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— Nayeon, ¿Estás bien? — Preguntó la rubia con evidente preocupación. Su novia se encontraba sentada en una banca del parque donde decidieron ir, junto de Jihyo que no pudo evitar recostarse en el regazo de su mejor amiga para tranquilizarse. Un lugar fuera de toda la gente que le encanta meterse en asuntos que no son los de ellos.

— Sí Jeong, estoy bien. Solo fue un pequeño empujón, no deberías preocuparte solo por mí. — Nayeon estaba muy estresada, en solo unos poco minutos todo pareció hundirse, y era una situación tan asfixiante que la mayor de todas no quería saber ya nada de nadie.

La más grande acariciaba con total protección los cabellos de Park, como si esto pudiese arreglar todo lo que pasaba. Al menos para Jihyo, era bueno sentir que alguien trataba de alejarla de toda esta mierda que le ocurrió por culpa de una inepta. Algo que ni siquiera era si culpa.

El cielo se pintaba gris rápidamente, el paisaje era deprimente, y solo los sollozos de la menor eran los que callaban los suspiros cansados de las otras dos.

— Creo que deberíamos irnos, pronto lloverá. — Con voz baja, Jeongyeon acarició el dorso de la mano de Jihyo quien la miró con vista pérdida. ¿Por qué los sentimientos te pueden traicionar tan dolorosamente? No... No eran los sentimientos, eran las personas.

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— Tzuyu ¿Podemos hablar?

Si las miradas mataran, Minatozaki Sana tendría su cuello degollado por una brutal hacha a manos de la taiwanesa.

Tzuyu le dio la espalda, sentándose del otro lado de la camilla de aquella enfermería barata de escuela. Con el seño fruncido, cubrió sus moretones con una banditas, y sus cortadas las limpiaba con alcohol, sin importarle en absoluto el ardor que le quemaba su piel. Temblaba por el dolor, pero ¿Qué más daba? Era una mierda.

Un silencio tan abrupto la comenzó a incomodar, y el sentir una presión en su espalda por la mirada incansable de Sana hizo ahogar su poca paciencia.

— ¿Qué es lo que quieres? ¿Burlarte? No sé si lo sepas, pero lo único que me importaba se ha ido al carajo gracias a ti. — Tan siquiera se molestó en mirarla, pero claro, Sana no dejaría que la insultasen de esa forma.

— Disculpa, pero yo no hice nada. Te recuerdo que fuiste tú quien me habló, yo en ningún momento sabía que estabas saliendo con Park Jihyo. No vengas a culparme a mí por algo que tú hiciste.

— ¡Cállate! — Tzuyu lanzó aquel frasco con alcohol hacia la pared con fuerza, derramando todo el líquido, pareciendo una bestia. Sana dio un brinco del susto, pero no se dejaría intimidar así. — Siempre perseguí una oportunidad contigo, siempre trate de impresionarte, de llamar tú atención, te di regalos, mi cariño, y todo por una simple oportunidad contigo. A ti no te importó nada, te aprovechaste de mí. ¡Me utilizaste por meses solo para tu placer! Y al final me dijiste, que no querías nada conmigo, que no significó nada, pero si quería podíamos repetir la ocasión.

Tzuyu no evitó derramar lágrimas de odio, de repulsión. Pero no eran para Sana, eran para sí misma.  Su voz entrecortada daba miedo, estaba consumida por sus sentimientos que ya no podía reprimir.

— Tzuyu...

— Yo tardé en volver a confiar en alguien, no quería aceptar tu rechazo. Sin embargo Jihyo apareció y sin que lo notara me ayudó, me apoyó, me dio su confianza y sin querer terminamos enamorándonos. Era tan magnífico estar con ella, todo marchaba bien, pero ella nunca quiso intimar, yo quería estar con ella, yo necesitaba demostrarle cuanto la amaba y que era suya... No pude más, apareciste tú y...

— Tzuyu ya basta, no te hagas esto.

— Terminé convirtiéndome en una porquería... Una mierda con tú. — Pasó su vista lentamente con cada palabra sobre la japonesa. Sus ojos estaban vacíos, solo cegados por el dolor y la ira de toda la situación.

Y era verdad, Sana no necesitaba saber tampoco la mierda de persona que era, más bien, no necesitaba que se lo recordaran. Ella sabía perfectamente lo que era, y que tarde o temprano siempre terminaba lastimando a alguien.

— Lo... Lo siento. — Se dió la vuelta y dejó a la Taiwanesa llorando ciegamente , gritando e hiriendo sus manos de tan apretadas que las tenía.

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Sana salió de la enfermería a paso lento, una vez más había arruinado a alguien.

— ¡Sana! — Escuchó su nombre. Giró hacia un lado, su mejor amiga estaba ahí a su lado. — Sana, ¿Estás bien? Te ves... Mal.

— Momo, tú tampoco te ves muy bien que digamos. — Trató de bromear, ocultando su sentir. Cómo siempre.

— ¿Qué te puedo decir? Venir a la escuela con resaca no es buena idea.

— ¿Otra vez? — Dijo con notable sorpresa. Momo tampoco tenía remedio.

¿Es que acaso todos están sufriendo por un corazón roto?

-En otro lado-

— ¡Mina! Agh... A-ah... — Chaeyoung embestía rápidamente a la japonesa, sin mucha tregua. Su miembro salía de vez en cuando del interior de su ahora novia debido a la brutalidad de sus movimientos tan veloces, que cualquiera pensaría que partiría en dos a Mina. — Te amo, T-Te amo, te amo, ¡Mina te amo!

— Cha-Chaeng... ¡Ah! Ah...— Mina gemía fuertemente, estando cerca del tercer orgasmo esa noche. Apretando sus manos en la cabellera de la castaña, deseando siempre más.

La cama víctima de sus actos rechinaba con un ruido fuerte, y se movía tan feroz. La pasión esa noche era solo lo que regia en ambos cuerpos.

-volviendo donde estábamos-

Sí, todos estamos sufriendo ahora.

— Insisto ¿Qué te puedo decir? — Ambas caminaron hacia la salida con pequeñas sonrisas falsas. La lluvia había abarcado la ciudad. — Tendremos que esperar.

— Eso supongo... — No faltó mucho para que el silencio se tornara incómodo. Y la curiosidad siempre mata al gato. — ¿Cómo vas con tu asunto de... Ya sabes, Kim?

— ¿Dahyun? — Fijo su vista al horizonte, su voz sonaba calmada. — No para de escribirme pidiéndome perdón y que si podríamos hablar un día, pero ya no me importa realmente. Su padre me dejó en claro que clase de persona es ella. — Rió dando un paso para quedar bajo la fuerte lluvia fría. — No quiero estar con gente así.

— Ya veo... — Miró a Momo cerrar sus ojos, dejándose llevar por la gotas que mojaban su rostro. — No te creo nada.

— ¿Y eso? Solo digo lo que pienso.

— Entonces, Cambiaré mi pregunta.  ¿Puedes decirme lo que sientes?

— Siempre sabes cómo cambiar la jugada... — Rió de nuevo. — No sé ni qué es lo que siento.

Bajó la lluvia, se fueron ambas a sus respectivas casas. Había sido un día muy cansado, todas estaban hartas de todo.

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Todos menos Mina y Chae Ahre.
Capítulo cortito ya sé, pero mi cerebro se está secando y ahora no se como acabar con el drama :(

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