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—Es mejor que te levantes— escuchó la voz de su madre cuando paso por el pasillo con la cesta de ropa recién lavada, pero esto solo hizo que el pelinegro hundiera más el rostro en su cómoda almohada y deseara seguir durmiendo hasta tarde.  

—¡Arriba Hyunjin!— dijo su madre, esta vez tirando de las cobijas de su perezoso hijo haciendo que se encogieron en un ovillo cuando se quedó sin mantas ni cobijas con las cual poder taparse. —Min dijo que vendría a buscarte— y como si aquellas palabras fueran algún conjuro mágico el chico se sentó de golpe dejando ver aquel cabello despeinado y aquel par de ojos hermosamente adormilados.

—¿Por qué no lo dijiste antes?— le contestó a su madre con una sonrisa boba entre los labios, sin duda la mejor manera de comenzar el primer día de clases era que Min y él fueran juntos a la escuela, aunque tuviesen que separarse a medio camino por ir en distintas escuelas.

Su madre rodó los ojos con diversión mientras movía la cabeza de un lado a otro y se disponía a salir de la habitación de su hijo, ella sabía perfectamente que aquel mocoso estaba perdidamente enamorado de aquella chica de nombre Min, así que le era sencillo utilizar el nombre para situaciones como aquella.

—¡Me has mentido! — se quejó el pelinegro al ver que ninguna Min aparecía en su puerta para irse juntos, la señora Hwang río por lo bajo al ver la reacción de su hijo para después pasar la vista a las noticias matutinas que daban todos los días en el canal 11.

—Tendrás que tomar el autobús, galán.

Aquello le cayó a Hyunjin como una patada en el trasero, tomar el autobús escolar era una de las peores experiencias en el mundo, o al menos ante los ojos del pelinegro así era. Hace ya algún tiempo que había podido evitar tomarlo, despertando temprano y acompañando a Min a su escuela, claro que aquel día parecía que a la pelinegra se le había olvidado mencionarle que no pasaría por él. Pequeña cosa de nada.

Si no hubiera perdido tiempo esperando a una Min que nunca iba a llegar y se hubiera ido a la hora que siempre salía hubiera llegado en tiempo correcto al instituto sin necesidad de tomar el horroroso autobús escolar, Joder, cuanto odiaba haberse levantado esa mañana en vez de seguir durmiendo cómodamente...

El chico tomo de mala forma su mochila y con un movimiento vago de mano se despidió de su madre saliendo de su recinto. La parada del autobús no quedaba lejos, ¡Al igual que el maldito instituto! Joder, era una pesadilla ir con todos en el autobús.

Lo vio acercarse a lo lejos, tomo una bocanada de aire para después soltarlo por la boca y prepararse mentalmente para lo que sea que le esperara trepado en aquel infierno de cuatro ruedas que el instituto se empeñaba -casi- a regañadientes a pagar. 

Cuando el autobús se detuvo y abrió las puertas Hyunjin se encontró con la mirada expectante del conductor, seguro de haber visto al hombre tras el volante enarcar la ceja al encontrar miradas. Las pocas veces que había viajado en el autobús escolar había tenido problemas, y la última vez que los tuvo había discutido con el chófer terminando con su pelea con un "Jamás me volveré a subir a su pocilga" por parte del adolescente así que allí estaba él, con el orgullo más que herido por culpa de la broma que a su madre se le había ocurrido aquella mañana.

Subió a regañadientes los pocos escalones y el chófer no espero a que terminara de encontrar algún asiento libre para echar a andar el enorme autobús lleno de adolescentes descontrolados y locos.

De inmediato el pelinegro reconoció a varias personas de su curso, incluso una en especial sin tener razón alguna, quizá fue por su cabello haciendo que su mente recordara al instante la forma en la que sus compañeros de salón la llamaban, por supuesto que él también la había llamado así un par de veces, nadie en el salón se salvaba de aquello, al menos una vez en todo el año alguien debió de llamarla así sin razón alguna.

The great Hyunjin-Man! [ Hyunjin SK]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora