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Los aplausos de la gente llegan a mí más fuertes que nunca, en cualquier otro universo hubiera sonreído, pero no en este.

Me apresuro a despedirme del público, para luego bajar del escenario, una maquillista llega a mí apresurada con mi celular en sus manos.

—Señorita Cabello, tiene una llamada. —asiento y tomo el celular, es un número desconocido desconocido.

—¿Bueno? —pregunto, se escuchan algunos ruidos y luego finalmente contestan.

¿Camila Cabello? —es la voz del adolescente que ví hace un rato, por lo que arrugo la frente.

—¿No deberían estar saliendo del concierto?

—Uh, se trata de eso, usted dijo que le avisaramos si no nos llegaban y..., pues no llegaron. —cierro los ojos con fuerza y maldigo directamente a Simón, ya que él me dijo que se encargaría de la situación.

—Ya veo, ¿dónde están ahora?

—Eh, en un teléfono público fuera de nuestro hogar —explica.

Asiento para mí—. ¿Les gustaría ir al siguiente concierto? —propongo—. Esta vez, yo misma iré por ustedes.

Hay unos segundos en los que sólo escucho su respiración y después responde afirmando y terminamos la llamada.

Observo a las chicas recuperando el aire por el show tan agotador que dimos, Lauren y yo cruzamos miradas, y me sonríe, la observo y luego recuerdo lo que tengo que hacer y me dirijo fuera del lugar, donde seguridad espera por nosotras.

—Llévame al hotel, Simón me llamó, dijo que tenía que decirme algo importante —pido para que el chófer me lleve sin hacer preguntas, porque claro, no siempre podemos movernos libremente, menos yo, ahora, con lo que pasó, el idiota de Simón Cowell pidió que me mantuvieran bien vigilada.

—Pero, ¿y las demás? —ruedo los ojos.

—Haz tu trabajo, mándales otra camioneta o yo que sé, no debo resolverte todo. —abro la puerta del vehículo y entro. El chico también entra y pone el carro en marcha sin hacer una pregunta más. Al llegar al hotel, me encuentro con el asistente de Simón y sonrío para mis adentros—. Simón me pidió que te dijera que le llevaras el contrato de Fifth Harmony en unos 10 minutos a su habitación.

El chico me observa confuso—. ¿Para qué?

—Tú llévalos. —sigo mi camino hacia la habitación evitando más preguntas, me siento especialmente preparada para joderlo un poco por no haberles hecho llegar boletos a esos niños, cuando el dijo que lo haría. Y claro, por hacerme quedar como una mentirosa. No me interesa tocar la puerta, así que simplemente entro—. Hola, idiota.

Está sentado en el sofá, observando la televisión, despreocupado, riendo asquerosamente, cuando voltea a verme—. ¿Vienes por más de la otra vez?

Me acerco hasta el televisor y lo apago. Luego tomo uno de los cigarrillos que están regados en la mesa de centro y lo enciendo. No soporto el olor. Pero tiene un propósito. Como todo—. No, eres malísimo en ello. —camino hacia él—. Pero, dios, creí que al menos hacías bien tu trabajo, pero es sorprendente cuán inútil eres. —frunce el ceño e intenta tomar mi cuello, pero quemo su mano con el cigarro, él gime de dolor en respuesta—. Escúchame. Te tengo en mis manos, puedo joderte por completo si se me da la gana, así que si quieres que esto funcione, más te vale comenzar a hacerme caso. —me observa—. Vas a darles entradas para el concierto de Manchester a los niños que te dije, vas a mandar a tu gente a recogerlos y los regresarás a su casa, ¿Entendido?

Me sonríe, luego me empuja hacia la mesa de centro con fuerza, pero aún así no se rompe, toma mis muñecas con una de sus manos—. No, ¿no te quedó claro que yo te tengo en mis manos? ¿Quieres que te lo vuelva a explicar? —dirige su otra mano a mi cintura.

La puerta se abre, y aprovecho para empujarlo lejos de mí—. Señor Cowell, los papeles que me pidió. —sonrío al notar que mi plan salió perfecto, volteo a ver a Simón y le guiño un ojo, para hacerle saber que yo gané.

Fake Love | CamrenDonde viven las historias. Descúbrelo ahora