HERMANOS

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Que soño esa noche, no puedo recordarlo con exactitud. Pero al despertar, Alejandro se descubrio empapado en sudor. Solo sabia que en su sueño aperecìan Amira, la casa en la que vivia cuando era chico y un mono. ¿Y por que un mono? No lo sabia. Pero, por lo que recordaba, era un mono grande, tal vez un gorila, que en algun momento del sueño se largaba a llorar.
Se lavo la cara y el sueño fue deshaciéndose al mismo tiempo que sus lagañas. Se miro al espejo durante un rato mas largo de lo habitual , no porque hubiera descubierto nada raro en su rostro, si no porque sentia la necesidad de ponerse al dia con él. Mientras lo hacia, se dio cuenta de que no habia dejado de pensar en Amira. Hasta en sueños se le aparecia. Se vistio lentamente. Era domingo y no tenia planes. Visitar a Omar y ponerlo al tanto de las novedades le daba una buena excusa para verla.
Al llegar, los Annuar lo recibieron con amabilidad. Esta vez estaban los dos. Zainab, la esposa de Omar, se le hizo severa pero confiable. No dijo una palabra mientras estuvieron en el salón principal.
Luego se retiro y Alejandro aprovecho para anoticiar a Omar sobre las novedades. Hablo sobre su visita a las demás familias afectadas y sobre el encuentro con Demien.
-Malditos... ¿Que les hicieron?
-Pense que... Si pusiera pasar mas tiempo con Amira, quiza podria descubrir algo. Estar con ella y ver como reacciona ante distintos estimulos podria darme alguna clave que me permita seguir investigando.
- Confío en usted. Disponga lo que le parezca necesario.
Pregunto por las actividades de Amira durante la ultima semana. No habia habido mucho cambio: pasaba las horas observando la ventana, hablaba poco, comia menos y cada tanto daba un paseo acompañada por Omar o Zainab. Se entretenia con cualquier cosa: el espectaculo deprimente y falto de accion que le ofrecia la pequeña ventana era suficiente para ella. Cuando entro al cuarto, Alejandro la halló en una posision muy similar a la de la primera vez.
-¿Y que es lo que encuentra tan interesante en esa vista? -dijo a modo de saludo.
Amira abandono la ventana y lo contemplo unos segundos. Sonrio.
-Todo... todo es interesante.
-Entonces, ¿que le parece si le propongo un plan mucho mas atractivo? Un paseo por Palermo, por ejemplo, con visita al zoológico incluida.
-¿Zoológico?
Alejandro penso que era logico que Amira, quien al parecer ni siquiera sabia lo que eran los juguetes, desconocieran la existencia de los zoológicos.
-Ya lo verá- respondio-. Le aseguro que encontrara mas atracciones que las que esa ventana puede ofrecerle.
Con el permiso de Omar y de Zainab, Alejandro se llevo de paseo a Amira. Tomaron el tranvía hacia Palermo y Alejandro pago los dos boletos de diez centavos. Amira, con su ascético vestido blanco y pelo suelto cayendo sobre los hombros, llamaba bastante la atención. Alejandro había pensado que al menos se hiciera un rodete, pero no se atrevió a molestarla con semejante frivolidad y el pelo siguio libre. Se sentaron juntos. Ella, del lado de la ventanilla, miraba absorta cada esquina, cada calle, cada persona que iba caminando. En un asiento cercano, unos hombres despotricaban contra las elecciones. "Radicales", penso Alejandro, y de inmediato sintio simpatia hacia ellos. Amira no les prestaba atencion, parecía querer retener cada imagen que la ciudad ofrecia. El viaje fue largo apenas intercambiaron palabra.
Caminaron por la Avenida Sarmiento, muy concurrida por ser domingo. Familias, grupos de amigos y parejas tomadas del brazo cruzaban ante ellos y Amira los miraba incansable.
-Es un paseo hermoso, y por suerte nos ha tocado un dia precioso. ¿No es cierto?
Amira asintio, sin dejar de mirar todo y a todos con voracidad..
-¿Le gustaria conocer el Jardin Botanico? Le aseguro que es uno de los lugares mas hermosos de la ciudad.
Alejandro hubiese preferido que el Botanico no estuviera tan lleno de gente, pero a ella parecía no importarle. Paseaba entre las plantas y los arboles delumbrada por lo que veia, mientras Alejandro la observaba a ella con el mismo deslumbramiento. ¿Como podia ser tan hermosa? Comenzo a exolicarle el desarrollo del jardin y a darle, con cierta arrogancia, los detalles que conocia sobre el trabajo de Carlos Thays, el arquitecto a cargo y el hombre detras de casi todos los espacios verdes de la ciudad. Aunque no tenia la menor idea de si era totalmente cierto, aseguro con conviccion que el Jardin Botánico de Buenos Aires era único en el mundo. Estaba pensando como un manual de botanica viviente en el que la flora de las regiones del mundo estaba abundante representada por sus especies caracteristicas. Las locales, tambien.
-Detengamonos un momento, Amira, por favor-dijo, y aprovecho para tomarle la mano por un segundo-. Frente a usted se encuentra se encuentra nuestro querido ombú, el arbol mas original de estas tierras. ¿Ha visto alguna vez alguno? ¿Ah, no? Pues este árbol es muy especial. Y le voy a decir por que: su gran merito es que no sirve para absolutamente nada.
Amira sonrio con curiosidad.
-No se ria, que es cierto. Es el unico arbol del que las langostas no quieren probar ni un poco y, gracias a esto, ha podido desarrollarse libremente. Tampoco el hombre ha logrado utilizar lo que los incectos voraces rechazan. En otras palabras, la gran ventaja del ombú, la que le permite alazarse tranquilo y sin preocupaciones en medio de la Pamba, es que no sirve para nada. Ni siquiera para hacer fuego. Esta alli solo para agradar a la vista. Lo que para mi, si soy sincero, es mas que sufuciente.
Amita acerco su mano a la superficie rugosa del arbol. Acaricio las extrañas figuras que formaban las raices retorcidas.
-Extraordinarias, ¿no es cierto? Siempre me han fascinado las raices de ombú- acompaño Alejandro.
Fijo sus ojos en los de ella y encontro jubilo
-Es hermoso-dijo Amira-, tan hermoso... Parece un sueño...
Alejandro sintio en carne propia la alegria de Amira.
-Asi es, el ombú es un arbol extraordinario. Pero no se rinda a sus pies, o mejor dicho raices, porque aqui cerca tenemos otro habitante del reino vegetal autóctono que tambien merece su atencion.
Amira, le presento al palo borracho
Amira se detuvo frente al arbol que Alejandro le señalaba.
-Con el palo borracho entramos, por el contrario en el mundo del utilitarismo sin tregua. La de borracho no es mas que una calumnia, su pretexto de que parece que se tambalea. Le aseguro que este tranquilo ciudadano de los bosques es ajeno al mundo del alcoholismo.
La expresion desconsertada de Amira le indico que su chiste habia caido en saco roto
-Este arbol debe tan penoso nombre a su extraño tronco, estrangulado en el cuello y en las raices e hinchado en su parte media. Los indicios usan de el la madera, que puede volverse dura como el cemento, y sus frutos verdes, grandes como una manzana.
Amira tambien dedico unos instantes al nuevo exponente de la flora local, pero sin el arrebatamiento que le habia producido el ombú. Alejandro decidio continuar el paseo en el zoologico no sin temer a que a Amira le molestara ver animales enjaulados. Por mas que las jaulas simularan ser pomposos palacios orientales, no dejaba de ser un poco triste ver esos tigres, leones u osos paseando con desgano por los pocos metros cuadrados de que disponian. Sin embargo, a Amira parecio no molestarle en absoluto aquel encierro. Entusiasmada, se acercaba tanto a las jaulas que Alejandro tenia que estar atento a que no metiera las manos dentro. Suspiraba con identica fascinación ante la grandeza de los elefantes, la Majestad del leon o la puerilidad de algun pato libremente entre la concurrencia. Para Amira, todo era sorprendente y unico. Tambien parecia desear comunicarle a Alejandro las emociones que la embargaban y no encontraba las palabras justas.
-Deslumbrante, ¿no? -Trato de ayudarla el.
Amira afirmo enfáticamente
-¿Recuerda haber visto a alguno de estos animales anteriormente?
-No.
-¿A ninguno de ellos?
-A ninguno.
-Sin embargo, los conoce, ¿no? Por ejemplo, por ejemplo, ¿como se llama aquel?
Alejandro señalo un gigantesco hipopotamto que acababa de salir del agua.
-Hipopotamo-dijo Amira si pensar.
-Muy bien.¿Y aquel?
-Jirafa.
-¿Y ese otro?
-Tigre.
-Los conoce pero no recuerda haberlos visto antes, eso quiere decir que alguien le ha hablado de ellos, ¿No?
-No... Creo que he soñado con todos ellos- respondio Amira con naturalidad.
-Aja..
Alejandro prefirió no insistir y seguir adelante con el paseo. En silencio el se hacia preguntas sobre ella. ¿Confundia su pasado con un gran sueño? ¿Creia que lo que habia vivido hasta el presente habia sido parte de su vida onírica y no de la realidad?
-Por un momento temi que le molestara ver animales enjaulados.
-¿por que?
-Bueno... algunas personas consideran que es triste ver animales salvajes encerrados...
-¿Si?
-Y ... Se supone que no son felices fuera de su hábitat natural.
-Ah..¿Y cual es su habitat natural?
-Pues la selva, la jungla, el desierto, depende del animal. ¿No le da lastima verlos asi?
-No almenos ellos saben que estan encerrandos.
Nosotros, y toda esta gente aqui caminando, nos creemos libres. ¿Usted es libre, señor Berg?
-Alejandro...
-¿Es libre, Alejandro?
-Bueno... Por lo menos me va mejor que a el- dijo Alejandro y señalo un gran oso que respiraba con desgano.
-¿Esta seguro?
-Digamos que no se lo ve muy feliz. ¿No cree?
-No, feliz, no. Pero si quiza sabio...
Se acercaron al oso, y si Amira veia en el sabiduria, a Alejandro se le hacia la imagen misma de la desazon.
No quiso discutirle, pero tomo nota mental de las particulares opiniones de la joven. Tambien podian significar algo. Cuando llegaron al sector de las aves, volvio sobre la cuestion señalando a un aguila que, desde su ornamentada jaula, parecia mirar con tristeza los cielos abiertos.
-¿Y que dice de aquella aguila?-pregunto Alejandro-. No va a decirme que esta feliz de no poder volar libre...

La Oscuridad De Los ColoresDonde viven las historias. Descúbrelo ahora