⚜El primer requisito de la inmortalidad es la muerte.⚜
Twilight Fanfic.
Oc
Post Amanecer
Continuación; todos los créditos a su autora original.
|SIN EDITAR|
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┌───────────────────┐ Capítulo I └───────────────────┘
Había decidido irme; irme lejos, dejar todo atrás y olvidar todo lo que fui, todo lo que era, pero por sobre todo olvidar que una vez logré ser feliz.
Decidí ir en busca de mi medio hermano. No lo conocía, pero sabia que tenía uno, o al menos eso creía.
Arme mis valijas…más bien un simple bolso, solo agarré unos cuantos trapos y las llaves de mi auto; lo único que quedaba de mi vida en Salt Lake City, Utah. Ah…y mi perro, que por alguna extraña razón no me temía, en realidad me seguía. Trate de dejarlo libre y esperar a que huyera de mi, pero el muy tonto se quedo conmigo. Por un lado eso me hacía bien, tener algo de lo que una vez fui era bueno, pero por otro lado me dolía.
El dolor era algo a lo cual ya estaba acostumbrada en mi vida pasada; pero no esta clase dolor, no esta sensación que te hacía desear morir. Este fuego me quemaba en lo más profundo de mí ser, de mi garganta. Pero podía controlarlo, claro que podía, pero no sabia el porque de ese autocontrol, no lo entendía.
Supongo que se trataba de que no quería matarlo, de que el dolor sería más grande si viera a mi perro muerto en mis manos, muerto por mi. Al menos eso creía.
Decidí moverme rápido, no quería que los recuerdos me invadieran, así que tome el bolso con los trapos y salí por la puerta que daba al garaje, en donde estaba el auto.
Abrí la puerta del conductor y puse el bolso en la parte de atrás. Mire a mi costado izquierdo y lo vi sentado, mirándome fijo, como si esperara una orden o algo por el estilo.
—¿Vendrás conmigo?— le pregunté. Él ladro y movió su cola.
—¿Estás seguro?, mira que es un viaje largo—me miró y subió al auto.
—Bien, como quieras— “Perro estúpido, no sabes el peligro que corres conmigo” pensé “Solo espero que sobreviva a todo el viaje”.
Aparque el auto en la calle, dejando al perro dentro de el; decidí que esperaría fuera del vehículo para no tentar mi suerte.
Me apoye contra el capo, mientras de reojo miraba aquella casa, recordando las últimas tres semanas, las tres semanas de mi nueva vida, de mi maldición eterna.
Esas tres semanas llegaron a mi memoria como una película, una mala película. En estos días de mi nueva vida había tomado decisiones tan rápido y que en mi “vieja vida normal” nunca hubiera tomado, al menos no con tanta convicción y rapidez.
Mientras miraba aquella casa recordé esas tres semanas de pesadilla; recordé el despertar de mi muerte, la tumba de mi madre, el ver que estaba sola en mi nueva vida, el saber que no podía quedarme allí por que todo me recordaba a ella; me recordaba lo mucho que me haría falta, lo mucho que la quería, pero por sobre todo, lo feliz que fui con ella.