Just Like A Virgin (G!P)

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Los nervios la invadían de pies a cabeza. Movió su pierna de arriba hacia abajo, mientras que desesperadamente miraba en su teléfono la hora. Si quería sonar convincente frente a sus padres, no sólo tuvo que salir una hora y media antes de la cita con Momo, sino que también mintió diciéndoles que se quedaría en casa de Chaeyoung. Para hacerles la vista gorda, habló con la menor contándole su situación y lo mucho que necesitaba de ella, haciéndole el favor de decir que en todo momento  Dahyun estuvo ahí a su lado.

Ella no se negó, pero si se sorprendió cuando la de piel pálida le contó su pequeña travesía con la japonesa. No quiso indagar más, y Dahyun tampoco quiso decir cosas que no necesitaba saber, pues sus ansias le estaban provocando hasta un ligero dolor en su estómago, ya que tantas mariposas ahí dentro la estaban carcomiendo. Pero ¿Por qué Dahyun estaba tan nerviosa?

Bueno, Dahyun nunca ha tenido un contacto sexual directo con alguien, sé que suena raro, pero les explico; ella siempre se había negado a hacer algo más allá que caricias y toqueteos, su máximo había sido masturbar a su exnovio, y nada más. Aunque claro, no sólo era ella quien ponía sus límites, las pocas parejas con las que tuvo esa oportunidad siempre les ocurría algo, ya sea que se desmayaban por el alcohol, o resultaban tener novias y en realidad les estaban siendo infieles. Sí, la vida de Kim Dahyun era un asco, pero ella sabía su máximo a llegar. Todos eran unos patanes, y afortunadamente se daba cuenta antes de dar ese gran paso con ellos.

Sin embargo, todo esto la llevó a una necesidad de querer sexo de una vez por todas, sin arrepentimientos. Y Momo, aunque apenas fuesen "amigas", le había hecho sentir algo extraño en su interior que la hizo decir "puedo intentarlo con ella". La japonesa no sólo sabía como excitarla tan rápido, sino que nunca faltó aquel cumplido en cada una de sus oraciones que la hacían sentir cómoda, querida, valorada. Momo siempre aprovechaba cualquier oportunidad para decirle cosas, que aunque con morbo, eran bellas que le provocaba sentirse bien consigo misma, recalcando siempre lo hermosa que era, según ella.

Era hermoso sentirse así por simples palabras, y la calentura que le provocaba eso, junto a sus piropos de albañil y sus ardientes fotos, la tenían al límite. Prometía a sí misma no arrepentirse, su espera por fin acabaría, y quería que fuera de la mejor manera. Solo sexo casual, con una persona que la valora, nada más.

Se sentó en la banca del parque a menos de una hora de que llegara la Japonesa. Tenía hambre, así que en un puesto cualquiera compro unas frituras para distraerse y quitarse un poco esa hambre que traía. No paraba de mirar de un lado a otro, pensando que quizás Momo podría llegar antes, pero aún faltaba mucho para que llegase.

Sé que suena mal que haga eso, acostarse con alguien que relativamente apenas conoce, y quizás después olvidarse de esa persona, y todo por la calentura y frustración que le han dejado los otros patanes. Pero, ella no lo veía así, pues algo en el fondo pensaba que quizás, podría hacer funcionar alguna especie de química entre la rubia y ella, pues no podía negarlo, Momo era jodidamente sexy y sensual. Dahyun nunca se olvidó de ella la vez que la conoció, es más, siempre quiso ser cercana a Momo, pues le parecía alguien interesante a su gusto; pero como siempre, prefería quedarse al margen, no se atrevió, y quedó como una conocida más. Soltó un suspiro, su mente estaba hecha un lío, y ni porque se diera cuenta que lo que vayan a hacer no sea la mejor opción, era muy tarde para arrepentirse.

Sin darse cuenta el tiempo pasó volando, y en un dos por tres la rubia estaba ya frente a ella, con una sonrisa de oreja a oreja, sin ninguna tipo de mala intención, incluso podría decir que era inocente. Eso causó mucha confianza en la menor, y sin chistar la saludo con un beso en su mejilla, haciéndo sonrojar y suspirar como enamorada a la japonesa frente a ella.

— Bien, ¿qué planes tienes? — Dijo Momo caminando al lado de Dahyun, quien miraba hacia el frente ordenado sus ideas.

— ¿Tienes hambre? — Respondió con otra pregunta, a la cual la rubia soltó una carcajada.