que su humor no es el mejor por las mañanas. Sin regresarle ningún comentario, apago la última luz y cierro la puerta con llave. La guardo en un bolsillo del bolso, del cual saco el dinero para el pasaje y empezamos a caminar hacia la parada.

Tu pasado, mi tormento|✔Donde viven las historias. Descúbrelo ahora