Cuando Harry regresó de su felizmente silencioso olvido y la niebla de éxtasis finalmente se alejó, su primer pensamiento coherente fue que la parte delantera de sus pantalones estaba húmeda y pegajosa. La habitación estaba silenciosa, muy silenciosa, excepto por el crepitar del fuego. El ardor en su cuello había desaparecido, su cuerpo todavía se sentía débil y tembloroso, pero al menos estaba más consciente ahora.
Pero entonces, finalmente, se dio cuenta, esos brazos ligeramente cálidos aún lo sostenían. Sus ojos se agitaron y se enfocaron lentamente, revelando la cara de Malfoy peligrosamente cerca de la suya, mirándolo fijamente, casi estudiándolo. Había una línea de sangre bajando de sus labios, tan sorprendentemente destacable contra su piel pálida. Pálida, sí, pero mucho más saludable. Las venas negruzcas habían desaparecido a un azul pálido, apenas visible de cerca, sus ojos eran de un rico gris brillante mientras lo estudiaban. Incluso había un suave tono rosado en sus labios ahora. Mi sangre realmente lo salvó, pensó Harry, ruborizándose levemente por su proximidad y la sensación del aliento innecesario de Malfoy sobre su piel.
Entonces lo golpeó. Los humillantes sonidos hicieron eco a través de sus oídos. Sus propios y vergonzosos gritos de pasión. ¡Le había suplicado a Malfoy que lo mordiera! Se retorció en sus brazos y se frotó contra su mano como una perra en celo. Se había corrido en sus pantalones por Malfoy, ¡delante de Snape!
Su cuerpo entero se estremecía por huir, por enfurecerse, por gritar, pero la sensación de relajación provocada por la poción lo detuvo lo suficiente como para que Malfoy pudiera anticipar la explosión.
- Has perdido mucha sangre, Potter, no hagas nada estúpido o te desmayarás. -le advirtió Malfoy antes de levantarlo tan fácilmente como si estuviera hecho de plumas. Siseó con irritación mientras Malfoy lo llevaba al sofá de generosas dimensiones y lo colocaba sobre él.- Severus puede darte una poción para reponer la sangre, pero aún así estarás débil y mareado después de darme tanto.
- Correcto. -dijo Snape desde el otro lado de la habitación donde estaba buscando en su almacenamiento personal de pociones. Parecía incómodo con lo que había ocurrido, si no es que un poco asqueado, y se esforzaba por distanciarse de ellos. Harry estaba agradecido por eso al menos, aunque hubiera sido mucho mejor si su profesor no lo hubiera visto venirse en sus calzoncillos. Su estómago se revolvió ante eso.
- Tendremos que organizar un cronograma para que el señor Malfoy no vuelva a ese estado tan terrible. Sería mucho más preferible tomar pequeñas cantidades regularmente en lugar de grandes dosis cuando está al borde de la inanición.
- Ah, y eso está bien para ustedes dos, ¿verdad? -exigió Harry, levantándose, arrepintiéndose de la acción al instante. Su cabeza punzó y su visión giró. Se sintió mareado, con náuseas y frío al mismo tiempo. Apretó los dientes, gruñendo por el dolor y la desorientación. Estaría maldito si se humillara más esa noche. A pesar del dolor, levantó la cabeza, mirando a Malfoy.
» ¿Ya has olvidado que vine aquí por mi propia voluntad? No tengo que darte mi sangre. No tengo que darte nada, puedo dejarte morir de hambre si quiero, así que ¡sería una buena idea tratarme con un poco de respeto!
Los ojos de Malfoy se oscurecieron y voló hacia él, descendiendo sobre el cuerpo de Potter y mirándolo directamente a los ojos.- ¿Tienes la intención de chantajearme entonces, Potter? -siseó venenosamente.- ¿Pretendes controlarme y amenazarme con matarme de hambre? ¿Qué te hace ser mejor que el Señor Tenebroso?
Harry se estremeció. Por la comparación de él y Voldemort, no por la voz áspera de Malfoy, no por su comportamiento amenazante. Aunque su cercanía lo hacía sentirse un poco incómodo.- Estaba hablando de cortesía común, idiota, no de chantaje. -corrigió Harry lacónicamente, su visión aún borrosa y la náusea aún palpitando en sus entrañas.- Te di algo de mí mismo. Te hice un maldito favor, ¡no es mucho pedir respeto y consideración a cambio!