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— Señorita Myoui ¿Por qué esa sonrisa? — Mina no se esperaba sentir el peso completo de un costal de papas llamado Momo. Caminaba con calma por los pasillos de su facultad, hasta que la rubia irrumpió su tranquilidad abalanzándose contra ella, mientras reía. Su única intención era molestar a la menor, pero se detuvo en seco cuando notó algo en el cuello de la azabache . — Un segundo... ¿Acaso esto es...? — acercó su rostro a su cuello y delineó aquella marca rojiza.

— ¡Momo! — Dijo Mina casi gritando, empujando a la mayor quien sólo la veía con burla y una sonrisa de oreja a oreja.

— Así que ya superaste tu problemita ¿Eh? ¡Dime con quién fue! — Gritó Momo llamando la atención de la gente a su alrededor. Mina sonrojada tapó su rostro y llevó a rastras a la alborotadora hacia los jardines, quien quería que fuera la última en enterarse de lo pasado. — No tienes que guardar el secreto, todos sabemos que esos chupetones no se hacen de la nada.

— ¡Ya sé! Pero no debes gritarlo para que todos sepan...

— Pues todos sabrán al ver tu cuello, creo que no pensaste ni un poco en cubrirlo. Eso o querías que todos supiéramos, ¡es lo mismo! — Rió, para ella la situación era muy graciosa, sin embargo Mina estaba que moría. Como pudo tapó lo más posible esa zona con el borde de su chaqueta. — ¿Y bien?

La desconfianza bordeaba de los ojos de Mina. No es como si Momo no fuera su amiga ni mucho menos, simplemente ella podría ser algo... Descuidada, y sus burlas o bromas no siempre son agradables. Momo la miraba atenta sin borrar esa sonrisa de su rostro, pero cuando la menor había decidido mejor no contar nada, Momo río. Río cerrando sus ojos mientras sus sonrisa parecía sincera y extrañamente confiable.

Mina soltó un suspiro.

— Yo... F-Fue con Chaeyoung...

Silencio, simple silencio.

Momo nuevamente rió y abrazó a la azabache, sorprendiéndola de hecho.

— ¿La frijol? Tienes un gusto extraño, hubiera sido mejor si lo hacías conmigo. — La menor frunció el seño. Sus palabras la hacían sentir incómoda, ¿Por qué Momo debía ser así? — Pero me alegro por ti.

— ¿Qué?

— Sí, lo que dije. Finalmente pasó lo que tanto esperaste, y por lo visto no pareces haberlo pasado mal. — Momo se separó de Mina solo tomándola por los hombros. — ¿O sí?

— N-No...

— ¿Ves? Si tú estás bien, yo también lo estoy. — Sonrió. — Ahora debes contarme porque la frijol y no yo.

Ambas rieron, extrañamente. Mina había olvidado aquel detalle, Momo podía ser una caja de sorpresas, una hermosa caja de sorpresas.

Se mantuvieron así hasta que un movimiento a lo lejos las hizo voltear. Era una chica que por sus dientes podían identificar a más de diez kilómetros de distancia. Ella se veía muy feliz, tanto que hasta fue contagioso cuando Nayeon llegó junto de ellas.

— ¡Chicas, Adivinen qué! — Antes de que pudieran decir más, Nayeon corrió y saltó abalanzándose contra Mina, quien ya se había acostumbrado al peso de sus amigas.

— ¡Te dije que por eso odié a Dora la exploradora! odio las adivinanzas y tener que decirle a alguien dónde están las cosas... — Con un puchero Momo miró a las otras dos. — Sólo dinos ya.

— ¡Jeongyeon ha vuelto!

— ¿Qué, es en serio? — Mina la miró incrédula mientras su sonrisa comenzaba a crecer.

— ¿No estaba muerta? — ¿Hace falta aclarar quien fue la que habló?

— No, pero volvió antes de tiempo. En serio la extrañaba. — Era inevitable no sentirse enternecida por la mayor. Desde hace meses que no se veía ese brillo en sus ojos, parecía una niña muy emocionada porque sus padres le dieron algún regalo. En verdad, era bueno volver a ver a Nayeon así.

— ¿Segura no estaba muerta?

— ¡Momo!

— Ya, era broma. ¡Al fin volvió! Me hacía falta alguien que si entendiera mis bromas. — la rubia giro los ojos con indiferencia. Todo tranquilo hasta que no podía faltar nuevamente una habladora de más — ¡Oh! Por cierto, Nayeon, Mina ya no es virgen~

Momo rió esperando una respuesta, pero al ver como ni se inmutaba, paró en seco.

— Ya sabía, fui la primera en saber de hecho. — La cara de la rubia fue un poema.

— Como pudiste, Mina... — Dijo Momo indignada.

— Ya bájale al drama, Mono. Debemos ir a clase.

— ¡Aún me debes una explicación sobre aquel champiñón andante, Myoui!

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— ¿Por qué tardas tanto Jeong...? — Nayeon miraba impaciente el reloj de su teléfono.

Tenía rato que había vuelto a su casa, ya que las clases habían finalizado. Estaba inmersa en sus pensamientos, pero nada podía quitarle de la cabeza a la rubia de pelo corto. Estaba impaciente por su llegada y nada podía distraerla. Abrió la barra de mensajes en su teléfono, mandó unos cuantos a su novia pero ninguno contestó; bloqueó su teléfono y miró su muy interesante techo.

Mierda, no la hubiera dejado ir esa noche. La extrañaba tanto que la desesperación no era culpa suya. ¿Cómo rayos podía ser Jeongyeon tan sensual? Esa estúpida sonrisa de caballero que volvía loca a más de una, pero que era solo suya... Sí, sólo suya.

Cerró los ojos, si las imágenes en su cabeza no la iban a dejar en paz, más le valía disfrutarlas. Pensó en ella, su cabello corto y sedoso, descuidado un poco porque ya le faltaba un retoque de tinte, pero con ese embriagante olor. Su voz ronca, cómo extrañaba tenerla en su odio susurrándole lo hermosa que era.

El calor en su cuerpo elevó tan solo en pensar en su cuerpo alto y fino, como tallado por los propios dioses, y que la hacía delirar. Posó su mano en su propio pecho sobre toda su ropa mientras mordía sus labios y fruncía el seño. Recordó aquella vez que Jeongyeon la llevo a aquel lujoso restaurante, no sabía cómo se debía actuar en uno o que cuchara debía usar para la sopa, pero todo fuera por llevarla a su cuarto, ya que aquel restaurante era parte de un hotel de alta calidad, y esa cena era una simple excusa para poder hacerle el amor como nunca. Desabrochó el botón de su pantalón con desespero, bajó este junto sus bragas y las tiro a un lado de la cama.

Sus suspiros aumentaron su respiración entrecortada. No llevaba sostén, así que adentro su zurda en su suéter y acarició su seno, así como lo hacía Jeongyeon. Atrapaba entre sus dedos el pezón y lo pellizcaba con fuerza, lo apretaba como si de un botón se tratase, y luego le daba golpes rápidos con un solo dedo. Poco a poco sus gemidos no se hicieron esperar.

Las piernas de la rubia eran un tesoro, su abdomen ligeramente marcado y terso la volvía loca. Su cara al disfrutar de su propio cuerpo, mientras la tocaba, la besaba, y la embestía, ¡Dios! Estaba realmente excitada ya. Su mano libre bajó a sus desnudas piernas, acariciando su muslo lentamente, dibujando formas ilegibles y subiendo tortuosamente mientras que imaginaba a su Jeongyeon como si fuese ella quien la tocaba.

— Ah... J-Jeongyeon. — Gimió al sentir su fría mano en su centro. Cómo lo hacía anteriormente con su pezón, dio golpecitos rápidos en su clítoris hinchado, con su otra mano masajeaba y apretaba con fuerza su seno, y sus labios eran víctimas de las mordidas de sus propios dientes. — P-Por qué... A-Ah... Me haces... Ah... Esperar t-tanto...

Su dedo deslizó con detenimiento toda la extensión de su sexo, sintiendo sus fluidos salir de ella. A su mente llegó el recuerdo de cuando una noche, Jeongyeon estaba tan excitada que le pido hacerle un oral. Su miembro era tan grande, rosado y húmedo, era perfecto. Lamió de arriba a bajo, devorando todo su pene mientras ella la empujaba, embistiendo su boca.

Nayeon no aguanto, e imaginando esa escena dejó la labor que su mano hacia en su pecho para subir a su boca y lamer sus dedos como un caramelo, como el dulce caramelo que Jeongyeon le hizo comer aquel día; y con su otra mano comenzaba a masturbarse lenta y tortuosamente. Sus dedos jugaban dentro de ella, poniéndose como un gancho y tocando su punto más débil. Era increíble cómo se sentía, pero por más que intentaba, nunca sería igual a como Jeong lo hace. Su movimiento comenzaba a ser rápido y brusco, y sus gemidos eran imparables a estas alturas. Estaba ansiosa por llegar al orgasmo, pero no tanto como lo hacía de esperar a la llegada de la rubia.

Su mano se movía de adentro hacia afuera con gran velocidad, sus dedos se abrían y cerraban dentro de ella llevándola al clímax, mientras que aún mordía sus dedos contrarios por la corriente y el calor que emanaba de su propio cuerpo. No había durado ni quince minutos antes de venirse, pero él solo pensar en Jeongyeon la estaba llevando a ese punto de placer.

Jeongyeon, Jeongyeon, Jeongyeon. Era lo único que pensaba Nayeon, y lo único que bastó para que su cuerpo, luego de muchas embestidas por su propia mano, colapsara por la llegada de su orgasmo. Un orgasmo que le gustaría disfrutar si la pelicorto realmente se lo hubiera provocado.

— Ah... Jeongyeon... ¡Ah! — sí, fueron sus últimas palabras. Sus jadeos eran imparables.

— Se supone que debías esperarme. — Esa voz. Nayeon volteó con rapidez su cabeza hacia la puerta, mirando su silueta remarcada solo por la luz del pasillo tras de ella. Jeongyeon la miraba, y ni la misma oscuridad ocultaría su enorme erección en sus pantalones. — ¿Te gusta masturbarte usando mi imagen? ¿Prefieres eso a que yo misma te lo haga?

— Tardaste mucho... — Dijo en un suspiro la mayor, viendo como la contraria solo se recargaba en el filo de la puerta con una sonrisa macabra. — No podía esperar más.

— Bueno, si es así... — Jeongyeon se acercó tan rápido, que en un dos por tres ya estaba encima de Nayeon rosando sus labios en su cuello. — Ya estoy aquí.

Mordió con fuerza el cuello blanquecino de la más grande, marcando sus dientes y detonando nuevamente el fuego pasional de la noche. Se quitó su camisa junto su chaleco gris y su sostén, dios, estaba muy acalorada y las prendas poco ayudaban ahora. No hacía falta ni un poco de estimulación, Jeongyeon había visto a Nayeon masturbarse y gritar su nombre desde que empezó, y estaba tan excitada que poco importaban ya las caricias y besos. Retiró sus últimas prendas y desvistió el suéter de Nayeon, ambas quedando así desnudas.

Besó los labios carnosos que tanto extrañaba de su conejita, y los maltrato tanto como quiso, eran suyos después de todo, así como toda su Nayeon. Rozó sus senos con los de la mayor, quien jadeó al tacto, y posó su mano en el miembro palpitante de Jeong. Subió de arriba a bajo con mucha velocidad, tratando de conseguir un orgasmo que, claro, aún tardaría en llegar. La rubia besó su cuello y lo lamió, lo lamió marcándolo con succiones que la hacían decir que era de su propiedad, mientras tanto Nayeon rasguñaba su espalda con fiereza, con la misma intención que la más alta.

Aún sin separase Jeongyeon metió de una sola estocada su miembro en Nayeon, sacándole un grito de placer, un grito que decía su nombre. Las embestidas comenzaron lentas, pero a medida que Neyeon en su interior apretaba y cubría todo el pene de la rubia, su movimiento era más desenfrenado.

— Ahg... A-AH, ¡Nayeon!... Ah... Te extrañé tanto... Te necesitaba tanto... ¡Ah! — Gimió embistiendo con fuerza a la mayor quien igual no podía detener sus propios gemidos en señal de que ella igual la extrañó. — Quiero verte mejor...

Nayeon rió por lo bajo, besó los labios de Jeong y sin separase de ella, ni dejar salir su miembro de su interior, se levantó empujándola hacia atrás, cambiando de posición y quedando ella sobre Jeongyeon. Estando así, se separó de sus labios enderezando su cuerpo, y comenzando un vaivén que dejó sin palabras a la más alta. De esa forma Jeongyeon podía admirar todo el cuerpo de Nayeon encima suyo y moviéndose sobre su miembro sólo para seguir con esa ardiente locura. Sus manos volvieron al pecho de la mayor, y ella misma comenzó a mover sus caderas en pequeños saltos para llegar más profundo en Nayeon. La lujuria las estaba volviendo locas.

Sus movimientos frenéticos no pararon, sin embargo aumentaron cuando el abdomen de la menor se tensó. Jeong atrajo hacia sí el cuerpo de Nayeon y lo abrazó con fuerza, estando ella debajo, movió sus caderas adentro y fuera de la más grande con velocidad, produciendo incluso sonidos del golpe entre sus cuerpos. Aferró sus manos a las nalgas de Nayeon y las movió de arriba a bajo para más fricción. Estaba en el clímax.

— Nayeon... ¡A-agh! ¡Nayeon! ¡Me vengo!

— Jeongyeon ¡Ah, Ah! N-no... A-AH... Pares — ambas gritaban.

En una última estocada Nayeon llegó a su orgasmo por segunda vez en la noche, gritando con fuerza el nombre de su amada, sin embargo ésta volvió a cambiar las posiciones. Sacó su miembro dentro de Nayeon y lo masturbó un poco hasta que igualmente se corrió, sólo que sacando su cálido semen en el abdomen de Nayeon.

— Ah... Ahh... Te amo Jeong...

— Y yo a ti, coneja.

— Bienvenida a casa. — sonrió con ternura.

— Estoy de vuelta.

Se besaron de nuevo. Se recostaron bajo las sábanas después de limpiar el vientre de Nayeon para recostarse tranquilas. No pararon de besarse ni de abrasarse, y de hecho, después de un rato así, Jeongyeon volvió a posicionarse encima de Nayeon, sacándole una risilla entre besos.

— ¿Acaso quieres más? — Dijo posando sus manos alrededor de su cuello.

— Sólo quiero disfrutar de mi novia después de tanto tiempo. — Fue ahí donde la más grande soltó su carcajada cuando sintió el miembro de su novia igual de duro que hace un rato. — Debo reponer todo este tiempo perdido, además de que... En serio te extrañé.

— Yo también, más de lo que crees. — Besó sus labios atrapando su labio inferior y batallando con su lengua.

Un nuevo gemido sucumbió la habitación cuando Jeongyeon se adentró camino de nuevo en el interior de Nayeon. Besó su oreja y bajo a su cuello, brindándole las caricias que ella quisiera en ese lugar. Sus embestidas está vez eran muy lentas, pero no quitaban lo eróticas que eran. Ambas se movían lento, disfrutando una de sí.

En ningún momento la lujuria atacó está vez, solo la pasión y el amor que se tenían. Pasaron tiempos difíciles, pero eso ya no importaba, ahora estaban juntas sólo una para la otra. Besos, jadeos y gemidos era lo único que había en esa habitación, y dos corazones fogosos amándose entre sí.

Los minutos corrían, pero ellas no los necesitaban. Las embestidas de Jeongyeon daban en los lugares correctos del cuerpo de Nayeon, y eso bastaba para hacerla sentir en las nubes. Así, después de mucho tiempo, Jeongyeon volvió a sentir su clímax y tras sus fuertes gruñidos y gemidos, terminó corriéndose en Nayeon, quien con cansancio igual terminaba.

Realmente se disfrutaron entre ellas.

Jeong de abrazó a Nayeon después de correrse, y entre la calidez de ambas durmieron en un profundo sueño. El amor a veces era muy bello.

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— Yo ya sabía que la frijol era virgen, a pesar de que decía que no, era obvio. — Momo se hallaba sentada en el sofá de una casa ajena a ella, pero claro, para la japonesa era como su propio hogar. Mina y Chaeyoung, quienes se encontraban frente de ella en el sillón contrario, solo se retorcían en sus lugares de la vergüenza de las palabras de una descarada rubia. — Quiero decir, nadie se acostaría con ella.

— Momo...

— ¿Qué? Es la verdad. Qué tú lo hayas hecho es tu problema, pero... Es Chaeyoung. — Rió al ver la cara roja de enojó de la pequeña Chae. Su intención de molestarla había funcionado. — En fin, que viva el amor y las novias, ¿No?

— ¿N-Novias? — Chaeyoung miró a Mina tratando de descifrar su mirada, pero ella tenía sus ojos vacíos.

— Ups, creo que dije algo que no debía~ bien, ¿Dónde está la comida? — Felicidades Momo, rompiste tu récord.

— E-En la cocina, en una bolsa. — Mina señaló el lugar, donde la japonesa no tardó en correr hacia ella.

El ambiente se había vuelto bastante tenso, quien diría que unas simples palabras bastarían para eso.

— Así que... Somos novias. — Dijo Chaeyoung con su risa entrecortada. No estaba segura, para ella esto sería fácil, pero las reacciones de Mina la hacían dudar, y mucho.

— No lo sé... — ¿Qué? Pareciera como si un balde de agua helada cayese sobre la pobre Chaeyoung.

— ¿P-Por qué no sabes? — Sus manos comenzaron a temblar.

— ¿No sé supone que deberías pedírmelo de forma seria o algo por el estilo? No sólo porque tuvimos... Eso y ya — Dijo seria. Si pudieran escuchar el corazoncito de Chaeyoung, pensarían que pronto le daría un ataque.

— O-Oh, ya veo... Eso quieres...

— Bueno, siempre he querido algo así... — Mina, Mina, Mina, no deberías aprovecharte así de una menor que tú... Pero es verdad, si tienes la oportunidad, tómala. — Creo que soy una romántica a veces.

Esa sonrisa que solo Mina tiene, derritió el corazón de la menor, y si Mina quería algo así entonces lo tendría.

— No te preocupes Mina, ya verás mi hermosa propuesta. — Chaeyoung tomó la muñeca de la azabache y besó su mano con delicadeza y una sutil lentitud.  — Yo también puedo ser una romántica si me lo propongo.

Sus ojos se encontraron y la distancia entre ellas se fue cortando poco a poco. Pero un punto más al tablero de las cosas arruinadas por Momo se hizo presente.

— No coman en frente de los pobres, por favor... Bueno, no soy pobre, pero no tengo novia así que por favor basta. — Dijo atascándose con una pierna de pollo empanizada, sacando un gruñido de Mina y una risilla de Chaeyoung. — Por cierto, les propongo algo para dejarlas en paz.

— ¡Lo que sea, sólo dime qué debo hacer!

— Calma, Minari. Aunque lo diga sabes que no podrás librarte tan fácil de mí, así que no te emociones. — Rió abrazándola por el cuello. — Pero necesito ayuda para conquistar a alguien, yo las ayudé a ustedes.

— Momorin, tú no hiciste nada.

— Las apoyé en alma, mi espíritu animal estaba animándolas cuando lo estaban haciendo, estaba así como de "¡Sí Chaeyoung, dale duro! Sí, ahí, ¡Vamos, ustedes pueden! Wuuu"

— Sí, sí, no vuelvas a decir eso o te sacaré de mi casa. — Dijo Mina.

— Como sea, necesito ayuda con alguien con quien yo sé que Chaeyoung puede ayudarme.

— ¿Yo? ¿Pues quien es? — Rió sin imaginarse la respuesta que borraría su sonrisa.

—... Kim Dahyun.

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Just Like A Virgin (G!P) Donde viven las historias. Descúbrelo ahora