LA OBRA

196 4 0
                                    

Los vecinos de puerto fueron rodeando la obra a medida que llegaban. Primero uno, despues el otro, formaron un semicirculo contemplativo a su alredor. En el centro de lo que era antes un descampado desolado, la obra brillaba bajo el solo manantial . Primero gano la curiosidad. Si se acercaron, fue porque intuyeron que algo extraño sucedia. Ninguno de los presentes llego a preguntarle a su compañero "¿Que es esto?" ¿quien lo puso aquí?" , "¿cuando apareció?".  Porque quien contemplaba la obra la curiosidad y la sorpresa daban paso rápidamente al deslumbramiento frente a la belleza y a una sensación de paz y sosiego, completamente absurda si se tenía en cuenta el origen violento de la obra. Parecía estar ahí para despertar, en quienes tuvieran el honor de estar frente a ella, los mas sublimes sentimientos.
El rojo y el azul eran los colores predominantes; los mismo rojo y azul que cualquier pintor aconsejaría no combinar, colores opuestos y hasta enemigos: el rojo es cálido y se expande; el azul es frío y se contrae. Pero en la obra no solo se competían si no se potenciaban y hasta se explicaban el uno al otro. Habían también signos lineales, filiformes; indicaciones de posibles movimientos. Triángulos, círculos y cuadrados estaban unidos por un criterio imposible de explicar pero presente. Y si era un conjunto de formas y colores sin sentido,¿Por que transmitían esa sensación de plenitud, de profundidad espiritual? ¿Por que esa señora, apenas vestida con un pedazo de tela carcomida por las polillas y que en sus continuas privaciones y luchas por subsistencia jamás tuvo tiempo para el vuelo del espíritu, excepto quizás en el rezo por un hijo enfermo, sentía ahora una emoción olvidada o nunca conocida?
Arte. La idea fue haciendo el espacio poco a poco en sus mentes. Lo que estaba viendo era arte. Poco sabían ellos de arte; el arte jamás había formado parte de sus vidas. Y si la obra no representaba nada, si no había en ella figuras, ni escenas, ni historias, y era solo una explosión de colores y texturas, ¿Como podía ser arte? Los vecinos del puerto, pobres analfabetos, no se hicieron la pregunta en esos términos porque las reflexiones sobre el tema no entraban dentro de sus posibilidades; pero, justamente, como no había en ellos esa reflexión, sabían que era arte. No les importaba que hasta ese momento el arte fuera esas tristes esculturas de hombres a caballo, Bustos y gente desnuda rompiendo cadenas; eso estaba muy bien, pero está era otra cosa. Y esto era arte.
Felices, exultantes, embriagados, con ojos ávidos recorrían la obra de punta a punta prestando atención a todo menos a su origen material. Querían demorar el mayor tiempo posible la comprensión de lo sucedido para poder así disfrutar la obra. Por unos instantes, lo lograron. Luego -lo que desde un primer momento era evidente- se volvió ineludible que ese rojo furioso era sangre, que esa columna que se elevaba en el centro estaba formada de intestinos y hueso, que esa explosión de colores eran viseras y fluidos, y que cada elemento de la obra había formando alguna vez parte de un hombre vivo. Recién entonces se oyeron los primeros gritos.

La Oscuridad De Los ColoresDonde viven las historias. Descúbrelo ahora