AMIRA

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La habitación esta en penumbras. Sentada sobre una pequeña cama, Amira Annuar miraba por la ventana. No lo había oído entrar, así que aprovecho a observarla en silencio antes de presentarse. Llevaba puesto un vestido blanco, el pelo negro y ondulado caía sobre sus hombros. La piel tan blanca que parecía que nunca la había tocado el sol. Las manos de dedos largos estaban cruzados sobre el regazo. La linea de los labios pequeña y roja, le daba un aire indefenso. El cuello, desnudo y delicado, lo inquieto. Era una mujer hermosa. Sin embargo, el conjunto tenia algo de fantasmal. Buscando una cualidad que la definiera, Alejandro pensó que Amira Era etérea. Quizá fuera la pose inerte o la blancura de su piel. Lo cierto es que la imagen de esa mujer contemplando la nada le impedía dar un paso mas, como si fuera un error irrumpir en su espacio físico: todo en ella pedía soledad.
-Ayer soñé con usted.
La voz de Amira resonó en el cuarto interrumpiendo sus pensamientos.  Habia abandonado la ventana y ahora su miraba se posaba en el  Alejandro reprimió el primer impulso de huir. Dio un paso adelante.
-¿Perdón?
-Anoche tuve un sueño en el que usted aparecía.
-¿Y como sabe que era yo, si no me conocía?
-Ahora lo se.
-Mi nombre es Alejandro Berg
-¿Vino a averiguar que pasa conmigo?
-Su padre...- de inmediato se arrepintió de dar por sentado que Amira era la hija de Omar, pero ya no había vuelta atrás-, el me pidió que lo ayudase a entender que fue lo que paso con usted. Por que me dijo, ha perdido la memoria...
Amira no registró menor cambio en su rostro. Su mirada absorta podía indicar igual concentración o absoluta falta de interés.
-¿Recuerda como llego a esta casa?
Amira negó con la cabeza.
- Y de lo sucedido antes, ¿recuerda algo?
De nuevo el mismo movimiento escueto que hacia oscilar su pelo suelto.
-¿Una Imagen, aunque sea?
La mirada de Amira abandono la de Alejandro y se dirijio a la ventana.
-Blanco- dijo.
-¿Su mente esta en blanco?
Amira volvió a mirar a Alejandro.
-No. Eso es lo que recuerdo. Blanco.
-¿Que cosa blanca?¿una casa blanca? ¿Una persona blanca?
-Todo blanco.
Alejandro dio unos pasos al interior del cuarto.
-Voy a tratar de averiguar que fue lo que paso ¿Esta usted de acuerdo?
Amira asintió
-Y me ayudara intentando recordar, ¿Si?
Amira bajo la cabeza. ¿Iba a largarse a llorar?
Alejandro no era bueno con las mujeres. Y esta era particularmente extraña. En un rincón del cuarto vio una manta y una muñeca de juguete.
-Hermosa muñeca- dijo, con la esperanza de evitar las lagrimas de la joven-. Debió haberle pertenecido cuando era niña. ¿No es así?
-Si, mi madre la guardo todos estos años.
Amira fijo sus enormes ojos negros en la muñeca. Parecía llamarle la atención.
-¿La muñeca le trae algún recuerdo?
-No...
Un leve cambio en el semblante de Amira sugirió curiosidad.
-Si quiere preguntarme algo no dude en hacerlo- la animo Alejandro.
-¿Soy yo? - Dijo señalando la muñeca. Alejandro no estaba seguro de entender la pregunta.
-Es una muñeca con la que jugaba cuando era niña.
Amira siguió observando la muñeca.
-Si pero... ¿soy yo?
-¿Quiere decir si la representa, si es una imagen de usted de niña?
- Si.
-No, es un juguete, una muñeca de juguete. De hecho, no se le parece mucho, tiene el pelo rubio. Supongo que sabe lo que es un juguete...
Amira no respondió. Parecía cansada. Su mirada se dirigió de nuevo a la ventana.
Alejandro se pregunto que era lo que pasaba con esa muchacha. ¿Realmente era posible que no recordara nada de su vida? Nadie fingiendo que es una persona desaparecida hace veinticinco años en busca de algún beneficio tomaría una actitud tan excéntrica. ¿¿Y que era eso que había soñado con el?
-Amira, ¿En que país estamos?
-No se..
-Argentina, le resulta familiar?
-No
-¿Nunca oyó ese nombre?
-No lo recuerdo.
-¿Se da cuenta de que eso es muy extraño?
-Supongo que si.
Estaba cansada. Alejandro supo que por el momento no conseguiría nada más.
-Sera mejor que la deje descansar... ya estaba abandonando el cuarto cuando ella lo llamo.
-Alejandro..
Oír su nombre en los labios de Amira lo turbo. Sus ojos negros brillaba como si estuviera despertando de un largo sueño.
-Ayúdeme.. a entender.
-Por supuesto, haré todo lo posible para ayudarla.
Por primera vez en los labios de Amira se dibujo una sonrisa.

La Oscuridad De Los ColoresDonde viven las historias. Descúbrelo ahora