I. El espía.

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La nieve caí lenta y suave sobre Moscú, algo normal en esas épocas del año, los locales acostumbrados seguían su marcha sin parar a contemplar como el blanco se apoderaba de la ciudad, desgraciadamente, alguien si resultó afectado por la nieve.

- ругань (maldición).

Decía Iván Braginski, un hombre alto, blanco como la nieve, vestido de traje, con un pequeño maletín, con una bufanda color crema al cuello pero los más interesantes, poseía unos ojos color morado brillante que sin embargo al verlos solo provocaba temor o al menos en estos momentos ya que bajaba de un vuelo en el que estuvo por más de ocho horas, dos horas más de las que tenía planeadas, por la nieve, siempre la nieve, blanca, pura, perfecta pero para Iván era fría y cruel.

  El ruso se apresuró a salir del aeropuerto, en la entrada ya lo esperaba un coche, se subió sin decir palabras, el conductor solo piso el acelerador al ver la mirada de su pasajero.

Pronto llegaron a su destino, un edificio a unas calles de la plaza roja, desde el se podía observar el Kremlin pero Iván ya lo conocía lo bastante bien como para detenerse a admirarlo, bajo del auto y entro apresurado, se dirigió al ascensor sin prestar atención a la gente a su alrededor quién intercambiaba información, papeleo de escritorio en escritorio y esa mirada que indicaba la necesidad de dormir. Él  subió hasta el último piso donde a diferencia de los demás, estaba desierto, entró a aquella habitación señalada con la palabra " Director" , un gran despacho con una gran mesa y detrás de ella, un hombre imponente, más grande que el mismo Iván y  con un aura de peligro. Iván saludo formalmente, empezó a hablar , no era bueno hacer esperar a ese hombre.

- El trabajo está hecho, señor.
- ¿El objetivo?
- Preso.
- ¿Su familia?
- Silenciada.
- ¿La organización?
- Disuelta.
- Perfecto Braginski, como siempre, recuerde que no lo volveré a esperar.
- Da.
- Entrégame el informe.

Iván avanzo, de su pequeño maletín negro sacó un sobre, el hombre lo abrió y sacó su contenido,  cincuenta páginas sobre Gilbert Beilschmidt, un alemán que sabía demasiado, por suerte, ya no era un problema, metió el informe en un cajón y de el sacó otro, otro chico problemático aún más que él alemán, más difícil, perfecto para Iván.

- Está es tú siguiente misión.

Le extendió el sobre, Iván extrajo las hojas, lo primero que vio fue a un hombre moreno, con pelo corto quebrado que le llegaba al cuello, blusa verde, pantalón de mezclilla, zapatos negros pero lo que más llamó la atención del ruso fueron los ojos del hombre: Rojos, rojos como sangre, raro, iguales a los del alemán que ahora estaba picando piedras en Siberia, pero no, no eran iguales, los de él, brillan. La voz del hombre lo trajo de nuevo a la realidad.

- José Juan Mestli Carriedo López, narcotraficante mexicano, conocido como Tezcatlipoca por su poder y su frialdad al sentenciar a muerte,  controla el mercado en América, hace poco hizo un trato con la mafia rusa, un enorme intercambio por una gran suma de dinero con una condición, un seguro, él hijo del jefe de la mafia.
La misión es secuestrar al hijo, suplantarlo, obtener toda la información posible, eliminar a José, volver, matar al hijo y mandarle el mensaje a la mafia. Desataras una guerra que acabará con ambos bandos. Tienes diez días para ir a México y al menos un año para lograr la misión.

¿Comprendido?

- Da.

El ruso salió del edificio tal y como llegó sin que nadie lo notará, camino por las desiertas calles blancas hasta detenerse debajo del portón de un edificio, que era iluminado por un pequeño foco, sacó el folder y después su contenido, volvió a contemplar a su objetivo, volvió a ver sus ojos, ojos rojos, un rojo misterioso pero brillante, un rojo que incitaba el deseo de matar.

Después entró al edificio.




Holi espero que les guste esta primera parte, como ven será una historia algo violenta pero con mucho amor, actualizaré cuando pueda así que sean pacientes, luego pongo una portada adecuada. Bueno hasta luego 😁.

Entre las balas.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora