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— ¿Y? — Preguntó Nayeon sobre el hombro de su novia esperando una respuesta.

— Vendrán en un rato, quieren que les apartemos un lugar. — Suspiró dejando salir el aire que sus pulmones contenían en un gesto de alivio y despreocupación.

Desde que Jeongyeon volvió con Nayeon a la ciudad, su estrés aumento más de lo que en sí tenía estando en donde estaba. No solo el trabajo que tuvo que continuar desde su hogar, sino que la escuela, y los dramas que Nayeon le hace soportar eran los factores de su reciente cuadro de estrés.

No la malinterpreten, ella sigue amando a Nayeon con cada partícula de su cuerpo, sin embargo es algo tedioso el tenerla casi todo el tiempo sobre ti y soportar sus cambios hormonales como si fuera una chica de doce años. Sus celos, su vanidad, y su exagerado narcisismo podían sacar de sus casillas más de una vez a la rubia de cabellos cortos; pero nunca hacia nada, simplemente se daba la vuelta y se iba cuando Nayeon le gritaba, porque ella no era quien quería molestarse con su mayor.

Y, por su lado, Im estaba consciente de que su novia la había estado soportando por mucho tiempo. No era su culpa, simplemente a veces no podía controlar su forma de ser, pero eso no la dejaba de hacer sentir culpable por todo lo que le hacía pasar a Jeongyeon. Por eso estaban ahí.

Un elegante y sofisticado antro, el lugar donde todos van a liberar tensiones y beber un poco. Nayeon había conseguido entradas a la zona exclusiva, nadie sabe cómo, pero lo hizo. El sonido del fuerte retumbar era molesto encierro punto para la rubia, pero las melodías pegajosas y rítmicas hacían a su cuerpo querer bailar hasta que no sintiera sus pies. Pero para ello necesitaba un poco de valor.

Se sentaron en aquella zona VIP con, incluso, su propia barra personal. Estaba ligeramente más apartada que cualquier otro asiento del antro, por ello podían hablar animadamente sin sentir que se quedaban sordas. Era muy buen lugar, y su precio lo decía todo. Jeongyeon pidió algo ligero para empezar, una cerveza y nada más.

— ¿No crees que la noche es perfecta hoy? — Escuchó a Nayeon mientras empinaba su botella para dar un sorbo más grande. Le sonrió y sintió antes de contestarle de la misma forma algo melosa en su voz.

— Sí que lo es.

No importaba cuántas veces se peleara al día con aquella coreana de dientes y carácter como el de un  conejo; cuando la miraba de esa forma, como si pudiera saber perfectamente lo que sentía y a la vez le sonreía con tanto cariño, pareciera que todo lo que la había hecho enojar anteriormente nunca hubiese existido.

Pasó un brazo por sus hombros y la acercó a ella, sus manos se enredaron en el cabello castaño de Nayeon, mientras que ésta le abrazaba el torso dejándose consentir. Estaban tan sumergidas en su burbuja de amor, que en cuanto menos lo pensaron, sus amigas ya estaban ahí, las botellas en la mesa habían aumentado, y el alcohol en sus cuerpos apenas comenzaba a hacer efecto.

— ¡Ey! Vamos a la pista — Ánimo una chica poco tolerante al alcohol, llamada Momo. Además de que su amor por el baile les dejaba en claro que sería la primera en ir hacia ese lugar.

Las chicas sonrieron y en bolita se unieron a todo el montón de gente que en el antro había. Era el clímax de la noche, mucha gente había ya, y el sonido de la música era ensordecedor pero embriagante. Todas bailaban, o intentaban hacerlo, pues sus movimientos eran más bien guiados por aquel licor que habían bebido, haciéndolas torpes a la hora de intentar bailar.

Un rato después Mina y Chaeyoung decidieron alejarse un poco y volver a la mesa donde anteriormente todas platicaban, pues desde siempre ninguna de las dos habían sido muy afectas a esos lugares, así que mejor volvieron para conversar entre ellas sin arruinar el ambiente entre sus amigas.

Just Like A Virgin (G!P) Donde viven las historias. Descúbrelo ahora