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En el salón nadie solía molestarla u ocasionarle problemas, nadie se metía con la chica despistada y torpe que decidió sentarse aquel día en los penúltimos asientos. En realidad, las personas en aquel salón sólo eran espectadores de las situaciones torpes de la castaña, pero nunca eran los que los ocasionaban, Eileen lo sabía, lo sentía, era como si ella fuera la mascota del salón, así era, la mascota del salón.

Se había sentado en un lugar con ventada al lado, sabiendo perfectamente que no debía hacer eso porque se distraería fácilmente mirando por ella durante las clases, pero aquel día decidió no importarle, total, el primer día de clases los maestros siempre los utilizaban para perder tiempo y presentarse entre todos, aunque ya se conocieran.

—Soy Eileen Remain— se presentó mientras se ponía de pie, afortunadamente sus bolígrafos no habían caído al suelo como le había ocurrido el ciclo pasado. —tengo 17 años— se quedó pensativa por unos momentos, en realidad no era muy buena para interactuar de aquella manera —soy de F-

—Siguiente— la interrumpió la profesora.

Hyunjin, quien no había estado prestando atención en lo que iba de la clase por estar dibujando en su libreta frunció el ceño al escuchar a la profesora, la chica no había acabado, ¿Por qué quitarle la palabra de aquella forma? El pelinegro despegó la vista de su libreta, topándose con la pequeña mirada perdida de la chica, como si por un momento no supiera a donde tener que ir, nadie dijo nada en el salón hasta que ella se sentó y la persona frente a ella se levantó para comenzar a presentarse. 

Aquel instituto comenzaba a causarle cólera al muchacho.

Eileen se había sentido menos preciada en ese momento mientras un sentimiento en el pecho hacía que las ganas de llorar vinieran, pero no lo hizo, trato de olvidar la presentación y se dispuso a mirar por la ventana, después de todo tal vez sentarse ahí no había sido una mala idea.





[...]





Cuando el primer receso llegó Hyunjin no lo pensó dos veces y salió casi corriendo rumbo a la cafetería, quería ser de los primeros en estar allí y comprar lo antes posible su desayuno para poder sentarse en alguna mesa tranquila y disfrutar de su, no tan merecido, descanso, el descanso era corto y quería disfrutarlo lo mejor que se pudiera.

Reviso a maraña de pelos a lo lejos, ¿Cómo era posible que ella ya tuviera una bandeja con comida? Estaba seguro de que él había salido del salón mucho antes que ella y aun así, ¿Ella ya estaba comiendo? Bufo en la fila para comprar comida mientras esta avanzaba un poco, la siguió con la mirada hasta ver qué se detenía en una de las mesas más apartadas. Parecía no tener amigas, o amigos. Las personas no se acercaban a ella, pero ella tampoco se esforzaba en hacerlo, o por lo menos Hyunjin así lo veía. 

Tal vez si se peinara un poco por las mañanas... O si dejará de ser un poco rara— pensó el pelinegro avanzando en la fila, aún recordaba las cosas que a ella le gustaba, sus pasatiempos y la música que solía escuchar junto con él. A veces Hyunjin extrañaba aquellos tiempos y se preguntaba cómo era posible que se hubieran terminado de un momento para otro. 

¡Oh, si! 

Es verdad, claro que lo recordaba.

 Porque ella se le declaró cuando recién entraron al primer año del instituto.

El pelinegro frunció el ceño recordando aquello y se apresuró a negar con la cabeza como si aquello le ayudara a despejar la mente, no quería pensar en ese recuerdo. No era algo que le aportara en el presente así que lo mejor era dejarlo como estaba; enterrado en el pasado. Junto con la amistad de la chica. De todas formas, de nada le servía, aunque se propusiera hablarle ya no podía hablar con ella, ya no era lo mismo...


The great Hyunjin-Man! [ Hyunjin SK]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora