UNA MADRE

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"5 de abril de 1885, cinco niños de alrededor de un año de edad desaparecen de sus hogares en mitad de la noche", apuntaba el escueto informe policial al que Alejandro pudo tener acceso luego de visitar a conocidos bien ubicados en la fuerza publica. Previamente, había revisado sin suerte los archivos de la prensa; solo había hallado un artículo de una pocas líneas con el titulo "Sospechan robo de niños", en el que ni siquiera se hizo mención de la cantidad de niños desaparecidos y mucho menos de los nombres de las familias afectadas. Ante la falta de pruebas, la causa había sido archivada. El informe policial precisaba que en ninguno de los casos se había registrado violencia ni robos, que las desapariciones habían ocurrido en la misma noche con algunas horas de diferencia y que todas las familias afectadas vivian en conventillos o casas de alquiler, sitios de donde era facil entrar y salir. ¿Estaban las desapariciones conectadas? No podía confirmarse, habían ocurrido en la misma noche con edades similares, eso era todo. En el informe policial figuraban los nombres y las direcciones de las cinco familias afectadas, incluidos los de Omar y Zainab.
Alejandro armo una lista con los datos.

Familia
Lopez, Narda y Juan (españoles)
Manino, Elma y Corradino (italianos)
Chernovich, fedor y karina (rusos) authier, Antonel y Charlotte (franceses) annuar,Omar y Zainab (libaneses).

La analizó con cuidado, buscando coincidencias. Todas las desapariciones habían ocurrido en un radio de un par de kilómetros. Según reportes policiales, en todos los casos trataban de familias inmigrantes recién llegados, que no dominaban el castellano, sin contactos ni conocidos en el país y con pocas posibilidades de defenderse ante semejante desgracia. En cuanto al origen de los niños, cada uno pertenecia a una colectividad distinta. Alejandro había fantaseando con encontrar, detrás de la desaparición de Amira, Alguna historia árabe, quizás un ajuste de cuentas que había cruzado el oceano persiguiendo a Omar y a Zainab. Teoría descartada. El siguiente paso era encontrar a los integrantes de las familias afectadas y averiguar que había sido de sus vidas en los últimos veinticinco años. Conocía bien esos barrios y la intimidad de esas casonas llamada conventillos, donde los inmigrantes convivían en unos pocos metros. En general, se trataba de antiguas residencias reformadas, con habitaciones que no superaban los dieciséis metros cuadrados. Los edificios mas modestos eran de una sola planta, habían otros con 2 pisos. En el interior de las habitaciones, casi siempre mal ventiladas, había un olor pesado, húmedo y desagradable. ¿Como podían soportar esas personas vivir así amontonadas? Alejandro había tenido suerte. Su padre aunque inmigrante tambien, había llegado como un respetable profesional y siempre había gozado de una posición económica, si no abundante, al menos despreocupada. Pertenecía al tipo de inmigración que soñaban recibir los líderes argentinos cuando decidieron abrir las compuertas nacionales y poblar el país de europeos. Pero eran los menos; la mayoría de los que habían respondido al llamado eran obreros y campesinos. Alejandro entro al primer conventillo que aparecía en su lista. En el habían vivido los López, padres de uno de los niños desaparecidos: Jose López
Alejandro dijo ser un viejo amigo de la familia y pregunto por ellos. Los vecinos evidenciaron incomodidad. Unos meses atrás, un atentado perpetrado por un anarquista ruso se había cobrado la vida del jefe de la policía Ramón Falcon y las autoridades estaban especialmente recelosas con los inmigrantes, a quienes se les acusaba de meter en el país ideas revolucionarias. Los rusos llevaban la peor parte, pero las demás colectividades tambien eran víctimas de la sospecha. Los inmigrantes estaban a la defensiva por temor a ser relacionados con estos delitos. A Alejandro, sin embargo, le basto con presentarse adecuadamente
Para demostrar que a pesar de las apariencias, "era uno de ellos". Para mayor tranquilidad de los interrogados, sincero su atención a quien quiso oírlo, y aclaro que buscaba información sobre los niños desaparecidos el 5 de abril de 1885. Los vecinos cambiaron de actitud al oírlo; aquel episodio forma parte esencial de la historia de la casa. Los López habían vivido unos años mas en el conventillo luego de la desgracia, según creian recordar los vecinos. Luego se habían mudado,nadie sabia bien adonde. Desilusionado, agradeció la información y siguió a la próxima dirección
Unas cuadras mas al sur vivian los Manino,  la segunda familia de la lista, cuando su hijo Dante fue secuestrado. Allí se dirigió Alejandro y luego de preguntar la dirección que tenía,encontró finalmente a Elma Manino, madre del desaparecido, en otro conventillo, a unas pocas cuadras. Alejandro se presento y no tuvo que esforzarse mucho para que la mujer lo invitara a pasar a su humilde casa. Tenía unos  cincuenta años y era de esas personas que inspiran confianza con solo verlas. Puso un mate en manos de Alejandro y trajo de la cocina algunos biscochitos.
- El motivo de mi visita no es facil de explicar...
- Vino a verme por mi hijo...
- Si... ¿Como Lo sabe ? ¿ ha venido alguien antes que yo...? - Pregunto Alejandro.
- No pero no suelo recibir visitas, y además dice que quiere hablar de algo difícil de explicar... quiere decir que viene por mi hijo. Además ese es mi deseo, no pasa un día en el que no espere una noticia, cualquier noticia a esta altura.
- Pues lamento decirle que no traigo ni buenas ni malas noticias. Mas bien vengo con preguntas. Estoy investigando lo sucedido con su hijo y con los otros niños que desaparecieron en  la misma fecha. Pero no quisiera despertar le falsas esperanzas, tiene que tener en cuenta que pasaron veinticinco años...
- Veinticinco años no es mucho para una madre. A continuación, Elma respondió las preguntas de Alejandro y le dio un relato detallado de la noche de la desaparición, que no difería de lo narrado por Omar. Al igual que los Annuar, Elma conservaba algunas pertenencias de su hijo. Mientras pasaba su mano por unos escarpines, Alejandro se pregunto si en todas las casa encontraría esos pequeños altares de recuerdo donde las madres juntaban fuerza y rememorando a sus hijos perdidos. La información dada por Elma confirmo lo que ya sabia, y ningún dato nuevo surgió de la charla.
- Le agradezco su amabilidad, ya le dije que...
- No se preocupe. Solo le pido que si logra averiguar algo no deje de decírmelo. Siempre tuve la ilusión de que mi hijo estuviera vivo. Ahora puedo soñar con que usted me lo traerá.
- No, señora, ya le dije
- Tranquilo, las iluciones van por mi cuenta usted mantengame al tanto.

La Oscuridad De Los ColoresDonde viven las historias. Descúbrelo ahora