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Se sentía vulnerable, realmente se sentía como la cosa más asquerosa del mundo.

Y es que no le bastaba con acostarse con la persona que alguna vez le confesó su amor, y que por cobarde, rechazó sin alguna pizca de piedad en sus palabras. Siguió torturándola con sus propios sentimientos. No... En verdad no le bastó. Tzuyu se lo había dejado en claro, pero claro, no todo era culpa suya.

Irónicamente, eso era lo único que podía hacerla sentir "mejor". Ella nunca, en verdad, nunca supo que Tzuyu tenía novia, y mucho menos pensó que sería Park Jihyo, una de las chicas mas lindas y tranquilas de su generación. Incluso aún tenía en su teléfono el vago y descarado mensaje que la menor le había mandado pidiéndole irla a ver. Aunque ya de nada servía tener como evidencia aquello, todo lo contrario, arruinaría aún más el asunto si es qué se podía. Suspiró pesadamente, lo que más le dolía de todo esto era la pobre Park. Ella se veía realmente... Desvanecida. Sana nunca había pensado lo que el amor podía causar, al final de cuentas ella nunca lo había vivido.

En fin, que caso tenía darle más vueltas al asunto. Ella era la menos indicada para hacer algo, nadie le creería ni la tomaría en serio.

Como todos los días a partir de ese que ya tenía varias semanas de ocurrencia, Sana decidió salirse de su clase para tomarse un descanso, era todo muy abrumador ahora que toda la escuela sabía que fue con ella con quién se acostó la taiwanesa, y que teóricamente fue ella con quién Tzuyu engañó a Jihyo.  Todos la miraban como el saco de mierda que era. Restregó su rostro entre sus manos mientras se dirigía al baño, en un vano intento de olvidar todo.

Cuando llegó al lugar escuchó unos sollozos, eran tan fuertes que incluso sin necesidad de abrir la puerta para entrar al sanitario pudo escucharlos. Lentamente y de forma sigilosa, abrió a medias la puerta para ver que ocurría, ¿Qué tal si necesitaba ayuda la chica que se encontraba dentro?

— Eres un asco... — Fue lo único que logró escuchar de la voz frente suya. Y claro que supo de quién era.

A duras penas pudo ver cómo Tzuyu  se decía esas durar palabras al espejo, y de su muñeca se percató del recorrer de unas gotas pesadas de un intenso color carmesí. ¿Realmente estaba tan mal como para hacer esa clase de cosas? No lo entendía. La vió tirar un par de papeles en el basurero de al lado, y en cuanto supo que saldría se escondió a la vuelta de la esquina que daba hacia el lugar.

Rápidamente, después de asegurarse de que ya no estaba cerca, se dirigió al baño, viendo gotas de sangre en el suelo que seguramente no notó la taiwanesa que se le habían escapado. Sacó del basurero un papel arrugado que supo que era el que previamente había tirado la menor, y lo leyó con detenimiento.

"Fenómeno, qué bueno que Jihyo te dejó, maldita infiel"

Decía la carta tan solo en su inicio. Bueno, al menos ahora sabía que definitivamente había alguien aún peor que ella. 

Qué injustas eran las cosas, las personas cometen errores, pero ver qué se los encáren como si fuera un delito era suficiente. ¡Mierda! Sí tan solo no hubiera aceptado su llamada.

La culpa rápidamente la comenzó a carcomer de nuevo, y no solo eso, sentía realmente lástima de su menor, y ahora lo único que quería era poder arreglar las cosas. No, no entre ella y Tzuyu, sino entre Tzuyu y Jihyo. Creía que sería lo mínimo que podría hacer, o al menos intentar.

Tzuyu parecía estar sufriendo, no solo la ruptura con su novia, quien claramente amaba más de lo que parecía, sino que también era vilmente molestada por otras personas. Qué hijos de puta.

Con determinación, Sana volvió a su salón, y sin importarle la clase, se decidió a escribir en una hoja cualquier de su libreta una pequeña carta. ¿Por qué? Bueno, era su carta de disculpas, descuiden, ella no estaba tan mal como para hacer una de despedía por suicidio, pero quien sí podría hacerlo sería la taiwanesa, cosa que también advirtió en esa misma carta de papel. Su destinatario era obvio, y solo podía rezarle a algún dios que llegara a sus manos para ponerle fin a todo.

Just Like A Virgin (G!P) Donde viven las historias. Descúbrelo ahora