¿Qué son esas cosas? se preguntó Harry, empujando el pensamiento en la dirección de Draco. El rubio ladeó un poco la cabeza y Harry supo que eso era una señal de que sus pensamientos habían sido escuchados.
- No sabía que necesitabas un guardia -, murmuró Draco, señalando al sabueso del rincón. Claude ni siquiera miró lo que Draco le indicaba.
- Yo tampoco sabía que necesitabas uno -, musitó el vampiro mayor, y sus ojos ámbar se desviaron hacia Snape y Harry.- Esa bestia es mi favorita, mi mascota, por así decirlo, como la tuya. Observa porque cree que tus humanos son mi comida. Le gustan las sobras de mi plato.
Harry hizo una mueca de disgusto. No sólo porque estaba bastante seguro de que él era la mascota favorita a la que se había referido el vampiro, sino también porque estaba bastante claro que cualquier donante que se acercaba a Claude Stanton era agasajado de la manera más brutal, dijeran lo que dijeran los modales tranquilos y sofisticados de Claude. ¿Deja que los lobos se los coman?
- ¿Se alimentan de sangre o de carne? Nunca habíamos oído hablar de ellos -, replicó Snape.
- Son un privilegio secreto de los vampiros, guardianes -, intervino alegremente Merritt, mostrando sus deslumbrantes ojos avellana al maestro de pociones.- Supongo que, en términos mortales, podría decirse que son como los peces que se aferran a los tiburones en el mar. Los sabuesos son los familiares de los vampiros; sobreviven gracias a los restos de sangre de los vampiros. Comienzan su vida como sabuesos infernales y se convierten en nuestros sirvientes cuando son mordidos y drenados hasta la muerte por un vampiro. Tienen formas más estables y corpóreas como ahora. En esencia, nosotros los creamos, ellos nos ayudan y nos protegen y, a cambio, les damos suficiente sangre humana para vivir.
Harry resopló.- Es repugnante que la gente esté tan perturbada como para donarse a ti, incluso para pagar por ello. Lo peor es que alimentas con lo que queda a tus mestizos, como si no fueran más que pedazos de carne -siseó con repugnancia.
Merritt sonrió, inclinando ligeramente la cabeza para que sus deliciosos rizos rubios acariciaran sus pómulos halagadoramente.- No es ningún secreto que nuestra mordida proporciona un placer inigualable, insuperable, pequeño humano. Tú mismo lo has sentido a menudo, dime si no hace que tu cuerpo humano explote de felicidad -, lo desafió el vampiro. Harry se esforzó por mantener su rostro libre de emociones.
- Puedo olerlo en ti -, continuó Merritt,- estás bañado en su olor y en el olor del placer que te da. ¿Es tan difícil creer que los clientes solitarios, heridos o hambrientos de afecto también quieran sentir eso? Les despeja la mente, los libera durante un breve espacio de tiempo. ¿Qué no pagaría cualquier alma torturada por eso?
Sólo siento eso porque es Draco, pensó Harry. Tenía sentido, pero no podía comprender las palabras de Merritt. Era cierto, Draco le daba una paz, un placer y una calidez que ni siquiera había soñado sentir, pero eso no se debía a sus habilidades vampíricas. Es por él, pensó Harry. Era insoportable imaginar sentir eso con otra persona. Estaba seguro de que no sentiría lo mismo. No importaba cuánto pagara por ello.
No sería lo mismo, siseó una voz en su mente, el tono suave y posesivo de Draco recorriéndolo como una cálida manta cubriendo sus hombros temblorosos. Pero no todo el mundo es igual. Algunos están abatidos por la soledad, el dolor y aceptarían de buen agrado, incluso pagarían una fortuna por tan solo una hermosa mentira, por tan solo unas horas de liberación. Puede que no lo entiendas, pero no por ello es menos cierto. Los donantes humanos se benefician tanto como los vampiros.
- Y arrojamos su cuerpo inerte a los perros después -, continúa Merritt con una risita.- Los donantes suelen contentarse con verter un poco de sí mismos en un cuenco. O, en algunos casos, nuestros familiares lamen lo que se derrama. Haces que el proceso de alimentación suene tan feo y grosero, pero en realidad es tan maravillosamente íntimo.